¿Qué Es La Historia?
Enviado por as0395 • 29 de Marzo de 2015 • 335 Palabras (2 Páginas) • 205 Visitas
El mensaje del cronista –si es sincero- resulta siempre válido; pero no siempre “valioso”, subjetivamente hablando, para nosotros. Es como una conversación entre dos personas capaces, pero interesadas en temas completamente distintos.
El problema no tiene fácil solución, aunque siempre existen fuentes indirectas que nos permiten aproximarnos de algún modo a aquel tipo de información que buscamos. Pero ya hemos dicho que estas diferencias de criterio, estos variantes modos de entender el mundo y la vida nos pueden servir de lección de humildad, y no debemos despreciar testimonio alguno del pasado, por irrelevante que nos parezca. Cuando menos, es un reflejo de una forma de ser, y estamos obligados a comprender esa forma de ser, si queremos entrar en contacto auténtico con la cultura y el palpitar humano que nos comunica. En esto radica lo que H. Lapeyre ha llamado el método de la comprensión. No podemos juzgar a las generaciones del pasado desde nuestra cómoda, pero seguramente no más sólida, plataforma de nuestras convicciones de hoy. Hay que juzgar al hombre romántico dentro del marco histórico del romanticismo, hay que darse cuenta de que Spinoza escribió una Ética nada menos que “ordine geométrico demonstrata”, porque vivía una época en que todo estaba empapado en cartesianismo; o comprender que la Inquisición obró como obró, porque entonces la tolerancia significaba reconocer los mismos derechos a la verdad que al error, y podía conducir a los hombres a la perdición: es decir, era un gravísimo mal social: de acuerdo con aquella concepción, un hereje era mucho más peligroso para los demás hombres que un asesino. No se trata de que ahora nos hagamos románticos, cartesianos o intolerantes para poder leer con fruto crónicas antiguas: lo único que necesitamos es “comprender”, darnos cuenta de que los hombres siempre obraron de una manera porque sintieron motivos suficientes para hacerlo así. Comprender no significa compartir, sino, simplemente, ponerse en un momento en lugar del otro, hacerse cargo. Y entonces, los hechos históricos cobran a nuestros ojos una luz nueva, esclarecedora.
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