Origenes Del Sist Educativo
Enviado por hanson2 • 5 de Noviembre de 2013 • 7.195 Palabras (29 Páginas) • 322 Visitas
DIRECTIVISMO Y ESPONTANEÍSMO EN LOS ORÍGENES DEL SISTEMA EDUCATIVO ARGENTINO
1. Introducción
El presente trabajo constituye la primera parte de un estudio más amplio sobre el pensamiento pedagógico argentino. Su propósito no consiste en un análisis de las corrientes pedagógicas en función de su estructura y lógica internas, sino de su correspondencia y articulación con el conjunto de la práctica pedagógica, especialmente de la vigente en el ámbito del sistema educativo formal.
La historia de la educación en América Latina, particularmente la referida al pensamiento pedagógico, es uno de los ámbitos menos desarrollados por la investigación sistemática. Argentina no es una excepción a esta generalidad. Sin embargo, existe una difundida imagen acerca del pensamiento pedagógico en los orígenes del sistema (1860-1900) que adjudica una hegemonía muy fuerte al positivismo y asocia la influencia positivista con el conjunto de rasgos que el sentido común pedagógico atribuye al sistema educativo tradicional.
Un análisis más exhaustivo del período permitirá apreciar que la situación es mucho más compleja de lo previsto y que ya desde muy temprano quedaron planteadas con notable grado de madurez las diferentes alternativas posibles, no sólo en términos de política educativa sino también de opciones curriculares y metodológicas. Desde este punto de vista, hoy resulta habitual encontrar explicaciones y alternativas de acción pedagógica, que oscilan entre el directivismo y el espontaneísmo, entre la institucionalización del vínculo de aprendizaje a través de la escuela y la des-institucionalización que promueve la indiferenciación del proceso de aprendizaje en el proceso de socialización general. Estas alternativas, sin embargo, estuvieron presentes desde el origen mismo de la expansión escolar. En sí misma, una comprobación de este tipo no tiene demasiada importancia. La significación, en cambio, puede sobrevenir si contribuye a explicar más claramente el comportamiento de los diferentes actores sociales frente a las alternativas que se presentaban y cuáles fueron los resultados –en términos de permitir el acceso a una cuota mayor o menor de participación en la distribución social del conocimiento– de cada una de estas opciones.
2. El origen del sistema educativo argentino
Como se sabe, Argentina fue uno de los países de la región que expandió más tempranamente la escolaridad básica en el marco de los modelos europeos de la época. Las circunstancias socio-económicas que explican este fenómeno ya han sido analizadas en los capítulos anteriores de este libro. Corresponde, sin embargo, recordar algunos de los rasgos centrales de la propuesta educativa de fines del siglo pasado y que definen la naturaleza de lo que hoy se identifica como el sistema educativo tradicional.1
En primer lugar y aunque parezca obvio, es preciso tener en cuenta que la instauración misma del sistema educativo y la difusión de la enseñanza básica universal constituyeron una modificación sustancial en los modos de imposición ideológica tradicionalmente vigentes. Desde este punto de vista, uno de los aspectos que diferencia a los distintos países de América Latina en este momento fue la inclusión o exclusión del acceso a la acción pedagógica escolar como modalidades de imposición ideológica. Argentina, junto con Uruguay, Costa Rica y, en menor medida, Chile, fueron los países de la región que acompañaron su incorporación al mercado mundial como exportadores de materias primas e importadores de productos manufacturados, con una organización social y jurídica que suponía la inclusión del conjunto de la población en los circuitos básicos de difusión cultural.
Sintéticamente expuesto, el sistema educativo tradicional estaba concebido como un sistema de distribución social del conocimiento según el cual la masa global de la población tenía acceso sólo a un mínimo de enseñanza básica que garantizaba la homogeneidad cultural y una élite accedía a las expresiones más elaboradas y al dominio de los instrumentos que permitían cierto nivel de creación del conocimiento. La operación fundamental era la reproducción del conocimiento y de los modelos para acercarse a él; el maestro aparecía como la figura central del proceso de aprendizaje, ya que é1 resumía tanto los conocimientos como la autoridad que los legitimaba y la distribución se institucionalizaba en la escuela para garantizar el carácter homogéneo (no individualizado ni particularista, como el que podrían ofrecer otras instituciones socializadoras como la familia o la Iglesia). En este sentido, lo que caracterizaba al sistema educativo tradicional era el equilibrio o la congruencia en la articulación tanto entre los diferentes componentes del sistema educativo como entre éste y la realidad social para el cual fue elaborado.
En la literatura contemporánea, resulta habitual poner el énfasis en el carácter reproductor de la acción pedagógica escolar ejercida sobre el sistema educativo tradicional. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que, históricamente, la expansión de la escuela supone siempre un cierto grado de ruptura con las pautas que rigen la socialización primaria familiar. Incluso puede sostenerse que, en la medida en que la expansión escolar es producto de procesos de cambio social, la escuela cumple funciones que se acercan al tipo de fenómenos que la teoría de la socialización tipifica como acciones de reconversión social. Desde este punto de vista, es preciso recordar que la propuesta tradicional tenía dos características básicas: la cultura escolar reproducía el orden ideológicamente dominante pero, al mismo tiempo, este orden representaba una modificación sustancial de las pautas y contenidos de socialización utilizados por las instituciones particularistas (familia e Iglesia fundamentalmente). Dicho en otros términos, la propuesta tradicional implicaba que la escuela debía conquistar –generalmente en forma conflictiva– un espacio de acción pedagógica que antes correspondía a otras agencias. Este cambio implicaba una modificación importante en los contenidos ya que, desde este punto de vista, la escuela estaba llamada a difundir los valores seculares, principios republicanos y cierta visión científica de la realidad que reflejaba –con un grado bastante alto de correspondencia– el orden cultural que regía en los ámbitos más dinámicos de la sociedad global.
La articulación entre sistema educativo y realidad social –si bien siempre ha sido un problema complejo y conflictivo– se establecía fundamentalmente a partir de un eje específico: el eje cultural, la educación tenía, en este sentido, una tarea social prioritaria: formar al ciudadano (ya sea como dirigente o como dirigido)
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