Reflecciones Sobre La Comunidad
Enviado por choakorock • 24 de Noviembre de 2012 • 3.216 Palabras (13 Páginas) • 402 Visitas
REFLEXIONES SOBRE LA COMUNIDAD
LA COMUNIDAD MAS ALLA DEL SOCIALISMO Y EL CAPITALISMO
Según una posición vigente, la idea de comunidad no debe ser asociada con el marxismo o los socialismos igualitaristas, ni reducida a los mismos, precisamente por atentar contra el propio desarrollo individual de la persona humana. Asimismo, la comunidad tampoco puede estar supeditada a los mecanismos del mercado por el egoísmo y desconfianza subyacentes, dado que al fin de cuentas el mercado se basa en la competencia y rivalidad entre los individuos y conglomerados de éstos. Sin embargo, la posición que postula una comunidad más allá del socialismo y del capitalismo, puede ser criticada desde la vertiente actual de predominio de las filosofías que defienden la postura de la denominada economía social de mercado, y catalogada como un eclecticismo neutro, vacío y carente de contenido.
Las enormes torres de cristal, asentadas en la ciudad capital peruana, Lima, parecen hablar por sí solas frente a todo intento de eclecticismo referido a la materia que estamos tratando. Al fin de cuentas, la economía, como ciencia, es una sola, aunque desde Adam Smith haya adoptado cierta postura ideológica. El Estado, como organización administrativa que representa a la nación, es más bien el elemento central al cual nos debemos de dirigir, y en ese sentido ha de ir nuestro estudio sobre la comunidad y la naturaleza de la misma.
COMUNIDAD: DEFINICION Y CARACTERISTICAS
Si bien la comunidad viene a ser una colectividad humana que nace de la naturaleza, expresando el pluralismo y diversidad que caracteriza a la misma, y si bien está formada por seres humanos con diferentes habilidades y capacidades, a ser desarrolladas para la felicidad personal y el bienestar grupal, el problema a resolver es cuál de estas últimas metas tiene o debe tener la prioridad, o, en todo caso, establecer la necesaria equivalencia entre ambas.
En la revista peruana de filosofía, arte y literatura “Apeirón” (Edición N° 3, Año 3, Noviembre del 2001) encontramos el artículo “¿Comunidad política o sociedad de individuos integrados?” de Soledad Escalante B. que se relaciona directamente con este espinoso tema del orden de prioridades dentro de la denominada “comunidad”.
En su mencionado trabajo, Soledad Escalante hace, desde un inicio, una precisión de la “comunidad política”, entendida bajo la óptica de una perspectiva comunitaria de su identificación y defensa como tal, a partir de un marco de reconocimiento de la vida comunal, por un lado, y, por el otro, de la “integración ciudadana” bajo una perspectiva liberal de la misma, por la cual el atender a las preocupaciones de la comunidad significará el preocuparse porque la propia vida sea buena y justa.
Aunque la autora del referido artículo advierte, también prácticamente desde el comienzo del mismo, que su estudio se centra fundamentalmente en Ronald Dworkin, de clara orientación liberal, frente a autores como Charles Taylor, de tendencia comunitaria o comunitarista, las conclusiones que se pueden sacar asumen rasgos de un eclecticismo que es del caso destacar porque la idea central, a nuestro entender, es literalmente la siguiente: “ Un ciudadano integrado acepta que el valor de su propia vida depende también del éxito de su comunidad al tratar a todos sus miembros del mismo modo. Si todos los miembros entienden que los demás comparten esta actitud, entonces la comunidad ganará en estabilidad y legitimidad, pese a que, por ejemplo, sus miembros presenten desacuerdos sobre lo que es la justicia ... “.
Ese eclecticismo de recoger lo mejor de ambas posiciones puede confundirse con la posición que usted asume cuando afirma que el bienestar y la libertad corresponden exclusivamente al mundo de la comunidad, que es a la vez el mundo del pluralismo, de la razón y la moderación de las emociones y de la convergencia entre la libertad individual y la libertad colectiva. Creemos apreciar ciertas coincidencias por lo menos.
Al margen de cualquier descrédito que pueda tener el término ”eclecticismo”, la cuestión a resolver en última instancia no debe ser parametrada bajo el dilema dicotómico del todo o nada, del sí o del no. En el mundo fenoménico, al fin de cuentas como dicen algunos, no hay negro ni blanco, sino diferentes tonalidades de gris. En ese marco de complejidad ha de ser situado el tema de la comunidad respecto a los intereses de los individuos que la integran.
Rescatando niveles teóricos del cooperativismo, podemos decir que el desarrollo personal de cada cual debe de estar en armonía con el desarrollo general de los individuos, en base a la patentización de las posibilidades o talentos, por la conversión exitosa de la potencia en acto. La comunidad no viene a ser sino un Estado microscópico, o una muestra representativa y adecuada del Estado nación, y como tal su principal misión consiste en defender y proteger la persona humana, en la dignidad inherente a su naturaleza.
LA COMUNIDAD COMO IMPOSICION
Sin embargo, la comunidad podría ser vista como el resultado lógico obligatorio de un proceso de imposición de los más fuertes hacia los más débiles. Y es que la comunidad se explica en primera instancia por la existencia previa física de las personas naturales que la integran. Como se diría, la comunidad no es concebible sin individuos que le den sustento a la misma, ya que la comunidad, como tal, no pasa de ser un mero concepto que para no ser una ilusión necesita de un carácter diferenciador, puesto que una simple reunión física de personas no tiene porqué identificarse con lo que es o puede ser en sí la comunidad.
La comunidad, así como el todo, no es una llana suma de las partes. Pensar o creer lo contrario es caer en un simplismo exagerado que haría que llamásemos comunidad a simples conglomerados de individuos que se pueden reunir partiendo por duros ánimos de lucro extremo y terminando por no santos objetivos propios de bandas delincuenciales. Entre ambas fronteras se encuentra el justo medio al respecto, y quizás aquí ya tengamos un elemento que se puede generalizar a lo que es, con propiedad, la comunidad.
No se puede llamar comunidad a una simple reunión mecánica de individuos porque tal reunión, por ser simple, no va acompañada de actos concretos de solidaridad y preocupación por el destino de los demás. Las actuales urbanizaciones o sectores urbanos de nuestras ciudades para ser comunidades deberían de practicar esos actos, cumplir esos requisitos, más aún cuando sus habitantes dicen profesar la fe católica o cristiana en general.
¿Dónde está la solidaridad? ¿Dónde está la compasión o piedad? ¿Dónde el amor al prójimo? ¿En quiénes se ve el rostro magnánimo de Dios? Y es que en los actuales conglomerados urbanos,
...