Poca cizaña y abundante trigo

Poca cizaña y abundante trigo

No es de extrañar que el secularismo y las nuevas tendencias libres de interpretación tienden a confundirnos sobre la doctrina y la verdadera figura de Jesús; muchos católicos pensamos que por el hecho de serlos, nos hemos inmunizado contra el mal y que todos nuestros planes se deben y tienen que cumplir, nada mas ajeno a la realidad. Esa vacuna o antídoto contra el mal no existe. En el evangelio de hoy, Jesús permite que en nuestros ambientes frecuentados se nos presenten todo tipo de tentaciones, que la cizaña crezca a nuestro alrededor y que de ninguna manera nosotros podemos pretender vivir en una burbuja espiritual, les aseguro que no es suficiente refugiarnos en la iglesia o darnos tres golpes en el pecho, la cizaña está a nuestro lado; cuando Cristo tuvo la amplia y vasta misericordia de permitirme mi encuentro con El a través del cursillo de cristiandad, me lo advirtieron muy categóricamente: el que había sido invitado a tener una nueva vida era yo, pero que el mundo, el ambiente se encontraba igual o peor, que el maligno continuaba sembrando cizaña, incluso pero no exclusivamente entre los llamados.

Si bien es cierto que me gustaría vivir en un mundo donde solo reine la paz y la tranquilidad, también debo ser portador frente a los demás del gran tesoro que he recibido, es precisamente la ardua labor que día a día, yo, como individuo y criatura de Dios debo velar, esto es, fermentar de evangelio los ambientes. Este es el plan de Dios, me llama, me hace su amigo, me regala su Gracia, para que en el conocimiento de que soy un débil instrumento, haga el esfuerzo de cambiar mi ambiente, para que mis hermanos ni yo seamos cortados junto a la cizaña. No importando cual sea tu ambiente, laboral, familiar, educadores, medios de comunicación, justicia, profesional en general, el llamado es de actuar, dar testimonio real de que si se puede, no solo enarbolar y proclamar los valores cristianos, más bien vivirlos, para de esta manera arrastrar a los demás para compartir con ellos la buena cosecha del Señor, actuar en contrario nos conduce a cometer el pecado de omisión o lo que es aun más grave, convertirnos en cizaña. Pero como somos llamados a ser sal y luz del mundo, de nuestros ambientes, el día de la cosecha, es mi esperanza, habrá poca cizaña y abundante trigo. Se puede!!

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