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Relato De Un Niño


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2013  •  775 Palabras (4 Páginas)  •  279 Visitas

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Relato de un niño

Era una noche fría y oscura, los grandes jefes se preparaban para una ceremonia que consistía en realizar una serie de saltos y algunos sonidos que eran emitidos a través de objetos. Estas secuencias eran ejecutadas alrededor de una fogata en la cual se le arrojaba copal y algunas hiervas que al ser quemadas producían un olor agradable; cantaban algo que yo no les entendía.

Lo poco que logre entender, decía “te ofrezco esta sangre y esta carne para que regreses la lluvia y el sol”.

Todo esto era dirigido a un tal “Tlaloc” y a otro cuyo nombre era muy raro y no me lo aprendí.

Después de este ritual vino el gran banquete era una comida tan exquisita, no así la bebida, la cual solo la podían beber nuestros jefes; pero yo por la curiosidad de saber a qué sabia la probé.

Cuando se descuido un hey tlatoani tome el jarro de barro donde estaba bebiendo y tome de aquella bebida tan misteriosa al pasarlo me supo tan horrible que no entendí porque era tan importante.

En eso comenzó a caer una gran tormenta mientras unos cuantos corrían a refugiarse, otros se quedaban afuera agradeciendo a “tlaloc” con las manos y con algunos canticos, aquellos hombre se quedaron por horas asiendo lo mismo, luego entonces, ceso la tormenta, y allá por el horizonte de entre las montañas comenzó a brotar una lucecita, que poco a poco se fue elevando, ¡era el sol! Yo me emocione mucho, y los jefes aun más, ellos se arrodillaban y cantaban agradeciendo. Poco después tomaron a una doncella, yo no sabía para que, era tanta mi curiosidad que los seguí, al alcanzarlos no creía lo que habían hecho, le habían clavado una piedra puntiaguda en el pecho. De ahí sacaron su corazón, y se turnaban para besarlo y levantarlo en dirección al sol.

Yo muy asustado corrí y corrí hacia donde estaba mi madre y le pregunte que porque le habían hecho eso a una mujer tan bella.

Ella me respondió: no te asustes hijo mío eso es para agradecer al sol por haber salido de entre la oscuridad, esa doncella lo hizo con mucho orgullo y felicidad porque al fin se va a encontrar con nuestros dioses supremos en el inframundo.

Yo me quede más tranquilo, cuando de repente un señor empezó a gritar por toda la metrópoli: ¡tenemos que irnos de aquí cuanto antes el dios hitzilipochtli a comunicado que viene una larga sequia que no Tlaloc ni nadie va poder impedirla!. Pero como era un “masehualtin” nadie le hizo caso, yo corrí hacia el pero mi madre me detuvo, y me dijo que no le tomara importancia que él no era nadie para ordenar y que además los dioses no hablaban con los mazehaltin.

Así pasaron días y días y nada que llovía solo la fría noche y el quemante día, y algunos se empezaron a preguntar, será verdad lo que en aquella ocasión dijo ese mazehaltin.

Ya era un caos nuestra metrópoli los grandes jefes, sacrificaban ya hasta a los sacerdotes

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