Maquiavelo
Enviado por letirius • 26 de Septiembre de 2014 • 2.809 Palabras (12 Páginas) • 259 Visitas
Introducción
El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos. Su concepción y su practica ha sido
heterogénea a través de la historia de la civilización.
Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en forma tan realista y
desnuda como Nicolás Maquiavelo.
El propósito de este trabajo es analizar El Príncipe considerado como texto fundador de la ciencia política,
aunque hoy en día esta disciplina se ha desarrollado mucho mas allá de aquellas recomendaciones.
La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro leído, es la del cinismo como actitud indispensable en las
tares del gobierno..
desarrollo
Si en la antigüedad Constantinopla logró convertirse en una de las ciudades más importantes por su actividad
cultural y comercial, Florencia logró un lugar excepcional por ese mismo aspecto durante los siglos XV y
XVI. Esta ciudad se encontró envuelta en la difusión de las nuevas ideas de la revolución renacentista.
Se puede afirmar que esa urbe se constituyó en el epicentro del nuevo sistema político y cultural. Maquiavelo
estuvo ligado desde muy joven a la administración política de esa ciudad y participó como arquitecto de la
política exterior de la república. El vínculo más decisivo de Maquiavelo con su lugar de origen fue su
indeclinable y permanente decisión de defender la libertad republicana. Bajo ese deseo logró modelar su obra
y ligar su vida al destino político de Florencia, aportando de manera sólida sus conocimientos de gran valor
histórico.
Su tiempo histórico es real y corresponde al proceso de transito de la Europa medieval a los tiempos
modernos, sobre cuyas bases surgió posteriormente el modelo capitalista de organización de la economía. La
libertad mental conquistada por el hombre del Renacimiento y que lo apartaba de dogmas para enfrentar de
manera más creadora la realidad material, representa el nuevo espíritu con el que la burguesía ascendente
organizó las relaciones sociales en la Europa de los siglos XIV, XV, XVI.
La liberación de la individualidad en el Renacimiento contrasto con el estancamiento de la eco
Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir que los valores y la moral tradicional
cimentados por la iglesia católica no se ajustaban al mundo cambiante e inestable que surgía en Europa
renacentista. La edad media había creado en Europa un sinnúmero de principados feudales fraccionados y
dispersos. Todos ellos operaban como factores adversos a la necesidad de centralización del poder requerido
por las nuevas clases sociales en su camino de expansión comercial. La amplia experiencia acumulada por
Maquiavelo en las cortes europeas como representante de la cancillería florentina, su contacto con príncipes y
su observación de las decisiones gubernamentales, le ofrecieron una visión excepcional sobre el carácter de
los hombres de Estado y los alcances de sus actos políticos.
Con el tiempo Maquiavelo colocó este juicio en el autentico corazón de su análisis sobre el caudillaje político
en El Príncipe.
En El Príncipe se complementan de forma extraordinaria el creador literario, el investigador histórico y el
analista político. Con esas ventajas, esta obra pudo situarse entre la más bellas construcciones de la prosa
italiana del siglo XV y de la literatura universal. El hombre que se sumerge en los hechos y que vive
intensamente los acontecimientos políticos de su época, no riñe con el observador que luego los mide y los
confronta con su visión del Estado y de la naturaleza humana.
El poder considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu humano, y el fenómeno político
visto como la expresión suprema de la existencia histórica que involucra todos los aspectos de la vida, es la
concepción que subyace en las disertaciones de El Príncipe.
El Renacimiento había dado inicio a la secularización del mundo y las cuestiones religiosas quedaban
restringidas al ámbito de la conciencia individual. La ciencia renacentista había despojado al hombre de su
armadura teológica y le había devuelto la voluntad de organizar su existencia sin temores o esperanzas de
compensación espiritual; en una vida ultraterrena.
El Estado también empezaba a concebirse como un poder secular no ofrecido a los individuos por derecho
divino sino por intereses económicos, de clases o ambiciones personales. Fue esa gran mentalidad la que
perneó la obra de Maquiavelo y de la que derivó su concepción del poder y de la política. Maquiavelo no es
ajeno a la moral.
Y supo intuir antes que sus propios contemporáneos que era imposible organizar un Estado en medio del
derrumbe social de Italia. Las opiniones posteriores sobre su obra, en lo concerniente a su política de
maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, ignoran que el escritor florentino fue un
ardiente partidario de la libertad. Y lo demostró con sus escritos defendiendo las instituciones republicanas
que fueron destruidas con la invasión de Francia y España a Italia; lo mismo que contra la corrupción, a la que
consideraba una amenaza contra la libertad, virtud sin la cual ningún pueblo puede construir su grandeza.
Sencillamente es una reflexión en la que se reconoce que de las mismas circunstancias que enfrenta El
Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo cambiante. El éxito de un
soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y armonizar su conducta con la dinámica
inherente a ellas. Son las necesidades las que impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que
los hombres se miden con el mundo y actúan sobre él. Premisa infalible que había olvidado la Edad Media.
Ello significa que la ambición de Maquiavelo de ver una Italia unida, expuesta de forma precisa en los
consejos que en 26 capítulos sugieren al magnífico Lorenzo de Médicis, no constituyen un esp
común".
La moral para el diplomático florentino radica en los fines y la ley constituye el núcleo organizador de la vida
social.
Para Maquiavelo está claro que ha diferencia de los países europeos, en Italia no había sido posible construir
el Estado−nación. El soberano que fuese a enfrentar esta reto histórico, necesitaría de una suma de poder que
lo convirtiera en un monarca absoluto.
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