San Francisco

San Francisco.

San Francisco es una ciudad atípica. A diferencia de otras ciudades del mundo, no es enorme, ni caótica, nada ruidosa, y sus habitantes sonríen al visitante en cualquiera de las circunstancias en las que se encuentre. Tal vez su historia tenga algo que ver en esto, y es que la ciudad pasó de ser un pequeño pueblo a una gran ciudad en tiempo récord como consecuencia de la construcción de su gran puente rojo que servía para comunicar ambos lados de la ciudad. Reminiscencia de un pasado que continúa en la memoria de todos los “sanfrancisqueños”.

Dos excursiones imprescindibles en cualquier cuaderno de viaje son, además del Golden Gate, Perla y Galata. La primera, es un pequeño pueblo de apenas diez mil habitantes; sus calles son tranquilas y sus casas pequeñas propias de una arquitectura colonial a pesar de estar consumidas por las termitas. Con una luz especial, desde Perla se distingue la silueta de la ciudad de Leudomia –conocida como La ciudad de los Vivos- y se contempla la vida pasar a través de los barcos que navegan cruzando el Golden Gate.

En Galata todo cambia. Una buena forma de captar la verdadera esencia de Galata es a bordo del Eniw Train. Este tren construido en 1952, y totalmente restaurado con exquisito gusto y detalle, recorre los históricos lugares de la pintoresca localidad sobre unos raíles amarrados al suelo desde hace aproximadamente 100 años. A bordo, tres intensas horas de viaje, tiempo suficiente para sumergirse en el fascinante mundo de la tecnología y el arte moderno.

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