Necesidad de la historia
Enviado por David Ayala • 30 de Enero de 2019 • Ensayo • 14.050 Palabras (57 Páginas) • 155 Visitas
NECESIDAD DE LA HISTORIA
Por : Olympo Morales Benítez
“Nuestra concepción de la historia refleja
nuestra concepción de la sociedad (…)
declaro mi fe en el futuro de la sociedad
y en el futuro de la historia"[1]
(E.H. Carr)
Como sabiamente lo afirma E.H. Carr (1995, p.214), nuestra noción de historia es el reflejo de nuestra idea de sociedad. Así, el debate y la discusión entorno a la historia ha sido eterno y está presente desde que el hombre empezó a comunicarse y a expresar la cotidianeidad de su diario vivir. Por ello, es preciso cuestionarnos sobre aquello que concebimos como historia, la manera cómo ha evolucionado la forma de hacer historia y de pensar la historia. En últimas, es preciso vislumbrar nuestra noción de sociedad dando una mirada a nuestra forma de hacer, crear, pensar y discutir la historia.
Así pues, la historia, vocablo griego de origen jónico, es el análisis de los hechos en que se comprometen las gentes, bien como heroísmos extremos, grandes transformaciones o simplemente los hechos cotidianos, rutinarios y simples que van conformando el devenir de un pueblo y le dan en ocasiones acento a una determinada época.
Cada generación examina ese pasado con tesis ideológicas diversas, con disímiles metodologías, con lenguajes imaginativos, con nuevos métodos de indagación de su devenir histórico y de ese ejercicio sale lo que se conoce como el pensar histórico.
Hermosamente la describe Ruiz–Doménec cuando en su texto recogido en Rostros de la Historia, en el que en ocasiones nos recuerda la límpida y cristalina prosa de Kazantzakis[2], sostiene que “(…)la historia ha sido necesaria, completamente necesaria, para comprender los quebrantos y los sinsabores, las alegrías y los gozos humanos (…) ha sido necesaria para sacar al hombre de su permanente estado de confusión”[3] y esa profunda llaneza nos sirve para introducirnos en los tormentosos y casi siempre impredecibles mundos que conforman la historia de los hombres.
Tradición Oral.-
En el periodo anterior a la escritura se negó la existencia de la historia, puesto que, no existía la escritura como fuente primaria. Sin embargo, la tradición oral, única memoria que tenemos, si bien no es totalmente confiable, es la primera fuente, la primaria por excelencia, para empezar a hacer y a pensar la historia. Es esa historia que se cuenta en voz baja, que transmite las vivencias y tradiciones de un pueblo, es el instrumento y el vehiculo por excelencia para transferir emociones, costumbres y pensares, que se transmiten en cadenas y que son reelaborados, repensados, reconstruidos de una generación a otra.
La tradición oral tiende a confundirse con la oratoria y por tanto lleva un marcado acento político que conduce a contradicciones y tiende a hacerla poco confiable. Entre los grandes exponentes de la misma se destaca Catón el Antiguo (Tusculum, actual Italia, 232 a.C.-?, 147 a.C.). Su obra “Orígenes” defiende la identidad de los romanos contra la influencia helenística[4].
Mundo Antiguo.-
La historia es circular, de alguna manera eterna. Sin principio ni fin. Todos los elementos de la técnica moderna de hacer historia están presentes en la forma como la hacían los antiguos. En este sentido, es preciso entrar a estudiar el mundo antiguo y el papel que tuvo la historia en esta etapa.
La historia nace, como disciplina, con ese contemporáneo de Eurípides y Sócrates; el griego Herodoto[5] de Halicarnaso (484 a.C. - 426 a.C.) quien pretendió “impedir que cayeran en el olvido las grandes hazañas realizadas por los griegos y los bárbaros durante las Guerras Médicas” y a quien Cicerón denominó el “padre de la historia“[6].
Lo sigue en la aventura, hace veintitrés siglos, Tucídides quien con su obra La guerra del Peloponeso, humaniza la historia y rompe el sentido individual del ciudadano y comienza a hablar de lo que pertenece a la humanidad[7].
Fuentes Escritas.-
El esfuerzo de estos dos historiadores se centra en la necesidad de que la historia intente separar, no siempre con éxito, la realidad de la fantasía que se expresaba en los horrores de las guerras y donde se confundían hombres y dioses. Por su parte, Eforo de Cimea[8] (400a.C.ca.330a.C.) intenta el primer recuento histórico como tal y le introduce a esta ciencia el uso de fuentes. Este autor cubre el período del 221 al 246.
La Historia como Biografía.-
Entre aquellos que acompañaban grandes guerreros recogiendo sus hazañas se destaca Calístenes[9] (370 a.J.C. - 327 a.J.C.) encargado por Alejandro de que preservara para la posteridad sus gloriosas campañas. En esta misma línea se destacan Hecateo de Abdera[10] (320 a. C.-315 a. C.) y Polibio[11] (Megalópolis, hoy desaparecida, actual Grecia, h. 200 a.C.-?, 118 a.C.) quienes salvan del olvido la campaña de los Escipiones[12] (185 a.C.-?, 129 a.C.) cuando decidieron dominar el Mediterráneo por medio de las legiones romanas. No importó que para ello tuvieran que desaparecer antiguas civilizaciones.
Fabius Pictor[13] (259 a.C. - ?) y Cincius Alimentus[14] conciben los primeros Annales que nos refieren los hechos en orden cronológico. Estos autores introducen la columna vertebral a la historia al forjar los primeros Annales. Narraron su propia experiencia. Así pues, escogieron como testimonio histórico para narrar aquel hecho en el cual habían participado. Serían pues los precursores de la historia inmediata, presente o simultanea. Desde el mundo antiguo estos historiadores nos plantean la pregunta de si el tiempo presente es o no un campo de investigación para el historiador. Con anterioridad a estos autores, se buscaba tener un espacio en donde se recogieran la historia sin que quienes la protagonizaron la enfrentaran.
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