Paradigma
Enviado por 875421 • 24 de Febrero de 2015 • 956 Palabras (4 Páginas) • 203 Visitas
EL PENSAMIENTO NACIONAL: raíces y giros 1920-1940
Por HECTOR DANIEL GUZMAN
Prof. de historia
Introducirnos en el pensamiento nacional, nos remite a la intelectualidad argentina, sus limitaciones, sus sueños y sus decepciones.
En los 20, hubo un paradigma que impacto a los intelectuales, la revolución rusa (1917), que hizo que Juan B. Justo creyera en la reconstrucción social1, una solución válida para la América latina.
La cuestión de que hubiere una cultura popular, y una cultura de élite, mostraba la dependencia cosmopolita de nuestros intelectuales, y las dificultades de construir un pensamiento nacional.
Las vanguardias europeas, subyugaron a las clases medias altas y a la aristocracia, el furor de lo nuevo2, se convirtió en un puente cultural con la Europa sitiada de incertidumbre ante los avances de las derechas y las izquierdas.
Lo novedoso fue también otro paradigma, que fue tomado por las minorías que creían ser las mejores3, que determino que los martinfierristas fuesen tan ajenos a lo popular.
Boedo, y toda su literatura social, tampoco implicó una total liberación cultural, la orientación satelital hacia Rusia4, coartaba toda operación de una verdadera emancipación.
Mientras Rusia y Francia, monopolizaban en los 20, la referencia extranjera de los intelectuales nacionales, algunos pensadores nuestros, como Carlos Ibarguren, sondeaban la nacionalidad desde una perspectiva nativista; el gaucho montonero y las provincias interiores, describían lo nacional, como una región periférica dormida, casi mítica que debía ser despertada para recuperar la nacionalidad (idea presente en Manuel Gálvez y Ricardo Rojas).
La característica colonial5 provinciana, en Ibarguren tiene que ver con una lectura del pasado reivindicativa, de todo lo que el cosmopolitismo detestaba, como la herencia europea que debía negarse.
El hispanismo (Rojas y Gálvez) de Ibarguren, su revalorización del folklore, y su crítica hacia el tango, diseñaba las dos Argentinas, la tradicional del interior, y la portuaria de Buenos Aires.
No descuida los elementos indígenas6, ni el catolicismo en la formación cultural argentina de las provincias.
El telurismo de Ibarguren, es el rasgo más marcado del nacionalismo nativista de 1917, anticosmopolita, tiende a un reacción contra los paradigmas ideológicos, que poco tienen que ver con el país, y que es el preludio del nacionalismo elitista de los 20, que nada tiene de integrista como el de Rojas.
Dos obras claves de los 20, Las ideas estéticas en la literatura argentina7 de Jorge Max Rohde, y Historia de la literatura argentina de Ricardo Rojas, señalan proyectos paralelos identitarios, que prolongan el nacionalismo del centenario.
Es el quiebre de una tradición cosmopolita de describir lo literario desde lo europeo, la oligarquía ilustrada8, comienza a disgregarse, porque muchos de sus miembros viran hacia la derecha.
En los 20, boedistas y vanguardistas, combaten entre si con las mismas armas, un sentir colonial9, que se proyecta desde Buenos Aires hacia el interior.
Inclusive el criolllismo de Jorge L. Borges y Ricardo Guiraldes, constituye el ensayo de atemperar el conflicto entre lo nuevo y lo viejo. Toda producción literaria de los 20, presenta esa hibridez10, que delata una tensión
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