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Problemática de la industrialización en Venezuela


Enviado por   •  8 de Agosto de 2022  •  Ensayo  •  2.400 Palabras (10 Páginas)  •  172 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela[pic 1]

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”

Núcleo Coro

Materia: Problemática de la industrialización en Venezuela

Facilitadora: Lisbeth Reverol                Participante: Rodríguez Yusfrandy

C.I.N: 29.600.801

UNIDAD VI CAPACIDAD DEL MERCADO EN VENEZUELA Y SUS POSIBILIDADES DENTRO DEL MOVIMIENTO DE INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

Venezuela está inmersa en la más severa crisis económica que haya encarado territorio latinoamericano alguno en la historia actualizada, con sombrías perspectivas de recuperación económica en el corto plazo y sin que se vislumbre una voluntad política decisiva para diseñar e llevar a cabo un programa económico integral, que atienda los desequilibrios macroeconómicos, las profundas distorsiones de los costos relativos y la disfuncionalidad de instituciones que mantienen la economía en un estado de caos. La economía venezolana acumula en los últimos 4 años una caída abismal del PIB cercana a 40%, en un cuadro de escasez que no solo perjudica a las organizaciones por la falta de insumos, materias primas y bienes de capital importados, sino a la población generalmente que hoy dedica buena parte de su tiempo de vida a la averiguación de bienes fundamentales para la permanencia. El Banco Central de Venezuela (BCV) se ha quedado sin reservas mundiales operativas, en un entorno en el cual los menguados ingresos petroleros por el momento no alcanzan para cubrir la pesada carga de obligaciones financieras externas heredadas de la bonanza, que aproximadamente se han comido 45% de las exportaciones anuales de la economía a lo extenso de los últimos 4 años. Para cubrir el desequilibrio externo, el régimen de Maduro ha recortado las importaciones (en todo su espectro de bienes y servicios) en casi 76% en el mismo lapso. Con inmensos problemas para cubrir la demanda interna de divisas, el duro mecanismo de control de cambios que ha regido el territorio a partir de 2003 ha colapsado y, a partir de septiembre del año pasado, la economía se ha quedado sin mercado cambiario legal u oficial y a merced de un mercado paralelo no legalizado, cuya tasa de cambio ha adquirido un comportamiento explosivo.

El área externa no es el exclusivo en inconvenientes en Venezuela, la economía atraviesa una crisis fiscal como consecuencia de la pesada carga de la deuda externa acumulada, de la caída de las ganancias petroleros y de la no menos fundamental caída de las ganancias de procedencia no petrolero, que fueron erosionados por la inflación. El territorio ha entrado en un proceso de hiperinflación que, según los datos del índice de costos que publica la Asamblea Nacional, movió los costos en el último trimestre de 2017 a una tasa promedio mensual de 62%. El proceso de aceleración inflacionaria, que retrospectivamente se remonta a fines de 2012, ha destruido por completo con los logros transitorios y cíclicos de los programas de desarrollo social de la Revolución Bolivariana. En solo 2 años, entre 2015 y 2016, 10 millones de individuos fueron enviadas al casillero que se halla por abajo del umbral de pobreza, y conforme el plan Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), alrededor de 80% de los domicilios estaba en situación de pobreza para finales de 2016.

Pese a los cuantiosos recursos que la economía de la nación registró en el pasado el costo del petróleo, la deficiente administración macroeconómica y una gestión frágil de las ganancias petroleros llevaron a la economía venezolana a un grave problema de escasez de divisas y a una situación en la que se hacía imposible, con el sistema cambiario imperante, llevar a cabo paralelamente con las obligaciones externas y con las importaciones requeridas para conservar la normalidad económica. Venezuela vino cabalgando con una crisis externa que se convirtió en una crisis de deuda, con sus clásicos ciclos de euforia y deflación en los costos de los títulos del país.

A pesar de los esfuerzos emprendidos a partir de la segunda mitad del siglo XX, la zona no ha logrado seguir de forma decisiva en la construcción de construcciones duraderas de cooperación e incorporación que le permitan pasar de ser un seguidor de reglas a un hacedor de reglas en el sistema mundial. Tampoco es viable tener en cuenta a Sudamérica (lo que involucra excluir a México y las naciones de América Central y el Caribe, que en los últimos años tienden a profundizar sus vínculos económicos con Estados Unidos) como un actor que habla con una sola voz. Ni siquiera las empresas subregionales de unión, como la Sociedad Andina de Naciones (CAN), el Mercado Común Centroamericano (MCCA) o el Mercado Común del Sur (Mercosur) han logrado colocarse como actores coherentes. Y los cambios políticos de los últimos años no han cambiado este caso: a pesar de la preponderancia de gobiernos progresistas, las tácticas de inserción mundial de las naciones latinoamericanos siguen siendo bastante diferentes entre sí. Hoy, al igual que en el pasado, la averiguación de resoluciones nacionales prevalece sobre los esfuerzos de concertación e incorporación.

Tampoco se habla de una fácil ausencia de instituciones. Por cierto, hay una extensa variedad de organismos creados para promover la cooperación, la concertación y la incorporación: la Sociedad Latinoamericana de Libre comercio (Alalc), establecida en 1960, y su sustituta, la Sociedad Latinoamericana de Unión (Aladi), ideadas para fomentar los procesos de incorporación y robustecer los lazos de amistad y solidaridad entre los pueblos del territorio. El Sistema Económico Latinoamericano (SELA), desarrollado en 1975 con el fin de fomentar un sistema de consulta y coordinación entre los 26 territorios que lo unen para acordar posiciones y tácticas habituales en materia económica, en especial ante otros territorios, conjuntos de naciones y foros y organismos de todo el mundo. El Conjunto de Flujo de agua, heredero del proceso de Contadora, inaugurado en 1986 como espacio de concertación política. Pese a cada una de los esfuerzos, tienen la posibilidad de mencionarse además varias tendencias positivas. La primera es el cambio en los enfoques de la política exterior desde los procesos de democratización. Con el objeto de las dictaduras, una totalmente nueva generación de políticos y asesores arribó al poder, con opiniones y reacciones más orientadas a la cooperación que al problema. Los enfoques geopolíticos perdieron trascendencia y varias antiguas rivalidades quedaron atrás, como lo muestra el acercamiento entre Argentina y Brasil: a partir de mediados de los 80, las interrelaciones bilaterales entre los dos territorios se ampliaron y profundizaron, se superaron las premisas militares de problema y la confianza recíproca se aumentó, aunque siguen estando restos de tensiones y rivalidades clásicos, más que nada gracias a las distintas ideas referente a la naturaleza del sistema universal y el papel a realizar en él. Otro desarrollo positivo es el crecimiento de las interrelaciones en los espacios no gubernamentales transnacionales. En los últimos años, creció de monumental manera el número de actores de las comunidades civiles latinoamericanas que se interesan por temas de política exterior. Iniciaron a funcionar redes transnacionales, ejemplificando a lo extenso de las negociaciones por el sector de Libre comercio de las Américas (ALCA) y las manifestaciones contra esta. A mediano y largo plazo, las redes de esta clase tienen la posibilidad de ayudar a la construcción de identidades regionales más sólidas.

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