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¿Qué es democracia? Óscar Arias (Discurso de Cancún, 2010)


Enviado por   •  14 de Mayo de 2016  •  Trabajo  •  2.494 Palabras (10 Páginas)  •  282 Visitas

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  • ¿Qué es democracia?

    Por democracia entendemos una sociedad libre, no oprimida por poderes políticos, ni dominada por oligarquías en la que los gobernantes responden ante los gobernados. Una sociedad es democrática cuando es abierta y cuando el Estado está al servicio de los ciudadanos y no al revés. La definición más brillante y difundida de la democracia quizás sea la pronunciada por Lincoln en Gettysburg, en 1863: "government of the people, by the people, for the people" (gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo).

“No se debe confundir el origen democrático de un régimen con el funcionamiento democrático del Estado. Hay en nuestra región gobiernos que se valen de los resultados electorales para justificar su deseo de restringir libertades individuales y perseguir a sus adversarios. Se valen de un mecanismo democrático, para subvertir las bases de la democracia. Un verdadero demócrata, si no tiene oposición, debe crearla. Demuestra su éxito en los frutos de su trabajo, y no en el producto de sus represalias. Demuestra su poder abriendo hospitales, caminos y universidades, y no coartando la libertad de opinión y expresión. Un verdadero demócrata demuestra su energía combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad ciudadana y no imperios extranjeros, conspiraciones secretas e invasiones imaginarias.”

Óscar Arias (Discurso de Cancún, 2010)

  • ¿A qué se refiere el autor, Francisco Rubiales, con “Democracia Secuestrada”?[pic 1]

 Democracia Secuestrada es un libro abierto a la esperanza; es un alegato a favor del debate, no como un elemento más de la configuración de la democracia, sino como la esencia de la democracia. Francisco Rubiales plantea que si no hay debate, no hay democracia. El valor del debate es inmenso y funciona como terapia en todos los ámbitos donde actúa: dentro de los gobiernos pondera la actuación y aparta coherencia y acierto; en los partidos políticos crea democracia interna y habitabilidad, entendida ésta como debate libre en la responsabilidad y lealtad; en la sociedad civil opera como una poderosa pócima que proporciona lucidez, fortalece  y estimula la acción cívica; en las instituciones y organizaciones empresariales sirve como aglutinante de los grupos humanos y como gimnasia para modernizar y muscular, al mismo tiempo que estimula la creatividad y la innovación. El debate nunca es estéril porque beneficia siempre a quienes lo practican, pero sólo alcanza la plenitud cuando transforma las instituciones, las empresas y la sociedad entera.

También nos exhorta a marcar a diferencia utilizando la frase “no hay cambios sin que cambiemos nosotros” lo cual no es una opción, es una necesidad. Es necesario desterrar el criterio de que los poderes públicos van a solucionar nuestros problemas. No olvidemos a Jean Jacques Rousseau cuando dijo “en el instante en que un pueblo permite ser representado, pierde su libertad. Rubiales nos exhorta a que luchemos por recuperar y reinstalar en nuestra sociedad los valores perdidos: la justicia, la honradez, la hospitalidad, la generosidad, la igualdad de oportunidades, el respeto, la solidaridad, la lealtad… y muchos otros.

Entonces, ¿Qué podemos hacer? La respuesta es una: cambiar. Un cambio de falsos valores por otros auténticos, como la limpieza, la justicia, la honradez, la solidaridad y el trabajo; cambio del protagonismo del Estado y de las instituciones por el protagonismo del Estado y de las instituciones por el protagonismo del hombre y de la mujer; cambio de vida en definitiva. Para lograr este cambio Rubiales establece dos caminos: uno corto y erróneo y otro largo y autentico. El corto consiste en cambiar el sentido de nuestros votos y llevar a los mejores hasta el poder para que sean ellos los que ejerzan el liderazgo que nuestra sociedad  necesita e introduzcan cambios que nuestra dignidad exige; este camino corto es erróneo pues ya hemos aprendido de la historia, ejemplo de esto esta Hitler, Lenin, Castro y otros más que parecían los mejores y terminaron transformándose en monstruos. Por otra parte, el camino largo, consiste en crear ciudadanos, en luchar, actuando cada uno de nosotros como militantes de la regeneración pues la sociedad no puede mejorar sino mejoran sus miembros.

Postulados que explican el por qué nuestra democracia se encuentra secuestrada, según Francisco Rubiales:

  • Democracia Viciada

La democracia está viciada. Sus postulados fundamentales pocas veces se cumplen, la independencia de los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) no se respeta y sus reglas básicas son presas fáciles de la manipulación y perversión. Los ciudadanos ya no toman decisiones, ni practican la política, que se ha convertido en un monopolio de los partidos.

Esos políticos elegidos, a los que nadie exige preparación intelectual, profesional o técnica alguna y cuyos méritos más valiosos son la relación que les une a las cúpulas directivas de sus respectivos, partidos políticos, apenas mantienen relaciones con sus representados y suelen convertirse en profesionales de la política, en la que encuentran poder, dinero y brillo social en cantidades difíciles de igualar en el mundo privado. Los partidos quieren tener el tamaño justo para que puedan ser manejados desde la dirección; el aconsejable para que todos sus miembros puedan beneficiarse en la victoria y consigan resistir la oposición.

Pero, las irregularidades que permite el sistema jurídico del Estado son muchas más. Una de las más pavorosas es que el Estado, en vez de ser protector de los derechos, se transforma en generador de derechos, lo que implica que el ciudadano deja de ser el germen y el fundamento del Estado para convertirse en súbdito sojuzgado.

Otra aberración del sistema es el “totalitarismo democrático”, el que muchos partidos políticos practican de hecho, amparados en el concepto de mayoría absoluta. Un gobierno elegido por la mayoría de los votantes ocupa todas las instancias del poder u manipula en su propio beneficio todos los mecanismos de control del Estado, lo que le convierte en poco menos que una dictadura democrática descontrolada, salvaje y casi omnipotente.

Podrían citarse mil ejemplos reales de “dictadura democrática”, pero quizás el más elocuente sea el de los jueces y magistrados “amigos” que, gracias al amplio margen de discrecionalidad que ofrecen las normas jurídicas, interpretan las leyes de manera que favorezcan a una de las partes, algo que puede resultar injusto pero en modo alguno ilegal. No existe un solo Estado que esté controlado, ni una sola ley o norma que no tenga puerta trasero.

La corrupción de la democracia no sólo se consuma a través de vicios ya conocidos y estudiados como pueden ser la financiación ilegal de partidos, la práctica del amiguismo y del favoritismo, la constante prevaricación en la función pública o la corrupción en sus diversas manifestaciones, en la esencia del funcionamiento del sistema, privando a los ciudadanos del único poder relevante que la democracia les otorga, el de juzgar a los políticos y, según ese juicio, mantenerlos o expulsarlos del gobierno. El problema mayor es que los corruptos han aprendido a no dejar huellas y han logrado que la corrupción se instale en la gestión política como una cultura natural.

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