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Oratoria Contempranea


Enviado por   •  29 de Octubre de 2013  •  2.401 Palabras (10 Páginas)  •  654 Visitas

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CAPITULOS DEL LIBRO ORATORIA CONTEMPRÁNEA: (click en un título para ampliar) CAPITULO 1: EL ORADOR

MIEDO ORATORIO

PERSONALIDAD

ESTILO

DICCIÓN

MOVIMIENTO

MANEJO DE SITUACIONES

CAPITULO 2: LA CONFERENCIA

INTRODUCCIÓN

PLANEAMIENTO

AJUSTE DEL TIEMPO

APOYOS VISUALES

CONCLUSIONES

CAPITULO 3: EL AUDITORIO

IMPRESION GENERAL

ADECUACIÓN

NOCIONES FECUNDAS

POSIBILIDAD DE MEMORIZAR

CAPACIDAD DE ENTRETENER

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ORADOR: ESTILO

El vocablo estilo viene del latín stilus y del griego stylo, punzón para escribir en tablas enceradas. Excelente traducción a la actual acepción de la palabra. Cada persona que escribe tiene su propio estilo ( punzón) para hacerlo. Como las impresiones digitales, nadie escribiría o hablaría sobre un tema de una manera idéntica a otro individuo. Su personal estilo es el fruto de la idiosincrasia, el estudio, las vivencias, los triunfos y los fracasos de toda una vida.

Es clásica, sin embargo una primera división del estilo oratorio, en cuanto a la cantidad de palabras y extensión de los pensamientos, y en cuanto al adorno. La primera viene de los atenienses: mensaje claro, conciso, breve. Estilo ático. Los pueblos del Asia empleaban muchas ideas, sinónimos, imágenes, frases ampulosas. Estilo asiático. Los habitantes de Rodas utilizaban un estilo intermedio, ni tan conciso, ni tan florido. Estilo rodio

Sin duda la oratoria es la que mejor se adapta a las características más buscadas en la oratoria moderna

La palabra hablada por naturaleza está sujeta a condiciones distintas de la palabra escrita. No se habla como se escribe. Por esa razón el discurso escrito para ser leído, debe componerse de acuerdo con las características del estilo hablado.

El estilo oratorio tiene sus propias leyes, que no son las mismas de la lengua escrita. La lengua oral permite – más aún, necesita – suspensos, repeticiones, silencios, etc., que son desaconsejables en la composición escrita. Quienquiera que haya tenido que corregir la versión grabada de una conferencia propia, comprenderá lo difícil que resulta adaptarla a la lectura, y hasta es muy probable que le cueste reconocer en esa versión su propio estilo escrito.

Desde que comencé a ocuparme de este tema, hace ya más de 25 años, no he dejado nunca de leer uno a uno cuanto libro, informe o artículo que se publique en una lengua accesible para mí, que tenga que ver con el arte de hablar en público. Siempre teniendo encuentra los principios que dieron origen a nuestra inquietud, que desde el primer momento expresamos con toda claridad en el adjetivo que sumamos a la palabra Oratoria, tan rimbombante como antigua: Contemporánea.

Creo que el nombre que dimos a nuestro primer curso en el año 1980, está muy logrado. Da una idea clara de nuestro propósito, la contemporaneidad o “aggiornamiento” permanente. Lo que es actual o moderno, deja de serlo en poco tiempo.

El orador que no es contemporáneo, es fácil distinguirlo en esta disciplina. La grandilocuencia, el espectáculo, las palabras rebuscadas, los gestos estudiados, la gracia programada, los silencios teatrales, la articulación vocal exagerada y los apoyos visuales perimidos, ya “fueron” en forma definitiva.

Así entendido, con ese objetivo claro, es que rescribimos este capítulo sobre las cualidades que consideramos esenciales en el estilo de la oratoria contemporánea y que resumimos en: naturalidad, verdad, brevedad y entrega

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NATURALIDAD

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El Toastmaster International lo dice con toda claridad: El estilo de la disertación actual, se puede describir como una conversación extendida “.

Aunque pueda parecer extraño, es necesario practicar la naturalidad. La premisa es precisamente que no se note la preparación en oratoria.

Es curioso lo que ocurre. Un artista de cualquier disciplina (pintura, canto, música, etc), se pasa su vida entera esperando ser reconocido como tal.

El buen orador hoy por el contrario debe esforzarse por ser natural, espontáneo, como si conversara de la misma forma, con el mismo idioma y con los mismos gestos que en un diálogo con amigos. Solo hablará más alto para que todos lo escuchen y se ampliaran los gestos para que todos lo vean.

Pero no hay motivo alguno para cambiar la personalidad por estar hablando en público o a través de un micrófono.

En la reunión de APOC que desarrollé este tema, lo establecí en una premisa que se proyectó en el salón: “Si lo operaron de la nariz, y se nota, lo operaron mal “. Si lo prepararon para ser orador, y se nota, lo prepararon mal”.

Creo que se entiende claro en ambos casos lo que se busca es la naturalidad.

Nuestro curso trata simplemente de sacarle al orador todo lo que no es él.

Aquello que no sirve y desluce las características de su propia personalidad.

Viene al caso el relato de una vieja historia. Le preguntaron una vez a Miguel Ángel. ¿Cómo hizo Ud. el David?. La respuesta es lo que aplica a nuestra intención “Muy sencillo, dijo Miguel Ángel, conseguí un bloque de mármol y le saqué todo lo que no era el David “.

estilo de la oratoria

Esto es precisamente lo que debe lograrse. Sacar todo lo que no sea usted mismo cuando esté al frente de un auditorio. No debe buscar que lo admiren, sino que lo escuchen. No hay nada más distinto de un actor, que un orador. No estoy actuando un personaje. Soy yo.

La mirada y el silencio, tan importantes en una tribuna, son solo armas de los que dispone un orador contemporáneo. No debe usarlas si no es imprescindible. Miremos si es posible a cada uno de los que nos escuchan, pero no en forma ostensible o artificial como si estuviéramos actuando. La mirada será la misma que usamos al hablar con nuestros amigos, que eso y no otra cosa pretendemos que sea el auditorio.

El

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