VINO EN AMERICA
Enviado por CHRISTIAN911 • 9 de Mayo de 2014 • 11.207 Palabras (45 Páginas) • 282 Visitas
EL VINO EN AMÉRICA
Aunque se sabe de la existencia y aprovechamiento de la uva silvestre en el territorio americano, no se conoce dato alguno que sugiera la existencia de vitivinicultura en América antes de 1492 y sobre todo antes de la conquista del territorio por parte de los europeos.
Fue con la llegada de los españoles y los portugueses cuando dio inicio el cultivo de vid ya que por la distancia y los sistemas de transporte no era posible abastecer de vino a todos los europeos asentados en los nuevos territorios, lo que hacía necesaria el desarrollo de una vitivinicultura propia.
Así fue como inició la búsqueda de suelos y climas aptos para el cultivo de uvas propicias para la producción de vino. En esta labor los conventos, monasterios y misiones tuvieron gran influencia dada la importancia que el vino juega dentro de los ritos litúrgicos.
Desde 1564, España mandaba, en cada barco que zarpaba con rumbo a las “Indias” (América) sarmientos de vides para ser plantados en el Nuevo Mundo.
Formalmente el cultivo fue iniciado por los españoles en República Dominicana (antes llamada Isla “La Española”), posteriormente en la Nueva España (México) y Perú, de donde se fue extendiendo a los países colindantes conforme la conquista avanzaba.
Además de la implantación de sarmientos, también se ejerció el cultivo a partir de semillas, lo que dio origen a diversas variedades criollas en el territorio americano (y hablo del continente, como debe ser, no de los estadounidenses que tuvieron a bien “apropiarse” el término).
A partir de entonces, cada país ha ido desarrollando su propia vitivinicultura con estilos y ritmos diferentes: México, Argentina, Chile, Estados Unidos, Canada, Perú, Brasil, Venezuela, Venezuela, Uruguay, Bolivia.
Historia de la Vitivinicultura en MÉXICO
Nuestro país es el productor vinícola más antiguo de América, aunque el auge de los vinos de calidad apenas está empezando.
La historia del vino en México evidentemente se inicia con la conquista. Sin embargo, el uso de la vid silvestre (de tipo cimarrón) se remonta a épocas inmemorables, en las que los indígenas preparaban el ahora llamado “vino de acachul”, a partir de diversas frutas silvestres, incluyendo la uva, agregandole miel de abeja.
La uva cimarrón, de gran acidez al igual que otras especies autóctonas como la rupestris, berlandieri, labrusca, etc., no eran adecuadas para la producción de vino. De manera que, tras el descubrimiento de América en 1492, inició la importación de barricas con vino europeo para satisfacer las necesidades de los nuevos pobladores y poco tiempo después se comenzaron a importar también sarmientos y semillas de vitis vinífera para poder producir, en el Nuevo Mundo, vinos “de calidad”.
Se dice que Juan de Grijalva fue el primer español que compartió el vino con los representantes aztecas de Moctezuma hacia 1517 en Tenochtitlan.
El consumo y comercialización del vino fue incrementándose velozmente en los nuevos territorios, y éste era visto como alimento e incluso como medicamento, además de ser parte fundamental de la dieta de los españoles.
Con la colonización, los asentamientos urbanos se extendieron y la demanda de vino también, haciendo necesaria la plantación de vides en amplios territorios adecuados, por suelo y clima, para tal efecto.
Además, como se ha comentado en secciones anteriores, la Iglesia requería vino para la celebración de sus misas y sacramentos. Pero no solo los misioneros católicos jugaron un papel determinante en el establecimiento y desarrollo de la vitivinicultura mexicana y americana en general. También los jesuitas, que llegaron a la península de Baja California extendieron el cultivo de uva por esa región hasta entonces cubierta por desiertos semi-áridos en los que no se trabajaba la tierra y que hoy en día, constituye la zona más prolífica de la vitivinicultura nacional.
Siguiendo la inercia dejada por los Jesuitas, los Franciscanos llevaron el cultivo de vid más al norte, en las tierras que hoy comprenden el estado de California en los Estados Unidos, sentando las bases del afamado Valle de Napa. Fue fray Junípero de Serra quien estableció misiones, y con ellas viñedos desde San Diego hasta Sonoma.
Los resultados de sus plantaciones fueron tan satisfactorios, que la variedad plantada llegó a conocerse como “uva misión” y hoy en día se le denomina “criolla” y es conocida en toda América del sur.
Las regiones de la Nueva España en las que se detectaron condiciones propicias para el cultivo de vid y cuya gran mayoría aún constituyen las zonas vinícolas de nuestro país fueron: Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Coahuila, Sonora, Baja California y Puebla.
En el siglo XVI, con Hernán Cortés como gobernador de la Nueva España, se ordenó la plantación de 1000 sarmientos de vid por cada cien indígenas que estuvieran en las tierras de cada uno de los colonos que se establecieran en el territorio. Además Carlos V, en 1531, dio la orden de que todo navío que se dirigiese a la Nueva España habría de llevar viñas y olivos para ser plantados.
Fue justamente en México donde se implementó, por primera vez en todo el mundo, la práctica del injerto de vitis vinífera europea sobre pie autóctono americano. Práctica que se haría popular en toda Europa y el resto del mundo tras la arrolladora plaga de filoxera que acabó con el 80% de los viñedos europeos en el siglo XIX.
En 1554 se elaboraron los primeros vinos ya con uvas cultivadas en México y para 1593, Francisco de Urdiñola fundó, en Parras Coahuila, la bodega Marqués de Aguayo (primera vinícola comercial en México).
No pasó mucho tiempo antes de que otros emprendedores, como Lorenzo García (fundador de Bodegas San Lorenzo), siguieran los pasos de Urdiñola.
La viticultura de la Nueva España resultó ser tan prolífera que en 1595, temerosos de que constituyera gran competencia para su propia industria, la corona Española prohibió la siembra de nuevos viñedos en sus colonias americanas, aunque se podía continuar con la producción de vinos de los viñedos ya existentes.
Los misioneros se negaron a acatar dicha prohibición y continuaron con la difusión del cultivo de uva y la elaboración de vino, aunque en menor escala.
El padre Juan de Ugarte introdujo, en 1699 la vitis vinífera en California, por lo que es considerado “el padre de la vinicultura californiana”. Para 1791, fray José Loriente había fundado la misión de Santo Tomás, que posteriormente
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