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Tzvetan Todorov: La Conquista De América. El Problema Del Otro. Flora Botton Burlá (tr.) 1ª Ed. 1982. Madrid: Siglo XXI, 2009.


Enviado por   •  1 de Julio de 2013  •  2.113 Palabras (9 Páginas)  •  853 Visitas

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Reedición de este libro clásico de Tzvetan Todorov, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2008. Todorov nació en Bulgaria en 1939. En 1963 huyó a Francia para estudiar con Barthes y escapar del totalitarismo comunista. Durante los años sesenta y setenta, su obra gira en torno a la difusión de los formalistas rusos, la filosofía del lenguaje y la crítica literaria. En los ochenta da un giro hacia la historia, predominando los estudios sobre la conquista de América y los campos de concentración, tragedias que comparten entre sí “el problema del otro”. A lo largo de los noventa destacan sus textos sobre el pensamiento ilustrado: Rousseau, Benjamin Constant y otros. Actualmente es profesor y director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje, en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de París.El libro está dedicado a la memoria de una mujer maya devorada por los perros. Ya contaba Frazer en La rama dorada que en algunas culturas existe la creencia de que si el hombre va a la guerra y su mujer no le es fiel podría causarle la muerte. Por querer salvar a su marido y no poder complacer sexualmente a los españoles fue hecha “aperrear”. Doble tragedia: ser india y ser mujer.

La conquista de América se divide en cuatro interesantísimos capítulos:

“Descubrir”, acerca de Colón,

“Conquistar”, en torno a Cortés,

“Amar”, sobre el debate de Valladolid en 1550 entre Sepúlveda y Las Casas y

“Conocer”, del mestizaje de culturas.

Acerca de Colón, Todorov nos revela que su motivación principal en el descubrimiento de América era conseguir oro suficiente para iniciar de nuevo las Cruzadas y recuperar Jerusalén. Paradójicamente, los ideales del hombre que abriría las puertas del mundo moderno eran absolutamente medievales. Otra faceta más moderna de Colón era la pasión por descubrir, por conocer, sin otro fin que el conocimiento mismo. En lo que toca a los indios pasa de un primer momento en el que ve posible su evangelización y asimilación a considerarlos caníbales que no merecían otro trato que el de esclavos. Termina refiriéndose a ellos como a cabezas de ganado:

“Envié a una casa que es de la parte del río del Poniente, y trujeron siete cabezas de mujeres entre chicas e grandes y tres niños. (Diario, 12-11-1492)”

En cuanto a las hazañas de Cortés la primera pregunta que cualquiera se plantea es cómo fue posible que con unos pocos cientos de hombres lograse apoderarse del imperio azteca de Moctezuma, que disponía de cientos de miles de guerreros. La respuesta ha de incluir necesariamente diversos factores entre los cuales no ha de contarse la superioridad armamentística pues la efectividad de caballos y arcabuces era muy limitada:

Cortés aprovechó las disensiones internas entre los distintos pueblos indígenas de México. Entre los Tlaxcaltecas, tiranizados por los aztecas, Cortés apareció como un liberador. Su apoyo a Cortés los convirtió en “los verdaderos amos del país en el siglo posterior a la conquista”.

Al contrario que los estadounidenses en su reciente invasión de Irak, Cortés no desmanteló las instituciones del Imperio, sino que las aprovechó para consolidar su dominio. Por ejemplo, respeta siempre los lugares de culto y se limita a sustituir las imágenes.

La sociedad azteca era una sociedad demasiado ritualizada donde todo tenía que encajar en un plan previsto. Cortés, por el contrario, se caracterizaba por su capacidad para la improvisación y la adaptación. Así, en cuanto tuvo conocimiento del mito de Quetzalcóatl se hizo pasar por el dios retornado. Mientras leemos la descripción que realiza Todorov del mundo azteca no podemos dejar de pensar en la sociedad ideal descrita por Platón en La República donde la tradición y el ritual dominan todos los aspectos de la vida. Ese Estado ideal que Platón pensaba indestructible se mostró en la historia real como un gigante con pies de barro.

La reacción ante el otro que tuvieron los españoles fue bastante ventajosa pues no dudaron en considerar a los indígenas bárbaros e inferiores. Los aztecas, en cambio, no supieron encajar a los conquistadores más que en el papel de dioses.

Una de las desventajas más curiosas de los aztecas es su incapacidad para disimular la verdad. Todorov afirma que los aztecas estaban menos desarrollados en el plano semiótico, simbólico. Sus gritos de guerra, en lugar de atemorizar a los españoles, les advierten de su situación, y los adornos de los jefes no asustan, sino que revelan su condición y los convierten en objetivos fáciles.

El fundamentalismo religioso está a favor de los conquistadores. Los aztecas se ofrecieron desde el primer momento a incorporar al dios cristiano entre los demás de sus panteones. Sin embargo, los españoles insistían en que era el dios único y verdadero. “La intransigencia siempre ha vencido a la tolerancia” (p. 115)

La ventaja esencial de Cortés consistió en la importancia que dio a comprender la lengua y la historia de los indios. Desde el primer momento Cortés se rodeó de intérpretes sin los cuales su triunfo no habría sido posible. Destaca entre ellos la Malinche o Doña Marina, amante de Cortés y traductora azteca.

Cortés supo explotar desde el principio su gusto por las acciones espectaculares. Aunque los trabucos no marcasen ninguna diferencia militar, el espectáculo de luz y sonido que pone en escena atemoriza verdaderamente a los guerreros aztecas. En definitiva, si el lenguaje puede tener dos funciones, la verdad y la manipulación del otro, podemos decir que los aztecas estaban anclados en la primera y Cortés era un experto en la segunda.

El tercer capítulo, “Amar“, comienza con el siguiente tópico: ¿por qué el esfuerzo de Cortés por comprender la civilización azteca viene aparejado con la conquista y la destrucción de dicha civilización? ¿Es posible romper esta cadena comprender-tomar-destruir? El problema es que la comprensión de Cortés no es tal pues es incapaz otorgar al otro el papel de sujeto equiparable con el yo que los concibe. Los españoles hablan mucho de los indios, con frecuencia bien, pero nunca a los indios.

La incapacidad de los españoles para aceptar la diferencia, para comprender al otro tendrá unas consecuencias catastróficas, un auténtico genocidio. De los 80 millones que habitaban el continente americano quedan 10 a mediados del siglo XVI. De los 25 millones que vivían en México en 1600 sólo queda un millón. ¿Cuáles fueron las causas de este exterminio? Durante siglos los españoles han intentado relativizar la leyenda

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