Poncio Pilato
Enviado por sanya1409 • 2 de Enero de 2013 • 650 Palabras (3 Páginas) • 518 Visitas
Poncio Pilatos tenía la imagen de funcionario íntegro y benevolente que gozaba de un profundo sentido de justicia. Sabe que Jesús es inocente e intenta liberarlo, pero termina ordenando su crucifixión debido a que su debilidad de carácter le impide imponerse ante los judíos. Sin embargo, nada podría estar más alejado del Pilatos descrito por otras fuentes de la época. Filón de Alejandría, al citar una carta dirigida por el rey Agripa I al emperador Cayo Calígula, describe a Pilatos como una persona “inflexible por naturaleza y de una terca arrogancia, hombre rencoroso y colérico” cuyo gobierno estuvo saturado de “venalidad, insolencias, pillajes y constantes ejecuciones sin juicio previo, su incesante y penosísima crueldad.” Las acciones de Pilatos como gobernador se ajustan perfectamente a esta descripción. Durante su prefectura ejerció mano dura en Judea, al inició de esta introdujo en Jerusalén estandartes militares que contenían el retrato del emperador. Ninguno de sus predecesores se había atrevido a herir la susceptibilidad religiosa de los judíos de tal manera, pues con motivo de la prescripción legal judía que prohíbe las imágenes, las legiones romanas acostumbraban entrar a Jerusalén con estandartes carentes de efigies. Como Pilato sabía el alboroto que causaría su acción, ordenó que las imágenes fueran introducidas en la ciudad de noche y cubiertas con velos. Al día siguiente tras enterarse del hecho, los judíos acudieron a Cesárea y solicitaron al gobernador durante seis días que retirara las imágenes Jerusalén. Ante esta petición, Pilatos ordenó al ejército que rodeara a los solicitantes, a quienes amenazó con decapitarlos de no retirarse a sus casos. Sólo tras percatarse de que los judíos estaban dispuestos a morir antes de permitir el mantenimiento de las imágenes en Jerusalén, Pilatos ordenó la transferencia de los estandartes a Cesárea.
Con el afán de apesadumbrar a este pueblo, Pilatos ordenó colocar unos escudos chapados en oro dentro del palacio de Herodes en Jerusalén. Aunque no contenía imágenes, los escudos tenían grabada una inscripción que expresaba el nombre del autor de la dedicatoria y el del emperador Tiberio, que era a quien estaba dedicada. Ello fue suficiente para exaltar el celo religioso de los judíos que, encabezados por sus más destacados dignatarios, rogaron a Pilatos la remoción de los escudos. Tras ser negada su solicitud, los dirigentes judíos enviaron a Tiberio una carta en la que se quejaron por el obstinamiento del gobernador. Al enterarse de lo ocurrido, el emperador ordenó a Pilatos que retirara inmediatamente los escudos de Jerusalén y que los colocara en el templo de augusto que se encontraba en Cesárea.
Cuando Pilatos decidió construir a expensas del tesoro del templo un acueducto que llevara agua a Jerusalén miles de judíos acudieron ante sus presencia y le pidieron con gran escándalo que
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