Un niño llamado el Rayo veloz

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Rodrigo Ignacio Espinoza Reyes

3° Básico

        Había una vez un pequeño niño llamado Rodrigo, algo inquieto y amante de la velocidad, este niño de 9 años vivía rodeado de muchos sueños y deseos, uno de los cuales era ser un gran piloto de autos de carrera.

Eran tanto sus deseos de correr, que tomaba cualquier objeto que tuviera ruedas, monopatines, bicicletas, auto a pedales, triciclos y muchas veces no le hacían falta estos objetos ya que sus deseos eran tan grandes que solo le hacían faltas sus dos piernas para dar rienda suelta a su deseo desencadenado de vivir la velocidad a cualquier costo.[pic 2]

Con el paso del tiempo Rodrigo fue ganando gran experiencia por el entorno donde vivía, cerca de un autódromo donde los mejores autos corrían por ser el mejor, Rodrigo todos los fines de semanas escalaba el árbol del patio de su casa, para poder tener la mejor vista para ver todos esos veloces competidores.

Muchas veces Rodrigo tenía problemas en su escuela o con sus amigos en la plaza, ya que nadie podía entender lo que él pensaba y deseaba, mientras todos los demás querían jugar futbol, ping pon u cualquier otra actividad, el solo quería medirse en una carrera de un árbol a otro, o de un extremo de la cancha a otro, sin vacilar era lo que más quería, se ganó muchos retos y perdió muchos amigos por no tener los mismos gustos.

Cuando este niño incomprendido por muchos y aceptado por pocos, fue demostrando que todo lo que él deseaba era algo único. Su padre y su madre entendían los deseos ansiosos de este joven, ya que el mismísimo papa fue un gran piloto de carrera, y que más da, todo lo que el niño sentía era por la sangre de corredor que su familia poseía.

Cumpliendo su mayoría de edad Rodrigo decidió entrar a trabajar y no a seguir sus estudios, él sabía que su destino no estaba en los cuadernos y en los libros, que él quería algo más, algo que en algún futuro todos se lo iban a reconocer y por lo que siempre se esmeraría, logro encontrar trabajo ayudando en la limpieza de uno de los talleres de mecánica del autódromo. Y que piensan?, Fue lo más maravilloso que el a su corta edad podía haber conseguido, ver de cerca y tocar esos fabulosos autos de carreras.[pic 3]

Fin de semana tras fin de semanas sintiendo en sangre propia el arduo trabajo de las personas que están detrás de un piloto de carreras, ayudando a gusto en los más mínimos detalles para que el día de la carrera el piloto tenga todo lo que necesite para dar lo mejor de él. Rodrigo se sentía tan maravillado que incluso al terminar su horario de trabajo se quedaba en el taller a leer, armar y desarmar piezas de autos de competición, llegando a casa no paraba de conversar con su padre sobre sus historias y experiencias en sus carreras, adquiriendo un conocimiento enorme a sus cortos 18 años.

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