Sobre La Hisotria, Hobsbown

Hobsbowm hace gran divergencia entre la ciencia económica e historia económica. La clasifica en dos: historia económica para historiadores e historia económica para economistas. La primera, parte de una innecesaridad de teoría económica para echar a andar su labor, y en algunos casos sólo se le ve como un auxiliar, y la segunda es prácticamente pura teoría. De igual forma rechazaba la idea de que la historia económica sea netamente académica, y arguye que cualquier economista que esté interesado en cambiar el rumbo de la economía debe apoyarse de ésta, ya que separar el contexto económico del sociológico es una aberración, y cita como ejemplo que la contribución marxista (un asiduo de la historia para basar gran parte de sus premisas) sigue presente y ha sido más prolífica que contribuciones como las de la escuela historicista alemana, que han quedado como mera anécdota. Encuentra una paradoja consistente en que los países dotados de los más eminentes teóricos económicos no son los países más exitosos económicamente (a la fecha de su publicación y a su cuestionable opinión).

En cuanto a la escuela neoclásica, denuncia que sus teorías, y su aplicación en modelos, tienen poco que ver con la realidad, al ser abstractos, anacrónicos, generales y restrictivos, aunado a la mutación crónica de diversos factores políticos y sociales que condicionan el accionar de agentes económicos por lo cual eran incompletos, por ejemplo, para el accionar expedito gubernamental, pues éstos ocupan «información y pericia técnica» que aquellos no podían proporcionar. Aunque en contraparte, reconocía que para el accionar a futuro, para una planeación económica, eran necesarias herramientas que sólo la ciencia económica podía proveer, pues los historicistas adolecían demasiado de sus ideas positivistas y su falta de teoría.

A la vez, hacía evidente la gran correlación entre todas las ciencias sociales, por lo que le reprochaba a la economía discriminar sólo algunos aspectos de su interés, y dejar los demás en manos de otras. Reproche potencializado por su concepción de historia universal interdisciplinaria. Un notable cambio en esta interacción entre historiadores y economistas se suscitó con la institucionalización de la econometría, que hace gala de recursos estadísticos y matemáticos, lo que la hizo acercarse más cercana a la realidad a juicio de los historiadores.

Entiende la generalidad intrínseca de los modelos económicos como incapaces de persistir universalmente, a menos que traten de asuntos superfluos.

La historia busca diferencias, correlaciones y semejanzas, entre diversos hallazgos económicos, no limitándose únicamente a describirlos individualmente, básicamente preguntándose por qué por encima del cómo. Mientras la economía ortodoxa busca explicar sucesos pasados, ajustándolos a modelos rígidos, a históricos y generales.

La criometría busca estadísticas confiables, para intercalarlas con teoría y darle más seriedad a la historia económica, sin embargo Hobsbawm le encuentra cuatro limitaciones serias:

1. Al acoplar a hechos pasados teorías anacrónicas no puede establecer sólidos vínculos con la evolución histórica,

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