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México Mutilado


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2014  •  6.423 Palabras (26 Páginas)  •  418 Visitas

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Este libro no lo alcance a leer por completo pero se me hico muy interesantes sobre algunas te hace abrir la mente de cómo fue en realidad México y un hecho que la historia que se nos enseñaron des de pequeños esta disfrazado, se ocultan muchas realidades, se ha puesto como héroes nacionales a quienes simplemente no lo merecen, nos muestra escenarios que han sido degradantes para nuestra historia o han sido omitidos, o se han enseñado como algo que nunca fue.

Sabemos que nuestro país es muy rico, que contamos con gran variedad de recursos naturales, de ecosistemas etc. Pero considerando los hechos presentados en el libro de México Mutilado podríamos decir que tenemos un territorio que fue robado de manera ilegal por Estados Unidos, y que parte de los que nos perteneció nos fue robado.

La política en México siempre se ha manejado en bases a corrupción, las personas en el poder, lo usan para el beneficio propio y de su gente cercana, o de quien puede pagar el servicio del gobierno, pero a la sociedad se le maneja diferente

La avaricia por parte de un presidente norteamericano, y el desinterés patriótico por parte de lo que fue uno de nuestros presidentes, dio como resultado un robo territorial en el que se vieron beneficiados solamente dichos presidentes, uno obtuvo el territorio que quería codiciosamente, y el otro obtuvo el respaldo para volver a la presidencia del país.

El pretexto utilizado por Santa Anna para hacerse una vez más del poder y ejercer de nueva cuenta la presidencia de la República, volvió a operar a la perfección desde un punto de vista político. Regresa de El Encero a la ciudad de México el 3 de junio de 1844, cuando percibe el preciso momento de ser coronado por la Patria con ramas doradas de laurel.

Contaba con una experiencia delirante para detectar la oportunidad idónea del resurgimiento

En 1829,el libro nos dice que España intentó por última vez recuperar México, la gran joya de la corona, por medio de las armas.

El general Barradas, jefe de la expedición naval española, fue destruido prácticamente por un huracán y otras calamidades, todas ellas naturales, como las enfermedades tropicales, sin haber librado más allá de tres escaramuzas en Tampico.

Santa Anna no gana una sola batalla, ni una, pero eso sí gana la guerra y aprovecha la coyuntura geográfica y climática para ostentarse como el vencedor indiscutible. Santa Anna había sido electo, por segunda ocasión, presidente de la República y de acuerdo a las Bases Orgánicas, tenía que haber iniciado los cinco años de su mandato el 1 de febrero de 1844, pero, como siempre, se había retirado a su finca a disfrutar los aromas de la campiña veracruzana sin haber tomado posesión de su elevado puesto y habiendo nombrado presidente sustituto a Valentín Canalizo.

No era nada nuevo en 1833, el año de su primera elección, tampoco se había presentado a rendir su juramento para defender y hacer defender las leyes en su carácter de jefe de la Nación en el marco de una ceremonia solemne.

En el fondo, no jura ante nada ni ante nadie porque detesta la existencia del Congreso, aborrece las ideologías de los legisladores y se incendia ante su capacidad legal para oponerse a sus determinaciones.

No, no asistió, entre otras razones, ante el pleno del Poder Legislativo, como una clara manifestación de desprecio a la posición política y a la fuerza constitucional de los representantes populares. Un año después clausurará las Cámaras, las disolverá como prueba de su autoridad.

Hasta el 4 de junio de ese mismo 1844, cuatro meses después, y supuestamente por la causa tejana, decide ejercer el puesto para el que había sido electo como presidente titular de la República, personalidad política y jurídica que, por otro lado, muchos legisladores, periodistas y diplomáticos se habían negado a reconocerle tomando en cuenta los objetivos militares por los que había vuelto de su hacienda.

Si regresa a la vida pública, según alega airadamente su excelencia, sin duda es por Tejas, la espina que tenía clavada en el alma después del desastre de San Jacinto, ocho años antes En realidad pretende volver para imponer su ley, el orden a su manera. Nadie respeta a Canalizo.

El poder se le escurre como arena fina entre los dedos de la mano. La descomposición política bien pronto puede alcanzarlo a él mismo.

Es la hora de intervenir, de distraer a la sociedad con la amenaza de la guerra contra Texas, mientras su excelencia llama a cuentas a los legisladores y a los periodistas extraviados y los convence de la procedencia de sus planes con arreglo a diferentes tácticas, advertencias y chantajes que habrán de “conducirlos de nueva cuenta por el camino del bien y de la verdad.

El sabrá someter a los legisladores rebeldes y facinerosos distrayendo, por lo pronto, su atención, al iniciar una campaña militar parecida a la de El Álamo en 1836, para recuperar los territorios del norte a punto de ser perdidos irreparablemente.

Ajustará cuentas sobre la marcha. Sin embargo, se equivocaba de punta a punta si pensaba que encontraría un Congreso obsecuente y una prensa plegadiza a sus sugerencias y caprichos.

El costo estimado para la campaña tejana de 1844 se eleva a veintidós millones de pesos, casi el doble de todos los ingresos del Estado que suman tan sólo doce. En la prensa, en las calles, en las elegantes, en las calles de la Ciudad de México, se dice es mucho mejor vender Texas, un territorio deshabitado que nada nos ha reportado y obtener millones de dólares como los que cobró Francia cuando vendió la Luisiana a Estados Unidos, que pelear una guerra sin armas, sin soldados, sin dinero y sobre todo, con el inmenso peligro de perder todo el país. Es más inteligente hacer un buen negocio que pelear una guerra inútil.

Esta es una maniobra más de este gobernante para hacerse otra vez del poder aprovechándose de la apatía de nuestra gente. Ahora viene a lucrar políticamente con Texas.

Si libramos la guerra por el rescate de Texas las pérdidas jamás compensarán las ganancias en el caso remoto de que llegáramos a ganarla. En lugar de usar el dinero para la guerra, usémoslo para reconstruir y unir al país.

Surgen las amenazas supuestamente satanistas: El extranjero que se encuentre a una legua de la margen izquierda del Río Bravo, será ejecutado por traidor. empiezan las medidas draconianas.

De las advertencias pasan a los hechos en el mes de junio es arrestada, cerca de Matamoros, una banda de filibusteros que iban camino a Yucatán. Habían violado claramente la frontera.

Uno de los ingredientes fundamentales para iniciar una guerra y también, uno de los imprescindibles para ganarla, es sin duda, la capacidad económica, la fortaleza financiera

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