Transformaciones del Trabajo Rural en América Latina: Evolución y precariedades –versión resumida
Enviado por macarenaloca17 • 6 de Noviembre de 2017 • Apuntes • 13.498 Palabras (54 Páginas) • 235 Visitas
Transformaciones del Trabajo Rural en América Latina: Evolución y precariedades –versión resumida-[1]
Martine Dirven
mdirven@mi.cl
Versión releída y actualizada el 18 de enero 2016
Abstract
The document gives a general overview of present rural employment in Latin America, per age group, sex and occupational category, and its trends. It also looks at working conditions, including child labour. The conclusion on ILO´s elements of “decent employment” is that rural employment is largely “indecent”. However, due to the structural changes in rural employment, the trend is positive, especially for the younger generations. The document warns however that several measures (decent work and poverty among others) do not necessarily reflect the present value codes of many rural people.
Resumen
El documento entrega una visión general actual de la inserción laboral rural en América Latina por grupos de edad, sexo y categoría ocupacional, así como su evolución. También aborda las condiciones de trabajo, incluyendo el trabajo infantil. La conclusión sobre los elementos del “empleo decente” de la OIT es que el empleo rural es esencialmente “indecente”. No obstante, debido a las transformaciones estructurales en el empleo rural, la tendencia es positiva, especialmente para las cohortes más jóvenes. Sin embargo, el documento advierte que varios de los criterios utilizados (para el empleo decente y la pobreza, entre otros) no reflejan necesariamente los códigos de valor actuales de muchas personas rurales.
Introducción
El dónde, cómo y en qué se trabaja sigue siendo fundamental en la vida de las personas y para definir la identidad propia y la del otro. Entre las razones por las cuales las personas buscan trabajar y hacerlo con eficiencia están: no aburrirse, cumplir con las expectativas y recibir el reconocimiento de los demás, tener el orgullo de un trabajo bien hecho, pero sobre todo obtener ingresos que les permitan mantener condiciones adecuadas de vida para ellos y sus familias. Por esto, las políticas para disminuir las precariedades en el trabajo y aumentar el “empleo decente” son primordiales. Sin embargo, tienen como foco esencialmente al empleo asalariado y, por ende, eluden a una parte importante de la población rural.
“Rural” puede ser definido desde diferentes ángulos. Como este documento se basa esencialmente en estadísticas que usan las definiciones censales de “urbano” y “rural”, se sumará la “población rural” así obtenida en cada país y se hará caso omiso a las diferencias de definiciones entre países.
Las zonas rurales se caracterizan por una baja densidad poblacional y distancias entre los poblados y con los mercados o ciudades. Esto conlleva dificultades específicas que se traducen en mayores costos de transporte y de transacción, menor acceso a infraestructura y servicios, y pocas posibilidades de especialización, de economías de escala y de economías de aglomeración. Todo aquello confluye en baja productividad laboral. Por ende, la alta incidencia de pobreza -medida por los ingresos o por necesidades básicas insatisfechas- es a la vez una consecuencia de lo anterior y una característica de las zonas rurales (Wiggins y Proctor, 2001).
Como la mayoría de las faenas agrícolas son cíclicas, las ocupaciones en ellas también lo son. Se suelen organizar en manchas concéntricas, con las actividades de mayor valor agregado e intensidad de explotación cerca de las ciudades. Ambos factores influyen sobre todas las actividades directa- o indirectamente eslabonadas. Las áreas rurales también suelen proveer bienes y servicios “no transables” (iglesias, restaurantes y otros servicios turísticos, reparaciones menores, escuelas, puestos de salud), construcción (habitacional y de infraestructura) y servicios personales y domésticos. El turismo y la construcción también suelen ser estacionales.
En varias zonas periurbanas, muchas personas tienen de “rural” sólo su área de residencia, mientras sus referentes socio-culturales y de empleo son urbanos. En este documento se subsumen en la población rural. También se aborda a la población con residencia urbana ocupada en el sector agrícola.
El documento consta de cuatro partes además de esta introducción: 1) una corta reseña del contexto en el cual se inserta el empleo agrícola; 2) órdenes de magnitud de la inserción laboral rural y agrícola en América Latina y algunas de sus características; 3) las precariedades de los distintos tipos de empleo, vistas esencialmente desde algunos de los ejes del empleo decente; y 4) algunas conclusiones y reflexiones finales. En el anexo, se encuentran los datos de un conjunto de 11 países a partir de los cuales se calcularon los órdenes de magnitud para toda la región y un cuadro –incompleto por cierto- sobre algunas dimensiones del “empleo decente insatisfecho”.
- Algunos de los cambios en el entorno socio-económico de América Latina en las últimas 3 décadas (1985-2015)
Casi todos los Gobiernos de América Latina siguieron durante décadas políticas de sustitución de importaciones a través de acciones más o menos parecidas: subsidios a la industria, tasa de cambio subvalorada, aranceles altos a la importación de una gran gama de productos, precios fijados para muchos productos agrícolas con el fin de abaratar la alimentación y así, también, los salarios. Todo aquello estaba orientado a alcanzar una mayor competitividad[2] de los productos industriales locales. Muchos países también cobraban impuestos a las exportaciones agrícolas. En compensación, se crearon instituciones orientadas a la agricultura, desde institutos de investigación y extensión, hasta poderes compradores y subsidios a los insumos.
La corriente neoliberal que se impuso a mediados de los años ochenta (una década antes en Chile) dio un vuelco a todo aquello y, a principios de los años noventa, gran parte de las instituciones agrícolas de la región habían sido fuertemente reducidas o desmanteladas[3]. En reemplazo de las políticas productivas sectoriales hubo inversiones transversales (en educación, salud, infraestructura), acompañadas por transferencias sociales focalizadas en los estratos más pobres, especialmente golpeados por las reformas. La mayoría de los agricultores familiares (campesinos) no lograron competir con las importaciones (más baratas por menores aranceles, un tipo de cambio más real, nuevas logísticas comerciales y de transporte), ni beneficiarse de nuevas oportunidades de exportación (por falta de información, saber hacer, economías de escala, capital, y por costos de transacción excesivos) (Kay, 2005).
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