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Enviado por   •  30 de Octubre de 2014  •  Informe  •  487 Palabras (2 Páginas)  •  322 Visitas

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Algunas situaciones de injusticia en la sociedad que pretende señalar García Márquez son, en primera instancia, el maltrato del que se valen las personas para ejercer su autoridad frente a los niños, no solo de tipo físico como el encadenamiento sino también verbal. Como segunda medida, el escritor denuncia como las personas se aprovechan de la vulnerabilidad de los niños para abusar de ellos, forzándolos a realizar oficios y quehaceres que no deberían ejercer a tan corta edad. Por último, se muestra también la avaricia que se contagia fácilmente cuando el dinero está presente. Cuando las personas se dejan cegar por la ambición, siempre quieren más sin importar si deben pasar sobre cualquier persona pisoteando su integridad. Para expresar estas situaciones de injusticia se evidencia el uso de la hipérbole debido a que el autor muestra cierto tipo de exageración en las acciones, circunstancias y personajes de la novela.

Dentro de los relatos de realismo mágico encontramos diversos elementos mágicos/fantásticos que son percibidos como normales y por lo general no presentan una explicación específica de por qué suceden. De esta manera, los hechos narrados son reales pero poseen una connotación fantástica que involucra situaciones inexplicables o poco probables. Algunos ejemplos de esto son:

“Cuando Ulises volvió a la casa con los hierros de podar, su madre le pidió la medicina de las cuatro, que estaba en una mesita cercana. Tan pronto como él los tocó, el vaso y el frasco cambiaron de color. Luego tocó por simple travesura una jarra de cristal que estaba en la mesa con otros vasos, y también la jarra se volvió azul”.

“Ulises rompió una naranja con las uñas, la partió con las dos manos, y le mostró a Eréndira el interior: clavado en el corazón de la fruta había un diamante legítimo”.

“Eréndira corrió hacia donde estaba Ulises, se escondió junto a él entre los arbustos, y ambos vieron con el corazón oprimido la llamita azul que se fue por la mecha del detonante, atravesó el espacio oscuro y penetró en la carpa. La tienda se iluminó por dentro con una deflagración radiante, estalló en silencio, y desapareció en una tromba de humo de pólvora mojada. Cuando Eréndira se atrevió a entrar, creyendo que la abuela estaba muerta, la encontró con la peluca chamuscada y la camisa en piltrafas, pero más viva que nunca, tratando de sofocar el fuego con una manta”.

“Ulises asestó un tercer golpe, sin piedad, y un chorro de sangre expulsada a alta presión le salpicó la cara: era una sangre oleosa, brillante y verde, igual que la miel de menta”.

“Estaba lejos de todo, en el alma del desierto, junto a una ranchería de calles miserables y ardientes, donde los chivos se suicidaban de desolación cuando soplaba el viento de la desgracia”.

“La abuela, ya dormida, le dio la orden atrasada a Eréndira”.

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