Tránsito de la sociedad feudal a la sociedad burguesa en Europa Occidental

Primer Parcial  domiciliario

1.  Tránsito de la sociedad feudal a la sociedad burguesa en Europa Occidental.

 Según Susana Bianchi (2019), el tránsito de la sociedad feudal a la sociedad burguesa es dado en cuatro etapas, las cuales estuvieron marcadas por profundas transformaciones económicas y sociales; a continuación analizaremos dos de ellas.

 En primer lugar, el tránsito se dio por lo que la autora llama la expansión del siglo XVI, una expansión con base en la producción manufacturera, en el comercio ultramarino y en la reorganización demográfica.

 Lo primero a considerar en esta etapa de expansión es la reorganización demográfica del campesinado a inicios del s. XIV, quienes por problemas climáticos y por la pobreza de los suelos, sufrieron cíclicamente de hambrunas y enfermedades que los obligaron a abandonar el campo. Esta migración trajo consigo un cambio de paradigma en los vasallos, ya que al no encontrar respuestas a sus problemas en los señores feudales decidieron abandonarlos, debilitando así el vínculo de servidumbre propio de la época y dando lugar a la consolidación de monarquías y de burguesías.

 Tras la etapa de recesión proveniente de la crisis del campesinado, y gracias al conocimiento marítimo de fines del S. XV y principios del S. XVI, surgió una reactivación económica liderada por España y Portugal, quienes se posicionaron como grandes imperios gracias al comercio ultramarino, conformando así la primera economía mundial. Con la reactivación económica surgió también un aumento de la población y por consiguiente, un aumento en la demanda de los bienes primarios: alimentos y vestiduras. Debido a lo mencionado, la producción pasó de tener un carácter de autoconsumo a ser de exportación, por lo que fueron necesarias nuevas formas organizativas, hecho que impulsó la producción manufacturera especializada, la cual generó excedentes y terminó de asentar el predominio del dinero.

 En segundo lugar, y con la casi disolución del poder feudal, se fueron estableciendo, para el S. XVI, los estados absolutistas a lo largo de Europa, los cuales tenían a la figura del rey como máxima autoridad, desligándose así del clero. Dichos estados eran, según la autora, la última forma política que adquirió el feudalismo, sólo que con mejores herramientas burocráticas, como la recaudación de impuestos, los ejércitos y la diplomacia. Impuestos para mantener ejércitos, ejércitos para acumular riquezas y diplomacia para, mediante matrimonios, anexar territorios.

 Ante la excesiva recaudación de impuestos se levantaron las primeras sublevaciones campesinas, que fueron rápidamente reprimidas pero marcaron las bases para las siguientes resistencias; a su vez, los burgueses también vieron espacio para su reclamo: querían una mayor participación y privilegios urbanos, reclamo al que se sumaron pequeños comerciantes y artesanos e incluso el clero y pequeños nobles. Como fruto de estos reclamos se obtuvo en Inglaterra la monarquía limitada, frenando así el poder absoluto de los reyes.

 Fue gracias a estas luchas que lograron establecerse en el plano social los burgueses y los aristócratas, quienes reafirmaron los estamentos de la sociedad, siendo dominantes para con el resto de la población y haciendo demostraciones de sus riquezas a través de las primeras obras de arte del renacimiento.

 Por otra parte, y contrario a lo ostentoso que podía ser un burgués o un aristócrata, surgió en Europa la vagancia y la marginalidad como fenómenos normales; miles de personas vivían en la pobreza y la línea entre lo criminal era muy fina, por lo que comenzaron a formarse grupos de mendigos, ‘’hermandades’’ especializadas al delito, a la vida de la limosna e incluso a la piratería.

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