TEMA 6 LA CONTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1869)
Enviado por Carla Tortajada Moreira • 9 de Octubre de 2016 • Resumen • 1.708 Palabras (7 Páginas) • 352 Visitas
TEMA 6 LA CONTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1869)
1 LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)
- CARLISTAS E ISABELINOS
En 1833, tras la muerte de F.VII, los partidarios de Carlos María Isidro iniciaron una insurrección armada ante la actitud poco firme del gobierno de la reina regente. El levantamiento fue el inicio de una larga guerra civil entre los partidarios de don Carlos, defensores del absolutismo, y los defensores de la legalidad del trono de Isabel II, hija de F.VII.
Los carlistas se agrupaban bajo el lema “Dios, Patria y Rey”. Consideraban a la Iglesia como la institución vertebradora del orden social. Se oponían ferozmente a la centralización política y al liberalismo.
Entre quienes apoyaban el carlismo figuraban numerosos miembros del clero y una buena parte de la pequeña nobleza agraria. Su fuerza residía en las zonas rurales. Muchos eran pequeños propietarios empobrecidos, artesanos arruinados y arrendatarios que recelaban de los nuevos impuestos estatales y desconfiaban de la reforma agraria defendida por los liberales pues temían verse expulsados de sus tierras.
La causa isabelina contó con el apoyo de una parte de la alta nobleza, de los funcionarios y también de un sector de la jerarquía eclesiástica. Ante la necesidad de ampliar esta base social para hacer frente el carlismo, la regente se vio obligada a buscar la adhesión de los liberales. Para comprometer a la burguesía en la defensa de su causa, tuvo que acceder a las demandas de los liberales que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen.
- EL DESARROLLO DE LA GUERRA
La guerra carlista tomó fuerza en la norte, donde los carlistas consiguieron una mayor influencia. Don Carlos se instaló en Navarra y formó un ejército al mando de Zumalacárregui.
Un segundo foco carlista se creó en Cataluña y también en el Bajo Aragón y en el Maestrazgo, donde las tropas estaban bajo el liderazgo de Ramón Cabrera.
- EL FINAL DEL CONFLICTO
La debilidad del carlismo propició discrepancias entre los transaccionistas, partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales, y los intransigentes, defensores de continuar la guerra. El general Moroto acordó la firma del Congreso de Vergara con el general liberal Espartero. El acuerdo establecía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra, así como la integración de la oficialidad carlista en el ejército real.
El pacto no fue aceptado por los sectores más intransigentes, que optaron por el exilio o por continuar la resistencia, como el general Cabrera, que fue derrotado en 1840. El balance de la guerra fue muy negativo.
4 LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)
4.1 LAS BASES DEL RÉGIMEN MODERADO
En las elecciones de 1844, los moderados consiguieron una amplia mayoría y el general Narváez formó nuevo gobierno. Su objetivo era implantar un nuevo régimen basada en la autoridad, el orden y la represión.
Se trataba de crear un nuevo sistema liberal moderado que garantizase el dominio de lo que los demócratas llamaban la oligarquía.
Para ello elaboraron la Constitución de 1845, que asentaba los principios del moderantismo que fueron desarrollados por los distintos gobiernos.
La Ley electoral de 1846 estableció un sufragio censitario restringido al 1% de la población. Solo tenían derecho a voto los grandes contribuyentes y personalidades destacadas de la cultura, la administración, la iglesia y el ejército.
La ley facilitaba la intromisión del gobierno en las elecciones, y el falseamiento de los resultados ya que se favorecían los distritos rurales, se elegía un solo candidato por circunscripción y desaparecía así la representación proporcional y las minorías.
4.2 EL DESARROLLO DEL ESTADO LIBERAL MODERADO
Para mejorar las relaciones del Estado con la Iglesia se firmó un Concordato con la Santa Sede, por el que el Papado reconocía a Isabel II y aceptaba el proceso desamortizador que, desde aquel momento, quedaba en suspenso.
El estado se comprometía al sostenimiento de la Iglesia y le otorgaba competencias en educación y moral pública. Se reconocía el catolicismo como religión oficial del Estado. Todo ello llevó a la jerarquía eclesiástica a aceptar un liberalismo moderado, a respaldar a la reina Isabel y a distanciarse del carlismo.
Se llevó a cabo una reforma fiscal “Ley Mon-Santillán”, que establecía la contribución directa sobre la propiedad y creaba el impuesto popular sobre el consumo, que establecía la contribución directa sobre la propiedad y creaba el impopular impuesto sobre el consumo, que gravaba algunos artículos de primera necesidad. Para poner fin a la dispersión legislativa, se aprobaron el Código Penal y el Código Civil.
Se procedió a la reforma de la Administración público del Estado y de la Administración provincial y municipal, con un sistema jarárquico de control: gobernadores civiles, diputaciones y ayuntamientos. De esta manera, el alcalde de los municipios de más de 2000 habitantes y de las capitales de provincia era elegido por la Corona, mientras el gobernador civil disignaba al de los municipios menores.
El temor a un nuevo levantamiento carlista propició una solución para la cuestión foral: un decreto de 1844 acordó el mantenimiento en el País Vasco y Navarra de las Juntas Generales y de los ayuntamientos forales.
Se estableció un sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de enseñanza y elaboraba los planes de estudio.
Para el mantenimiento del orden público se creó la Guardia Civil como principal fuera policial armada, se impuso el servicio militar obligatorio a través de un sistema de quintas por sorteo que era redimible, es decir, a cambio de un pago en dinero, un joven podía comprar un sustituto y liberarse del servicio militar. También se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal.
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