Multilinguismo Y Politica Idiomática En El Perú
Enviado por carolinaflores • 8 de Agosto de 2011 • 3.433 Palabras (14 Páginas) • 3.341 Visitas
MULTILINGUISMO
Y POLITICA IDIOMATICA
EN EL PERU
El carácter multilingüe es una de las constantes que atraviesa la configuración sociocuItural del Perú a lo largo de toda su historia. El territorio peruano, lleno de contrastes, fue escenario en que se dieron cita lenguas de diversa procedencia y de distinto rol histórico. Dichas lenguas fueron difundiéndose unas veces y sucumbiendo otras acorde con la expansión de unos pueblos y la recesión de otros. De allí que el mapa lingüístico actual sea el resultado de una serie de desplazamientos y superposiciones de lenguas cuyo número e identificación resulta difícil de precisar (sobre todo en el pasado ), pero que, a través de su interacción -en verdad, la de sus hablantes- forjaron definitivamente la naturaleza multilingüe del país. Como se sabe, no todas las lenguas tienen la misma importancia ni el mismo peso funcional; la distribución desigual de las mismas es el resultado de las relaciones que entablan sus hablantes en el seno de la sociedad. De donde resulta que la imposición de unos idiomas sobre otros no se debe al carácter intrínseco de los mismos (como se pensaba al amparo de la corriente evolucionista más dogmática) sino al ejercicio del poder por parte de sus hablantes, a la política implícita o explícita asumida por sus organismos de decisión. La situación peruana ilustra esto último a cabalidad, pues debido al carácter de la sociedad vigente, y cuyos antecedentes se remontan a la imposición del poder extraandino, la jurisdicción funcional de las lenguas se distribuye desigualmente, favoreciendo al castellano en detrimento de las lenguas ancestrales y de la cultura a la que sirven de sustento: la nuestra es, de esta manera, una sociedad típicamente diglósica. En lo que sigue se ofrecerá un excurso sobre la situación lingüística peruana, pasada y presente, así como en relación a las políticas idiomáticas asumidas en la historia del país tanto en su etapa autónoma como en la de su largo camino de dependencia.
* El presente trabajo es una versión corregida y aumentada de la ponencia presentada por el autor en el Seminario sobre Lenguaje y Visión del Mundo, organizado por el Instituto Cultural Goethe y el CONCYTEC en Junio de 1983.
1. Realidad plurilingüe. El nuestro es un país lingüísticamente fragmentado en el que se hablan numerosas lenguas que integran por lo menos catorce grupos idiomáticos. Once de ellos se localizan en la floresta amazónica, formando lo que se comprende como grupos lingüísticos de la selva. De los tres restantes, los grupos quechua y aru se distribuyen a lo largo de los Andes, encontrándose también al primero en la hoya del Amazonas; y, finalmente, el tercero, formado únicamente por el castellano y sus variedades regionales, se extiende a lo largo de la costa y de las otras dos regiones, principalmente, por lo que se refiere a estas dos últimas, en torno a los núcleos urbanos.
Por lo que respecta a las dos familias lingüísticas andinas propiamente dichas, la quechua y la aru, su distribución territorial es como sigue. El quechua es hablado en veintiuno de los veinticuatro departamentos en que se divide el país. En efecto, de éstos quedan excluidos dos departamentos del extremo norte (Tumbes y Piura) y uno del extremo sur (Tacna). Como es sabido, sin embargo, la distribución del quechua en el resto de los departamentos no es pareja, pues al lado del continuum que cubre, en dirección sur, los de Ancash hasta Puno, se divisan áreas discontinuas en Lambayeque (provincia de Ferreñafe ), Cajamarca (provincias de Cajamarca y Bambamarca), Amazonas (provincia de Chachapoyas), San Martín (provincias de Sisa y Lamas), Loreto (a lo largo de los ríos Napo, Pastaza y Tigre), Ucayali y Madre de Dios (en la región del Tahuamanu). Por lo que toca al aru, de menor distribución geográfica, se lo encuentra en Lima (en el distrito yauyino de Tupe), Puno (en las provincias de Huancané, Chucuito y en algunos distritos de las de Puno y Sandia), Moquegua (en las provincias de Mariscal Nieto y Sánchez Cerro) y Tacna (en la provincia de Tarata). En relación con la población quechuahablante, ella se calcula, incluyendo a los bilingües, en unos 4 millones; los aruhablantes, por su parte, suman algo de 350 mil. Tanto el quechua como el aru constituyen familias lingüísticas que comprenden diversas lenguas y dialectos.
Así, la familia quechua está integrada por dos grandes subgrupos, a saber: el quechua central (comprendido entre los departamentos de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín y Lima) y el norteño-sureño (desglosable en el norteño: Ferreñafe, Cajamarca, Amazonas y los departamentos del oriente; y el sureño: del departamento de Huancavelica al sur). Al interior de tales subgrupos, cuya distribución territorial proporcionada es sólo aproximada, se ordenan otras tantas subvariedades que, al par que complican el panorama en su conjunto, proyectan zonas de transición entre una rama y otra. En tan complejo mosaico
dialectal, la inteligibilidad, cuasi nula entre las variedades más alejadas de cada rama (por ejemplo, entre el ancashino y el cuzqueño), puede tornarse recíproca a medida que se reduzcan las “distancias” tanto estructurales como geográficas (como la que se da e la provincia limeña, de Yauyos, por ejemplo). Dicha realidad pone de manifiesto hasta qué punto las nociones de lengua y dialecto resultan demasiado vagas, pues si bien encontramos al interior del quechua configuraciones marcadamente distintas (como las que se dan, por ejemplo, entre el francés-castellano, en un caso extremo, y el castellano-portugués, en el otro), suficientes como para considerárselas en términos estructurales como lenguas diferentes, la relativa carencia de autonomía de las mismas (en vista del continuum mencionado) determina el que sean vistas a modo de variaciones, demostrando una vez más que la noción tradicional de lengua obedece más bien a criterios socioculturales y políticos que estrictamente lingüísticos (cf., a este respecto, la discusión de Wolck 1977). Por su parte, la situación del aru es menos compleja, toda vez que esta familia está integrada por dos ( y quizá tres) variedades diferentes: la aimara, hablada en los departamentos sureños mencionados, la jacaru y la cauqui (esta última en franca extinción), habladas en la provincia limeña de Yauyos.
Por lo que toca a las familias lingüísticas de la selva, ellas se clasifican (cf. Ribeiro y Wise 1978) de la siguiente manera: (a) familia arahuaca , localizada en los afluentes de los ríos Urubamba y Apurímac (comprende los grupos ashaninca, matsiguenga y piro); (b) familia cahuapana , hablada en las hoyas del Marañón y Huallaga (formada por el chayahuita y el jebero); (c) familia harakmbet, localizada en el Madre de Dios (comprende el amara-kaeri; arasaeri, huachipaeri y toyoeri);
...