Revolucion De Las Alcabalas
Enviado por sebasale • 2 de Marzo de 2013 • 504 Palabras (3 Páginas) • 415 Visitas
avecinaban y pidiéndole auxilios militares, a lo que éste respondió enviando una fuerte dotación de arcabuceros al mando del capitán don Pedro de Arana.
La noticia de la llegada de refuerzos militares puso en alerta a los quiteños, y las organizaciones populares y el cabildo prepararon una fuerza de aproximadamente mil hombres para enfrentar a los realistas, al tiempo que todo el pueblo se preparó también para una guerra defensiva.
Por su parte, fray Pedro Bedón -sacerdote dominico quiteño a quien el pueblo admiraba y respetaba por su talento- realizó importantes declaraciones defendiendo la obligación de que se escuche a los representantes del pueblo.
Al poco tiempo las autoridades españolas aceptaron la mediación del padre Bedón y ofrecieron escuchar a los quiteños, por lo que el pueblo depuso su actitud armada y permitió la llegada de las fuerzas de Arana sin oponer la menor resistencia.
Sucedió entonces un hecho verdaderamente vergonzoso, cuando las autoridades españolas, faltando a su palabra, desataron una feroz persecución en contra de los caudillos y líderes quiteños. Esta actitud traicionera hizo que el pueblo vuelva a levantarse en armas, pero lamentablemente ya era demasiado tarde, pues los españoles se habían hecho fuertes en la ciudad ocupando los sitios más estratégicos de la misma, e impidiendo que los quiteños puedan actuar.
Inmediatamente las autoridades realistas organizaron un tribunal especial y ordenaron la prisión de los dirigentes y partidarios de la revolución, a los que juzgaron muy ligeramente y condenaron a muerte.
El 28 de diciembre de 1592, en la noche, en medio del silencio habitual de la ciudad se escucharon varios disparos de arcabuz, y cuando el pueblo acudió para ver qué había sucedido, se descubrió el cuerpo del procurador Moreno Bellido, que herido de muerte señaló que le habían disparado desde la casa de la Audiencia.
Ese fue el inicio de la represión. A los patriotas se los ahorcaba por la noche para que a la mañana siguiente sus cadáveres pudieran ser contemplados por los vecinos de la ciudad como un escarmiento en contra del pueblo y la revolución. Los revolucionarios, por su parte, cometieron también varios atropellos y crímenes en contra de los realistas.
Al conocer el Rey de España y el Real Consejo de Indias lo que estaba sucediendo en Quito, desaprobaron airadamente dichos crímenes, pero desgraciadamente las noticias tardaban mucho tiempo en llegar y fueron muy pocos los que pudieron escapar de la persecución.
“La revolución de las Alcabalas, como toda revolución, principió alegando motivos justos; pero después los autores de ella se lanzaron a cometer crímenes, de los cuales no es lícito excusarlos. Los caudillos de los motines y levantamientos de la plebe, no veían ellos mismos el abismo en que precipitaban a la sociedad...
Por otra parte, la autoridad, ejercida por
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