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MUERTE DE JAIME ROLDOS


Enviado por   •  27 de Junio de 2014  •  2.170 Palabras (9 Páginas)  •  498 Visitas

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Jaime Roldós Aguilera nació en Guayaquil, 5 de noviembre de 1940 y falleció Loja, 24 de mayo de 1981. Sus padres Santiago Roldós Soria y Victoria Aguilera Mouton. Su educación secundaria cursó en el colegio Nacional Vicente Rocafuerte, egresó como el mejor Bachiller Vicentino recibido este premio que otorga el plantel. Luego siguió Jurisprudencia y Ciencia Sociales en la Universidad de Guayaquil.

Fue un abogado y político ecuatoriano, Lideró el proceso de retorno al sistema democrático luego de casi una década de dictaduras civiles y militares.

Gobernó el país por nueve meses y catorce días. El joven presidente tenía mucha simpatía en el pueblo por su calidad humana, moral e ideales de igualdad, democracia y su gran capacidad oratoria.

Venció en la segunda vuelta electoral al socialcristiano Sixto Durán Ballén, realizó en su mandato algunas obras de infraestructura importantes, y tuvo que afrontar el conflicto armado con Perú en 1981, conocido como la Guerra de Paquisha.

Murió trágicamente cuando el avión en el que viajaba en compañía de su esposa Martha hasta Zapotillo el 24 de mayo de 1981, sufrió un aparatoso accidente en el vuelo, previamente su último discurso al pueblo del Ecuador, que fue un mensaje de herencia cívica y amor a la Patria. Decía en aquella ocasión “Probemos el amor a la Patria cumpliendo cada quien con nuestro deber”.

Luego de ocho años de dictadura militar, Ecuador retorno a la democracia con el binomio Jaime Roldós – Osvaldo Hurtado.

El 10 de agosto de 1979, el abogado y candidato del CFP asumía la presidencia, luego de vencer, en segunda vuelta y con 68,49% de los votos, a Sixto Duran Ballén y se convertía en el presidente más joven de América latina, con 39 años.

El presidente Jaime Roldós se dirigió al pueblo ecuatoriano en cadena nacional el 1 de enero de 1981. Debió ser una de sus últimas presentaciones en televisión y quizás de las menos recordadas. Sin embargo, el mensaje que dejó a través de ese discurso, menos pomposo de los que acostumbraba elaborar, estuvo lleno de premoniciones. Y no porque al repasarlo, 25 años después de su muerte (este 2014 se cumplen 33), se encuentre en cada frase a un Roldós profético. El Presidente sabía que los problemas del Ecuador eran complejos. “1981 será un año extremadamente difícil”, dijo y no se equivocó. La crisis económica estaba a las puertas. Se la veía venir cuatro meses atrás... en realidad desde el 10 de agosto de 1979, cuando el joven mandatario tomó posesión del cargo, comprometiéndose a “echar a andar a un paralítico”. Con una economía desequilibrada y sin referencias estadísticas, el nuevo Gobierno empezó a tomar medidas coyunturales. Congelando los precios de los artículos de primera necesidad y los arriendos, Roldós buscaba combatir la especulación. El transporte, en enero de 1980, subió en un 30 por ciento y las manifestaciones estudiantiles daban las primeras señales de descontento popular. El alza general de salarios, decretada hábilmente por el Parlamento presidido por Asaad Bucaram, había entrado a operar. Sin embargo, los sectores sociales, conscientes de que esa medida no fue del agrado de Roldós por el impacto fiscal que significaba, avivaron la protesta que se tiñó de sangre. En 13 días, murieron dos estudiantes de colegio. El Presidente de la República veía a las manifestaciones como una muestra propia de la democracia. Bajo ese razonamiento, trataba de convencer a sus colaboradores de que los primeros puntos bajos en su popularidad eran secundarios en comparación con el momento histórico que le había tocado liderar. Su juventud, su preparación y su don de gentes, le aseguraban todavía un importante capital político.

Su reto principal fue devolver la constitucionalidad al país, mientras afrontaba una crisis económica. En su gobierno se estableció la jornada de 40 horas semanales de trabajo, se enfrentó a un conflicto armado con el Perú, aplicó el Plan de Desarrollo, entre otras obras.

El retorno al orden constitucional en los años 1977 y 1978, con el Plan de Reestructuración Jurídica que impulsa con sentido pragmático, ante el agotamiento de su régimen, el vicealmirante Alfredo Poveda Burbano, nos encuentra elaborando proyectos de Carta Constitucional, Ley de Elecciones y Ley de Partidos Políticos. En ello participa activamente el espíritu de Roldós propiciando un hasta cierto punto de vista utópico, proyecto de cambios profundos y estructurales; aquí comienza, y no en lo material, el legado de Roldós, que se caracteriza por “un humanismo trascendente que no se encasillaba en los fanatismos del stalinismo ortodoxo, ni se dejaba atrapar por las veleidades del oportunismo político de izquierda, centro y derecha”, al tenor de lo que comenta el doctor Ney Barrionuevo Silva. En este sentido, Roldós avanzó con paso de gigantes en la concepción y en la búsqueda de una auténtica reforma democrática, alejada y distante en grado sumo, del fanatismo y la tiranía; fue pues un auténtico rebelde, en su fuero interno y en su accionar, pero en su empeño casi sobrehumano para romper las contradicciones sociales, se encontró, ya Presidente del Ecuador, con el enemigo en casa, su propio partido y sus propios vínculos de afinidad familiar, al confrontar con su tío político Assad Bucaram líder de CFP, un partido caudillista y populista, con el que disonaba el pensamiento democrático nacional y latinoamericano de Roldós, que pugnaba por trascender a los tiempos y a las naciones de la América indígena. Las ideas simplistas de Assad Bucaram, si bien afectó a los anhelos populares, no iba más allá del estrecho molde de connotaciones electorales, las cuales debían catapultarlo a un control absorbente del poder, para destinarlo a revanchismos sociales a los que era muy proclive. Escasa significación le aportaba la estructura de la mentalidad reformista de Rocafuerte y Alfaro y la reivindicación de nacionalidades indígenas, como los expresa Barrionuevo, en pos de “la unidad del Estado Ecuatoriano Multinacional”, le era extraña, y demostraba sus desafectos a un proyecto político intenso y vertebrado, que no siendo inmediatista, pudiera entregar a las futuras generaciones, una nación, inmersa en los principios que Roldós, traducidos en la protección de los derechos humanos en toda su más amplia concepción filosófica y pragmática, proyecto que se enfrentaba con su visión epidérmica del señor Bucaram, en cuanto a satisfacer solo momentáneamente las aspiraciones populares.

En otras palabras, en el Modelo Económico de Desarrollo Autónomo e Integral, y su vertebración de las clases sociales referidas a lo democrático y emergente, no participaba su caudillismo que para él era más trascendente, y en ello cifraba su futuro político, desdeñando,

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