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Resumen De Chartier,Annie-Marie, Alfabetismo Y Escolarizacion


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2011  •  2.342 Palabras (10 Páginas)  •  1.266 Visitas

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Alfabetismo y escolarización desde el punto de vista de un historiador cultural

Anne-Marie Chartier y Jean Hébrard

Tradicionalmente, la historia de la ciencia se centra en la forma en que se crea el conocimiento científico y en el cómo se desarrolla posteriormente. La historia de la educación se ha centrado en el pasado principalmente en los aspectos políticos del desarrollo de los sistemas educativos. Aunque, recientemente, se ha dedicado a estudiar el conocimiento enseñado y las formas en que se transmite ese conocimiento. Finalmente, la historia cultural también ha desarrollado un interés por el proceso de escolarización, pero desde una perspectiva diferente. En este contexto, se ha considerado que una de las principales problemáticas de la sociedad es la historia de las interacciones entre las culturas habladas y escritas.

Históricamente, las escuelas no fueron consideradas como el medio predominante para el despliegue y transmisión de las herramientas intelectuales de una sociedad. Jugaron, sin embargo, un papel importante en la definición de esas herramientas, especialmente el establecimiento de la legitimidad de su uso. Así, el concilio de Trento declaro que para transmitir la ciencia de la salvación, era necesario asegurarse que todos los cristianos estén alfabetizados. A partir de ese momento, la historia de la cultura escrita ya no se puede recrear sin tener en cuenta la forma en que se introdujo esta cultura en las escuelas.

Este documento trata de comprender el papel especifico jugado en la difusión de las herramientas intelectuales básicas para la cultura escrita (consistente en la lectura, pero también en la escritura (y, más tarde, en la redacción) o el cálculo con pluma de oca y papel) por las petites écoles bajo el antiguo régimen y para las escuelas después de la revolución.

Nos concentraremos en tres épocas que representan tres momentos destacados en esta historia de la transmisión de habilidades mentales.

El Primer momento destacado se produjo a finales del siglo XVII, con la creación por parte de Jean-Baptiste de la Salle de un nuevo tipo de escuelas para las clases trabajadoras urbanas, centrado en la lectura y el catecismo y lo que más importa, en la difusión de las habilidades necesarias para el comercio urbano a pequeña escala (escritura, aritmética, contabilidad)

El segundo momento ocurrió entre 1833 y 1882, cuando las escuelas ,dominadas por el estado, trataron de mejorar el nivel de alfabetización de masas y procuraron establecer una forma de enseñar a escribir en las escuelas primarias que fuera mas allá de inculcar la habilidad elemental de copiar textos, para alcanzar la fase de “saber redactar”.

El tercer momento fue en los años que preceden a la segunda guerra mundial, cuando finalmente se aseguro una educación de por lo menos cinco años impartida a todos los alumnos, lo permitió crear una nueva cultura escolar con un currículo coherente.

La llegada de la trilogía de la lectura-escritura-calculo

Inmediatamente antes de la revolución, los niños aprendían a leer antes que a escribir y hacer cálculos y únicamente una minoría iba más allá de las clases de lectura.

Antes de convertirse en disciplinas básicas en las escuelas, las técnicas de escritura (lectura en voz alta, lectura para sí mismo, comparación, copiado o interpretación de texto, toma de notas, redacción, redactar una página, preparar listas, calcular con pluma de ganso y papel) eran actividades aprendidas para puestos profesionales específicos, particularmente, desde la baja edad media, de empleados, no todos los cuales ingresaban en la Iglesia. Los empleados se contrataban para la lectura y escritura en latín.

Al establecer escuelas destinadas a formar niños de elite, las ordenes enseñantes (jesuitas, benedictinos, dominico y gratorianos) organizaron de modo natural el curriculum escolar alrededor de lo que era su lengua de trabajo, así como su lengua cultural. La lectura de los textos no era un fin en sí mismo, si más bien una introducción a la escritura, puesto que todo el mundo utilizaba el mismo marco de referencia, conocía los mismos “lugares comunes” y respetaba las mismas reglas estilísticas.

Ahora bien, había otras profesiones, de la época, que necesitaban el uso de la escritura, eran los comerciantes de las grandes empresas comerciales (de Venecia o de las ciudades de la liga Hanseática). A diferencia de los empleados, los comerciantes tenían que escribir en su propia lengua vernácula y ser capaces de hacer cuentas. Durante largo tiempo esto fue enseñado en el seno de cada familia, donde se tenían cartas y registros arqueotipicos que se utilizaban como ejemplos (distintos modelos para ver cual encajaba mejor en la situación).

A partir del siglo XVI empezó a desarrollarse un tercer modelo de interacción con la escritura, puesto en práctica por las petit ecoles. La lucha entre la reforma y contrarreforma, llevo a cada parte hacia la necesidad de formar a un buen cristiano (ya no alcanzaba con estar bautizado), ahora debería aprender la verdadera religión. Para establecer la “ciencia de la salvación” en formulas que todos pudieran confesar, se escribieron catecismos. Inicialmente fue un libro destinado al maestro como guía. Esta enseñanza verbal (escuchar/memorizar/recitar) fue una primera iniciación a la cultura escrita, ya que el ministro tenía que lograr que el alumno aprendiera palabra por palabra un texto escrito, estable e impreso.

Un siglo más tarde, el catecismo ya había dejado de ser el libro para maestros de escuela, pasando a ser el libro para los alumnos en la Francia católica del siglo XVII. La Reforma religiosa, inicialmente protestante, y luego católica, unas pocas décadas más tarde, introdujeron los primeros intentos de alfabetización universal. Sin embargo el alfabetismo no era un valor en sí mismo, sino que ser capaces de leer un limitado corpus de textos, pronunciados ritualmente muchas veces, parecía una buena forma de dejar huella en las mentes de los niños pequeños.

En el siglo XVII, al fundar el instituto de los hermanos de las escuelas Cristianas, Jean-Baptiste de La Salle creó un nuevo modelo de escuela elemental, en la que se vinculaba el uso del catecismo (lectura y recitado) con la educación tradicional de una cultura mercantil (escritura y cálculo). La escuela fundada por La Salle fue una escuela moderna, cristiana y gratuita.

Fue moderna porque el programa de enseñanza se organizo tan gradualmente que los niños tenían que asistir a ella durante varios años. Estructurada como un curriculum lineal estricto, el aprendizaje de la lectura-escritura-calculo ponía un fuerte énfasis en la lengua francesa.

Fue una escuela cristiana porque ese

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