México Bárbaro

México Bárbaro

John Kenneth destapa la realidad en la que vivía México en aquel entonces, algo que nadie logró hacer en ese entonces.

Cuando se encontró con cuatro personas que le dijeron que aún había esclavitud en México, él no lo podía creer así que decidió emprender un viaje y comprobarlo por él mismo.

Llegó a la península de Yucatán pretendiendo ser un inversionista adinerado para meterse en el negocio del henequén.

Los “magnates del henequén” trabajaban con mayas y yaquis mandados desde la zona norte del país por el mismo gobierno, separándolos de sus familias. Eran esclavos, trabajaban horas en exceso y podían ser comprados o vendidos.

Los yaquis eran excelentes trabajadores y eran muy resistentes.

A partir de un decreto del presidente, todos los yaquis tenían que ser atrapados y mandados a Yucatán para que trabajasen en el negocio del henequén. Estos morían a los 6 meses por los malos tratos de los hacendados y por el cambio climatológico.

Acompañó a los yaquis en su camino en el ferrocarril hacia Yucatán, y no sólo era yaquis, ya que cualquier persona que estuviera pasando, se la llevaban para que fuera un esclavo. Muchos morían en el trayecto y otros al llegar, los niños se quedaban huérfanos y los “amos” de estas personas casaban a las mujeres para que hicieran familia y hubiera más mano de obra.

En Oaxaca, las zonas tabacaleras, había gente traída de cualquier parte de la república. Los enganchaban diciéndoles que habría gran paga y buena alimentación pero cuando intentaban salir o pedir algo, se los prohibían.

Mujeres, niños y hombres trabajaban de igual forma. No duraban más de 5 meses con vida.

Cruelmente se deshacían de los cuerpos aventándolos a los pantanos para que los cocodrilos los devoraran muertos o vivos pero agonizando.

Kenneth se hizo amigo de varios hacendados tabacaleros y de oficiales del gobierno. Y se dio cuenta que Oaxaca (El Valle Nacional) era peor que Yucatán.

El jefe político de Pachuca recibía dinero por cada trabajador que les mandara. Los culpaban de delitos que ellos no habían cometido para mandarlos a trabajar allá. No importase que fueran niños o mujeres porque también tenían jornadas para ellos.

En México no había ni una ciudad que fuera consideraba “civilizada”, personas de la clase trabajadora, vivían en albergues con hasta doscientas personas más y esto ocasionaba que muchas mujeres fueran abusadas sexualmente.

Díaz encabezo tres rebeliones contra un gobierno pacifico que además había sido elegido popularmente, y en tres ocasiones se presentó como candidato a la presidencia. Desde entonces se demostró que el pueblo no lo quería como su mandatario. Después entro a la capital de la república con su ejército y se proclamó a sí mismo presidente.

Ya que no se puede gobernar un país contra su voluntad, Díaz lo privó de sus libertades. El régimen de Díaz se puede entender como uno donde el pueblo mexicano está controlado a la fuerza. Arreglando elecciones, interviniendo en la prensa, con la fuerza militar a su servicio y los fondos mal distribuidos, fue capaz de crear una farsa de su gobierno.

Durante este tiempo prácticamente arrebató las tierras mexicanas a su pueblo que se veía desprotegido y se las entregó a

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