Peron Y La Iglesia
Enviado por camub • 2 de Septiembre de 2012 • 4.370 Palabras (18 Páginas) • 672 Visitas
TESIS
Las relaciones entre la Iglesia y Perón fueron buenas en el primer gobierno aunque fueron agravándose hasta culminar en lo que fue la quema de las iglesias en 1955, terminando luego con el segundo mandato del general Perón. Queremos plantear cuáles fueron los hechos que hicieron que esta relación fuera de esta manera.
LA CAMPAÑA PERONISTA
Al organizarse una Junta Ejecutiva Nacional pro!candidatura del coronel Perón, se designó una secretaría de cultos, que recayó en un laico católico ! José P. Maccioli! quien tenía buenas relaciones con varios sacerdotes y obispos. Él era el encargado de coordinar la acción del candidato y sus colaboradores con la de la jerarquía católica. El reclamo de apoyo a Perón, estaba ganando de antemano por la circunstancia en la que se organizaba la fórmula opositora. La presencia de comunistas y socialistas en el agrupamiento llamado Unión Democrática que llevaba como candidatos a los radicales Tamborini y Mosca, facilitaba la tarea del coordinador y entusiasta buscador de la apoyatura de la Iglesia. Luego de vencer algunas resistencias, que algunos observadores veían sólo como amenazas para disfrazar un apoyo ya brindado, el episcopado nacional, encabezado por Monseñor Copello, ofrece a Perón la más extraordinaria victoria pre!electoral: la Pastoral del 15 de noviembre de 1945. Naturalmente, la jerarquía no citaba a Perón!candidato, pero por contrario sensu condenaba toda colaboración y apoyo a fuerzas políticas que sostuvieran en sus programas: la separación de Iglesia y Estado, la anulación de la Enseñanza Religiosa en las escuelas públicas, y otros privilegios de la Iglesia. Era una directa opción por la fórmula peronista ya que la presencia de marxistas en apoyo de la fórmula opositora la incluía en la condenación episcopal. El efecto causado por este documento entre los católicos fue diverso. Los amplios sectores de clase media y media alta se vieron en la necesidad de realizar una primera opción, y lo hicieron por sus convicciones o intereses partidarios. Entre tanto los sectores obreros y campesinos veían en el apoyo indirecto de la Iglesia una señal de aprobación religiosa que tenía profundo significado para ellos, más atados a las tradicionales costumbres de una religión que se alimenta del pueblo necesitado. Para Perón y sus colaboradores la pastoral que era leída en todas las capitales e iglesias del país durante trece o catorce domingos consecutivos, el documento y la prédica de los párrocos !por indicación de sus autoridades jerárquicas! le brinda una tribuna proselitista de gran capacidad productiva.
En enero de 1946, una nueva carta pastoral del arzobispo Guilland de Paraná prohibía afiliarse o votar por partidos o candidatos que sustentaran: la separación de la Iglesia y el Estado, supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas, el divorcio vincular y los derechos de la Iglesia derivados de su carácter de religión del Estado. El arzobispo Zenobio Guilland citaba expresamente los partidos comunista y socialista (integrantes de la Unión Democrática) y en apoyo de su proclama citaba las palabras del Papa: La iglesia no se mete en política, pero cuando la política toca al altar, entonces sí puede y debe inmiscuirse en ella, señalando a los católicos cuáles son deberes.
La oposición católica se agrupa junto a De Andrea y al cura Dunphy de Liniers, quienes deben enfrentar a toda la estructura eclesiástica y política gubernamental durante varios meses, hasta que un reclamo directo de Perón al cardenal Copello logra la destitución del rebelde de Liniers, cuya parroquia había sido durante la campaña presidencial uno de los reductos más virulentos de los sectores antiperonistas.
EL GOBIERNO PERONISTA
La asunción del gobierno por el coronel Perón en 1946 no parecía modificar la línea seguida por el gobierno de facto en su relación con la Iglesia. El catolicismo político había renacido con fuerza en el país y pretendía institucionalizar sus logros durante el período 1943!46. Así resulta en la mayoría de los decretos dictados por
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el factismo, que reciben la aprobación del Congreso donde el oficialismo tiene amplia mayoría. La ley que institucionaliza la enseñanza religiosa es motivo de un extenso debate donde es difícil diseñar una línea divisoria. Cerca de medio centenar de legisladores discursean sobre el tema en los más variados tonos. Las líneas se cruzan pero el final del mismo resulta definitorio: 87 diputados oficialistas aprueban el decreto de Ramirez de 1943, contra 40 opositores que, pese a su confesión religiosa, veían el grave peligro que se cernía sobre la Iglesia al lograr esta clase de privilegios.
Las puertas del magisterio escolar se abrían así de par en par a los elementos de la Acción Católica, pero como las designaciones quedaban reservadas al gobierno !con asesoramiento eclesiástico! la disposición sufrió varios embates episcopales que reclamaban plena libertad de acción. La elección de los funcionarios directivos de la Dirección General de Enseñanza Religiosa trajo problemas, ya que los sucesivos sacerdotes (Sepich, García de Loydi y López Moure) se encontraban en el conflicto de una doble obediencia: como sacerdotes y como funcionarios. Finalmente, la elección de un hombre de confianza de la Curia, y hermano de Hernán Benítez !asesor de la Fundación Eva Perón!, salvó las distancias. Benítez de Aldama obvió las dificultades de la Ley, mediante un recurso ingenioso: solicitaba de los obispos los nombres de profesores aptos por nota oficial, pero juntamente se les rogaba hicieran llegar una lista reservada de nombramientos sugeridos. Así todos quedaban conformes: la ley y la Curia.
La ley de enseñanza religiosa levantó fuerte resistencia en los medios opositores tanto laicos como religiosos. Creó unanimidad casi total entre los cultos no católico!romanos y por su aplicación !muchas veces gravemente sectaria! originó los más grandes enfrentamientos dentro de la comunidad de estudiantes argentinos. Los más papistas que el Papa surgieron en la docencia, creyendo ganar méritos políticos !y económicos naturalmente!; así se dieron casos de enfrentamientos muy rudos, como el de la Escuela Normal No 4, cuya directora ejerció funciones de impedimento para el ingreso al ciclo de magisterio sobre aquellas alumnas que habían optado por Moral, en lugar de aceptar ser catequizadas religiosamente, por razones confesionales o a!confesionales. El estudioso protestante, Daniel P. Monti, señala que quizás esta ley, y su cumplimiento por funcionarios celosos de su confesionalismo, haya sido para los católico!romanos el elemento de mayor conflicto con el gobierno
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