Teoria Del Estado
Enviado por liztofer2000 • 13 de Octubre de 2014 • 459 Palabras (2 Páginas) • 202 Visitas
La filosofía Política de Hobbes, su fundamento y su génesis.
Leo Strauss, Fondo de Cultura Económica, 2006.
La expresión más clara y acabada de la concepción naturalista del apetito humano es la afirmación de que el hombre desea el poder y siempre un poder mayor, espontáneamente y continuamente, en un único flujo de apetito, u no en virtud de la sumatoria de innumerables deseos aislados provocados por innumerables percepciones aisladas: “en primer lugar, señalo como inclinación general de la humanidad entera, un deseo perpetuo e inquieto de poder y más poder, que cesa solamente con la muerte”
Leviatán, Cap. 11, p.49
“desde su nacimiento y naturalmente, los hombres, pelean por todo lo que codician, y si pudieran, harían que todo el mundo les temiera y obedeciera”
English Works, vol. VII, P73.
Puesto que, hay algunos que encuentran placer en la contemplación de su propio poder en los actos de conquista, que buscan más allá de lo que su seguridad requiere; si otros, que de otro modo estarían satisfechos de permanecer cómodamente dentro de sus modestos límites, no incrementarán su poder por medio de la invasión, no serían capaces, mirando únicamente a su defensa, de subsistir por mucho tiempo. Por consiguiente, tal aumento de dominio sobre los hombres al ser necesario para la conservación de un hombre, debe estarle permitido.
Leviatán, cap. 13, p. 64.
Ahora bien, el afán irracional y lujurioso de poder es infinito, este apetito natural humano, tiene su fundamento en el placer que el hombre encuentra en la consideración de su propio poder, es decir, en la vanidad
Hay un afán de preeminencia sobre los otros y reconocimiento de esta preeminencia por los otros.
“toda la dicha y la aflicción de la mente (consisten) en una disputa por la preeminencia respecto de aquellos con quienes se comparan”
The elements of Law, Parte II, cap. 8
Todas las pasiones y todas las formas de locura son modificaciones del engreimiento o de un sentimiento de inferioridad o, en principio del afán de preeminencia y reconocimiento de esta preeminencia, la causa de este afán es el deseo del hombre de encontrar placer en él mismo al considerar su propia superioridad, reconocida, esto es, en la vanidad.
Hasta ahora he expuesto la naturaleza del hombre, junto con el gran poder de su gobernante, a quien comparé con el Leviatán, tomando esa comparación de los últimos versículos del capítulo 41 de Job, cuando Dios, habiendo presentado el gran poder de Leviatán, le denomina rey de los orgullosos.
El estado se equipara con el Leviatán debido a que él, y sólo él, es el “rey de todas las criaturas soberbias”. Solo el Estado es capaz de contener el orgullo de modo duradero; de hecho, no tendría ninguna <<raison d’ etre>> si el apetito natural
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