Participación Ciudadana

Denisse Dresser decía “En México muchos viven con la mano extendida, con la palma abierta, esperando la próxima dádiva del próximo político, esperando la entrega del cheque, el contrato, la camiseta, el vale, la torta, la licuadora, la pensión, el puesto, la recomendación o la concesión de un bien público”.

Me pregunto, ¿En realidad los mexicanos estamos acostumbrados a recibir? ¿A ser receptores en vez de participar? ¿Qué esperamos siempre la oportunidad y vivimos sumergidos en un pasado, en héroes muertos y en una historia que debemos aprendernos de memoria?

Estas y muchas preguntas son las que nacen a partir del análisis y la reflexión de la conferencia impartida por Dresser. Es un importante tema de discusión que nos hace darnos cuenta que somos exactamente como nos describe, ciudadanos sometidos por un gobierno que nos tapa los ojos con infraestructura mientras la educación está muy por debajo de las necesidades de la población. Lo preocupante es que dependiendo la élite a la que pertenezcamos decidirá nuestro futuro. En nuestra sociedad mexicana, todos estos factores

de cultura definidos por nuestras raíces, son quienes juzgan y direccionan

nuestras acciones. En México, sigue siendo difícil saltar de una clase a otra. En México la brecha entre los de abajo y los de arriba es cada más más infranqueable.

Debemos aceptar que el país pasa por el mal uso de la educación y el dinero. No podemos vivir creyendo que no hay de qué preocuparnos, cuando hay evidencias de que en otros lugares del mundo se progresa de manera muy acelerada. En México solo el 5% de la población entre 25 y 34 años cuenta con educación superior. Resulta vergonzoso al comparar estas estadísticas con Corea del Sur donde el 26% de su población cuenta con educación superior y hace 30 años sólo era de 8%.

Por difícil que sea, algo está mal, algo no funciona. México continúa estancado perdiendo el tiempo y no invierte en su población, no se preocupa por ofrecer una mejor educación.

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