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Tratado Antártico


Enviado por   •  18 de Junio de 2015  •  1.572 Palabras (7 Páginas)  •  242 Visitas

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EL TRATADO ANTÁRTICO

Los británicos fueron los primeros en presentar un reclamo formal de la Antártida a través de Cartas Patente en julio de 1908. Aunque el trazado de los mapas no era correcto y no se les comprendía con exactitud, el continente polar y las aguas oceánicas que lo rodean se vieron envueltos en posibilidades estratégicas y políticas. La regulación para cazar ballenas alrededor del Sur de Georgia y de la Península Antártica proveyó el pretexto para el reclamo británico. El aceite de ballena era considerado un bien estratégico y era empleado con propósitos de iluminación y calentamiento. La solicitud británica fue reiterada en 1917, en parte porque las primeras Cartas Patente no eran geográficamente acertadas y porque, de forma accidental, reclamaban la porción sureste de América del Sur. El entonces Secretario de Estado para las Colonias, Leopold Amery, incluso mantuvo la esperanza de que Gran Bretaña pudiera reclamar todo el continente polar a su debido tiempo, en nombre del Imperio Británico.6 Esta esperanza se probó vana no sólo porque otros grupos que incluían a Argentina estaban constantemente inmiscuidos en actividades en la Antártida (en su caso desde 1904, a través de una estación tripulada en la Isla Laurie), pero también porque otros estados solicitantes comenzaron a poner en entredicho cualquier intento por incorporar la Antártida al Imperio Británico. Para 1924, Francia había pronunciado su solicitud y, a pesar de extensas solicitudes territoriales por parte de Australia y Nueva Zelanda, fueron los muy traslapados reclamos de Argentina y Chile a mediados de la década de 1940 los que en realidad terminaron con aquellas aspiraciones británicas. Un Territorio Antártico Argentino y un Territorio Antártico Chileno calmaron con efectividad la solicitud británica –las dependencias de las Islas Malvinas. En plena Segunda Guerra Mundial, los británicos lanzaron la Operación Tabarin, empresa naval secreta que buscaba consolidar su ocupación en la Península Antártica e islas adyacentes. Los marinos alemanes invasores en la parte sureste del Océano, junto con las renovadas actividades exploratorias, habían estimulado al gobierno de Churchill a renovar su interés, siguiendo la Expedición British Graham Land anterior a la guerra (1934-1937) y la presunta Discovery Investigations. 7 Tabarin resultó en un asentamiento británico que estuvo presente durante un año en la Antártida.

Bajo las normas de la ley internacional, especialmente entre las décadas de 1920 y 1930, territorios no ocupados como la Antártida podían ser sujetos a un reclamo por soberanía sólo si se demostraba la ocupación. El término “ocupación efectiva” encapsulaba la petición de que territorios descritos anteriormente como terra nullis (sin dueño) tenían que ser subsecuentemente colonizados y administrados de una manera efectiva y visiblemente

legible. Por tanto, todos los estados solicitantes incluyendo a Argentina y Chile crearon bases, lanzaron proclamas, izaron banderas e intentaron

incrementar la conciencia pública de sus territorios polares. También entregaron

notas de protesta a otros científicos y administradores tanto en la

Antártida como vía intercambios diplomáticos entre Londres, Buenos Aires

y Santiago de Chile. Los países crearon oficinas de correo y emitieron timbres

postales para que los ciudadanos recibieran constantemente un recordatorio

de estas extensiones territoriales. En Argentina y Chile las clases de

geografía e historia fueron desarrolladas para garantizar que las nuevas

generaciones

de niños en edad escolar entendieran que sus países se extendían

hacia el Polo Sur.8 Ambos países sudamericanos sostenían que sus

territorios en la Antártida eran extensiones geológicas naturales de sus territorios

continentales. Desde luego, a diferencia del reclamo argentino, el chileno no poseía un límite formal al Norte. El Jefe Chileno de la Región Militar del Sur, Canas Montalva, fue un elemento clave para garantizar que la presencia chilena en la Antártida fuera sustentada y promulgada a través de mapas que detallaban los rasgos geográficos de la Península O’ Higgs

(es decir, la Península Antártica)9. La mayor fuente de tensión después de la Segunda Guerra Mundial se dio entre Argentina, Gran Bretaña y Chile (los tan citados países ABC). William

Hunter Christie, un empleado del gobierno adjunto a la Embajada Británica

en Buenos Aires, lo bautizó con el correcto término “el problema antártico”.10

Consciente del hecho de que los tres reclamos se traslapaban sustancialmente,

también reconoció que la situación era bastante más complicada a causa de

una larga disputa entre Gran Bretaña y Argentina por las Falklands/Malvinas

y el Sur de Georgia, al Norte del continente polar. En otras palabras, la posibilidad

de que la Antártida y estas islas al Sur del Atlántico fueran motivo de

confrontación era demasiado real, especialmente en un momento en el cual

las relaciones económicas entre Argentina y Gran Bretaña estaban cambiando.

A finales de la década de 1940, Gran Bretaña, sumida en la austeridad, dependía de Argentina para las exportaciones de res mientras ambas naciones

continuaban su protesta contra la presencia del otro en el Antártico.11 En noviembre

de 1948, firmaron un acuerdo naval que pretendía, por lo menos,

alertarlos sobre la presencia de los buques de guerra de la otra nación en la

región polar. Mientras tanto, Chile y Argentina intentaron generar una especiede

solidaridad regional al articular la noción de una “Antártica Sudamericana”

y por ende implicar que Gran Bretaña era una “presencia extranjera”.

Mientras los países ABC estaban envueltos en esta disputa territorial,

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