Resumen comprensivo de la obra Eloy Alfaro
Enviado por sexyp • 29 de Abril de 2013 • Resumen • 2.148 Palabras (9 Páginas) • 555 Visitas
RESUMEN COMPRENSIVO DE LA OBRA:
Eloy Alfaro Nació en Montecristi, Ecuador, 25 de junio de 1842 - Quito, Ecuador, 28 de enero de 1912
Fue el líder de la revolución liberal ecuatoriana (1895 - 1924), y Presidente de la República del Ecuador en dos ocasiones en períodos que comprenden entre 1897 a 1901 y 1906 a 1911. Por su rol central en las batallas de la revolución y por haber combatido al conservadurismo por casi 30 años, es conocido como el Viejo Luchador.
Alfaro inició su lucha contra los conservadores católicos desde los años 60 del siglo XIX, pero la fuerzas revolucionarias lo nombraron Jefe Supremo de las provincias de Manabí y Esmeraldas, durante su rebelión en febrero de 1883, lo cual duró hasta el 11 de octubre del mismo año, cuando fue organizado un gobierno provisional que restauró el conservadurismo en el poder. Alfaro se había convertido en uno de los grandes opositores del presidente Gabriel García Moreno y de su línea conservadora que siguio en el poder incluso después de su muerte.
El 5 de junio de 1895, Eloy Alfaro derroca en Guayaquil al presidente interino Vicente Lucio Salazar y se nombra Jefe Supremo, con lo cual da inicio a la Revolución liberal. El 17 de enero de 1897 es nombrado Presidente Constitucional hasta el 1 de septiembre de 1901, con lo cual entre sus principales logros estuvo la separación entre iglesia y Estado. Después de su primer gobierno, apoyó a su sucesor, Leónidas Plaza Gutiérrez, sin embargo,poco tiempo después, surgieron diferencias entre ambos. Se opuso contra el gobierno de Lizardo García el 1 de enero de 1906 y a pocos días, el 17 de enero, se proclama Jefe Supremo y gobernó hasta el 12 de agosto de 1911. En el segundo período de gobierno de Alfaro se realizaron varios cambios, entre los cuales consta la legalización del divorcio, la construcción de numerosas escuelas públicas, se instauró la libertad de expresión, se instituyó el laicismoderecho a la educación gratuita, así como el matrimonio civil. Sin embargo, se considera como el mayor logro de este período el haber finalizado la construcción del Ferrocarril Transandino que unió las ciudades de Guayaquil y Quito.
Durante el segundo período de gobierno, el Alfarismo fue perdiendo apoyo. Muchos de sus antiguos partidarios se unieron a la tendencia Placista aliada de los terratenientes. A ello se sumó la pérdida de poder de Alfaro en el ejército y el deterioro propio de la vejez.
Cuando su segundo período presidencial terminaba, Alfaro escogió como candidato al empresario guayaquileño Emilio Estrada, quien triunfó ampliamente en las elecciones presidenciales. Al enterarse Alfaro de que Estrada tenía una enfermedad cardiaca grave, intentó destituirlo legalmente para evitar una disputa por su sucesión. Los seguidores de Estrada dieron un golpe de Estado y Alfaro salió del país.
A los pocos meses de iniciar su mandato, Estrada murió y, como Alfaro había previsto, diversas facciones liberales empezaron a disputarse el poder. Alfaro volvió al país para intentar negociar un acuerdo, pero una sangrienta guerra civil se había apoderado del país. Por un lado, estaban los liberales más radicales, que se habían alzado en Esmeraldas y Guayaquil y, por el otro, fuerzas comandadas por Leonidas Plaza y Julio Andrade, que representaban al gobierno. Ante la contundencia de los ejércitos gobiernistas, los alfaristas llegaron a un acuerdo por el cual se respetaba su libertad y se rindieron. A pesar de ello, Alfaro y sus compañeros fueron encarcelados y traídos a Quito, donde una multitud, azuzada por clérigos y enemigos de Alfaro, los asesinó y arrastró por las calles hasta El Ejido, donde se los incineró.
Momentos culminantes de la inmolación de Alfaro y sus Generales. En este atroz crimen estuvo involucrado directamente el general Leonidas Plaza Gutiérrez, con la complicidad de notables personajes como el Arzobispo Gonzáles Suárez, quién como Jefe de la Iglesia Ecuatoriana, con su sola presencia pudo haber evitado la masacre.
El coronel Carlos Andrade, que acompañó a Eloy Alfaro en su viaje final desde Guayaquil, narra así la llegada a Quito: “Al amanecer, después de una noche horriblemente fría, llegamos a Tambillo. El Gobierno ordenaba el avance a Quito…La tropa del ‘Marañón’ nos inspiraba serios temores, y era imposible demorar en Tambillo, ni retroceder, razón por la cual el coronel Sierra recibió autorización para continuar… Ya en el tren, el general don Eloy llamó al citado coronel y a mí y nos dijo textualmente: “A mí me gusta preverlo todo: entiendo que en la estación de Chimbacalle nos espera una poblada, y yo quisiera que ustedes enviaran adelante una comisión para que se entienda con la multitud, manifestando que me resigno a ir al panóptico, a esperar el resultado de un juicio, o lo que sea. Si acaso no convienen, que me permitan hablarles, y les convenceré de que estoy resuelto a irme al panóptico, y en último caso les diré que me perdonen. No quiero que me vengan a agarrar de las orejas o de la barba, ni ser ultrajado de cualquier otro modo””.
“El coronel Sierra y yo le dijimos que no tuviera cuidado, que ya estaban tomadas las medidas… Se resignó el General y no volvió a decirnos una palabra. Por lo demás, su actitud durante el viaje fue de completa serenidad y de una resignación imponderable. Ni un reclamo, ni una queja… Ya cerca del lugar en que debía parar el tren para que los prisioneros fueran trasladados a un automóvil, según lo convenido, el general don Eloy recomendó al mayor Alberto Albán, quien iba al frente de su asiento, el cuidado de dos maletitas de ropa interior, para que las mandara después al panóptico…Entonces los generales bajaron del tren y subieron al automóvil, con absoluta serenidad. Yo pedí un caballo para acompañarlos; y como no hubiera, el coronel Sierra me indicó que fuese en el automóvil. No hago comentarios sobre tal indicación, que quizá pudo ser inspirada por buenos fines, pero ya mi compañía, en esas condiciones, de ninguna utilidad podría ser para los prisioneros; y les vi partir sin imaginarme que me despedía de ellos para siempre…”
“Empezó la procesión. Piedras curvando el aire lleno de insultos. Una tocó la mejilla de Páez. Disparos de fusil. Don Eloy advirtió la palidez de sus camaradas. Medardo, medio paralítico, tenía un temblor extraño. -¿Tiene miedo a la muerte?- preguntó despacito Don Eloy- Ningún Alfaro ha temido nunca al peligro.-
Frente a frente, la fortaleza de piedra. Descendieron del automóvil. Don Eloy, arrastrando los pies, dificultado en su marcha por los anchos escalones, tropezó y cayó. Le dieron el brazo y siguió trepando.
Se cerraron luego las puertas del panóptico. El coronel Sierra
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