Pensamiento Politico
Enviado por paulina92 • 11 de Julio de 2014 • 1.900 Palabras (8 Páginas) • 302 Visitas
ANTECEDENTES
MARCO HISTÓRICO
La crisis del siglo III puso al Roma en un grave peligro. Los medios aplicados en la restauración fueron de carácter político, económico y religioso. En este último aspecto, los emperadores creyeron necesario, ante el resquebrajado Imperio, implantar la unidad religiosa, objetivo determinante para reforzar el Estado. Los Emperadores romanos dedicaron todos sus esfuerzos a fin de eliminar cualquier idea del cristianismo dentro de su Imperio. La fundación del Imperio Romano - Cristiano dio como único fruto el fracaso de cualquier idea del cristianismo dentro de su Imperio. " Ut denuo sint christiani ", el significado histórico de este edicto de proporciones enormes, a partir del mismo, se oficializó la tolerancia.
Otras concesiones fueron el reconocimiento del fracaso total del empeño en defender el estado pagano. A partir de este momento las relaciones Estado - Iglesia modificarán radicalmente su naturaleza.
La política religiosa de Galerio, la seguirá Constantino el Grande, investido y creado Augusto por el Senado. Como primera acción, Constantino decretó finalizar la persecución en Oriente, fomentada por su colega Laximino. En esta materia Constantino superó las decisiones de Galerio. Aún reconociendo oficialmente los derechos de los cristianos, ordenó devolverles los bienes confiscados, y conceder a la Iglesia los fondos del tesoro público que esta demandará. En el año 313, Constantino junto a Licinio concedió a la Iglesia libertad absoluta en todo el territorio del Imperio.
Así pues, el Edicto de Milán (313) no fue otra cosa que la proclamación oficial de una situación ya existente. El Edicto contiene dos disposiciones: libertad de conciencia y de culto y restitución inmediata de los bienes confiscados. La influencia del cristianismo repercutió de forma inmediata en el ámbito de Gobierno, así como en la legislación Imperial.
No repudiando el paganismo como religión oficial del Estado, Constantino otorgó a la Iglesia numerosos privilegios tanto de carácter económico como jurisdiccionales. Pero a cambio, la Iglesia tuvo que pagar un precio: el Cesaropapismo de Constantino. A su muerte, Constantino dejó a sus hijos un Imperio cristiano, sí, pero a la vez este conllevaba inevitablemente las causas que ocasionarían situaciones irreconciliables entre las dos instituciones.
Para la Iglesia, la causa del conflicto era la recuperación de su autonomía y libertad que perdió al aceptar incondicionalmente la paz que Constantino les otorgaba.
Los triunfos de la Iglesia se anularon automáticamente cuando Constantino se erigió como única cabeza visible de todo el Imperio. La lucha contra el paganismo no impedía a Constantino apoyar con igual energía la causa de los arrianos. A pesar de todo, durante el reinado de Valente (364 - 378), el arrianismo nunca sería una amenaza real para la ortodoxia. La iglesia se tuvo que enfrentar otra vez con el paganismo. La muerte de Juliano representó la última convulsión pagana y el correspondiente triunfo de la Iglesia.
Teodosio el Grande (379 -395) dio el paso inevitable de consagrar el cristianismo como religión oficial del Estado.
En la cuestión de la supremacía romana, se hizo sentir notablemente la intervención imperial. La división del Imperio, la fundación de la nueva capital en Constantinopla, y el declinar de la antigua Roma, fueron los factores históricos que, sin duda, condujeron a los Papas a proclamar y defender la supremacía romana, base del futuro poder papal.
El 17 de enero del año 395 moría en Milán Teodosio el Grande. Con él desaparecía el último gran Emperador de Roma que dirigió la totalidad del Imperio Romano. Sus dos hijos Arcadio y Honorio, habían sido investidos con el título de Augusto. Ahora, en el testamento, su padre Teodosio divide el Imperio entre ellos; asigna para Arcadio la parte Oriental y, para Honorio, la parte Occidental. A partir de este momento las dos partes del Imperio subsistirían pero cada vez con mayores matices de distanciamiento. A pesar de todo, mientras subsistieron los Emperadores Occidentales, se conservaron formalmente algunas leyes comunes y algunas modalidades de expresión.
El gran emperador Teodosio consiguió contener la presión de los pueblos bárbaros, pero, a partir de su muerte, la violencia bárbara era cada vez más amenazadora. La parte Occidental del Imperio había sufrido, de manera mucho más profunda, la influencia de los bárbaros, de la que sufrió la parte Oriental; ya que el ejército se basaba fundamentalmente en el reclutamiento de los contingentes bárbaros. A partir del año 395 los emperadores occidentales se convirtieron en simples delegados de los grandes generales bárbaros que los manipulaban según sus intereses. El hijo de Teodosio, Honorio, emperador de Occidente, consiguió que los bárbaros no conquistaran Italia, viéndose obligado, sin embargo, a aceptar la pérdida de importantes posesiones de Britania, Galia e Hispania. Muchos de los invasores bárbaros se mostraban dispuestos a reconocer la autoridad Imperial adquiriendo el status de foederati, aunque gozaban casi de total independencia.
Esta ficción de Roma, se debilitaba cada vez más, ya que en la realidad gobernaban generales bárbaros como Estilicón o Ricimero.
A partir de la muerte de Valentiniano III en el año 455, los magister militias, entre los que destacaba la figura de Racimero, dejaron de ser, como venían siendo, príncipes ministros y, por contra, los generales bárbaros comenzaron a nombrar y destituir emperadores de acuerdo con sus intereses.
Así pues, durante los veinte años siguientes, Occidente tuvo nueve emperadores, dirigidos a su antojo por los generales bárbaros que se habían introducido en el ejército.
En el verano del 476, las tropas situadas en el valle del río Po cuando recibieron el suministro de la intendencia reclamaron el trato correspondiente a destacamento federado y exigieron que se les entregara un tercio de las tierras de Italia. Orestes, padre del emperador Rómulo Augusto, rehusó la petición y, como consecuencia, soldados amotinados lo asesinaron en Piacenza. El 21 de agosto del mismo año, lo depusieron del trono aunque, gracias a su astucia, pudo salvar la vida.
Finalmente, entronizado emperador Odoacro, quien había comandado una revuelta
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