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SEPARACION DE BOLIVAR


Enviado por   •  30 de Marzo de 2013  •  2.317 Palabras (10 Páginas)  •  281 Visitas

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Durante casi nueve años, los días se deslizaron en Panamá suavemente. Sólo en 1826 la reunión del Congreso Internacional promovido por Bolívar vino a animar, con el eco de sus discusiones, las provincianas tertulias en la plaza de Santa Ana.

Aquel Congreso, como se sabe, fue un fracaso. Las disensiones domésticas de algunos de los países participantes, por una parte; y por la otra el maldito clima de Panamá, que no daba cuartel, terminaron por dispersar a los delegados, los que se trasladaron a Tacubaya, en México, en donde aprobaron un pacto de Unión, Liga y Confederación, que se quedó en el papel. Pero permaneció sonando en el ambiente la vibración de las primeras voces que en América se alzaron en demanda de soluciones pacíficas y civilizadas para los conflictos internacionales. De todos modos, aquel sueño de Bolívar, como tantos otros, se esfumó, sin dejar al final nada en firme; y una nueva arruga se marcó desde entonces en la tostada frente del Libertador; quien hastiado al fin de tanta lucha, y tanta ingratitud, decidió en 1830 separarse del Gobierno. Y en este momento se produjeron, en Panamá, a la manera de carambola de retaque, las dos primeras separaciones de Colombia.

En realidad, estas no fueron otra cosa que pronunciamientos militares, como lo apunta con exactitud don Oscar Terán. Pero aún así, demuestran que la idea separatista, aunque fuese pretexto para justificar simples cuartelazos, surgió casi simultáneamente con la integración con Colombia, o lo que es lo mismo, que no todos los panameños quedaron completamente satisfechos con la decisión tomada en 1821.

El promotor de la primera aventura secesionista fue, como era natural que sucediera en la América Latina, el Comandante del Ejército, General José Domingo Espinar (porque Gobernador Civil seguía siendo don José de Fábrega, el mismo que había protagonizado los sucesos de 1821). Pero Espinar era mulato, y encima de eso boliviano, por lo cual los gobernantes bogotanos resolvieron dar la primera muestra de ese fino tacto con que de allí en adelante manejarían desde el altiplano los asuntos panameños, o sea que trasladaron a Espinar a la provincia de Veraguas, que era entonces una especie de destierro. Y Espinar, como también era natural, se rebeló contra esta medida; promovió una serie de asonadas populacheras en las que hacía apelación a sentimientos de solidaridad racial, y concluyó por formar la primera de una larga serie de Juntas de Gobierno que jalonaría toda la historia panameña en lo porvenir. Ahora bien: Espinar sabía que una segregación del Istmo, de plano y abierta, era medida que le quedaba grande. Y buscó entonces el pretexto de invitar al Libertador para que se trasladara al Istmo a atender allí "las partes dislocadas de la República". Mientras tanto, claro, él se quedaría con las riendas del poder en las manos. Ese mismo truco se lo habían hecho los criollos a Fernando VII en 1810.

Bolívar no se dejó seducir por aquella propuesta, que le fue presentada por varios comisionados panameños, a su paso por Cartagena, ni su humor era en aquellos momentos propicio para cohonestar pronunciamientos militares. Eran los días en que acababa de escribir, a su Ministro del Interior, cierta carta diciéndole: "Yo estoy aquí renegando, contra toda mi voluntad, pues he decidido irme a los infiernos para salir de Colombia"; y como era lógico, desaprobó el movimiento y excitó a su autor para que reintegrase el Istmo a la República. Así Espinar, aunque de mala gana, no tuvo más remedio que dictar un decreto, por el cual el Istmo volvía a incorporarse a Colombia. No obstante, aquella medida careció por algún tiempo de valor práctico, pues el jefe rebelde prosiguió de hecho en el ejercicio del gobierno. Y no solo del gobierno militar, sino también del civil (pues don José de Fábrega, ese sí, fue a dar a Veraguas), y Espinar no se preocupó en lo más mínimo por oír consejos de los notables panameños, y menos por obedecer órdenes de la lejana e impotente Bogotá. Con lo cual el Istmo vivió su primera temporada republicana en casa aparte.

Hasta que le llegó su hora a Espinar. Y fue cuando se ausentó de Panamá hacia Veraguas, con el objeto de combatir a Fábrega, que como era también obvio y natural, se había alzado en armas apenas se vio desterrado en la lejana provincia. Reemplazando a Espinar, quedó en Panamá el general Juan Eligió Alzuru, a quien la Historia convencional, benévolamente, ha calificado como "un distinguido y valeroso jefe, cuya conducta en la batalla de Tarqui le había granjeado alto renombre, y en quien Espinar tenía manifiesta confianza" 8. Pero en realidad, no era más que uno de los muchos espadones venezolanos que, agarrados a la levita militar del Libertador, se habían transformado en héroes a fuerza de degollar españoles. Alzuru era, además, un zorro astuto, y como aparentaba moderación, los liberales antibolivianos del Istmo, sin saber la sorpresa que les esperaba, se apresuraron a rodearlo y a instilarle la idea de desconocer la autoridad de Espinar, lo que, en el fondo, era también un golpe contra el partido boliviano.

Al principio, las cosas salieron a pedir de boca. Alzuru no solo desconoció por sí y ante sí la autoridad de Espinar, sino que, dueño del poder militar, esperó el regreso de éste, y no bien hubo sentado pie en la capital panameña, cuando, con redomada perfidia, lo hizo preso, lo embarcó seguidamente en una goleta y lo despachó, en fin, rumbo a Guayaquil.

Siguió entonces el venezolano gobernando dentro de una relativa legalidad (pues no había otra) pero en todo caso bajo la égida de la República de Colombia. Con lo cual terminaría el primer ensayo de secesión a que, en su movida historia, se lanzarían los panameños después de su adhesión, en 1821, a la gran república fundada por Bolívar. Había durado desde el 20 de Septiembre de 1830 en que un Cabildo abierto, inspirado por Espinar, aprobó un Acta en cuya virtud el Istmo se separaba de Colombia, (entre otras razones, porque "carecía de relaciones mercantiles con el Centro de la República, y que las del Sur hostilizaban el comercio del Istmo reputándolo como extranjero por haber permanecido adicto a la Nueva Granada con la cual no tenía compromisos particulares"), hasta el 22 de Junio de 1831 en que Alzuru accedió a que la Prefectura del Istmo la asumiera don José D. Vallarino, nombrado para el cargo por el gobierno de Bogotá. 9.

***

Pero he aquí que un nuevo movimiento separatista se perfila cuando aún el primero no había sido completamente liquidado. Y esta vez su protagonista principal va a ser el propio Alzuru. Ambiciones ocultas, que roían ya su corazón, y ciertos hechos de sangre ocurridos

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