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Venezuela


Enviado por   •  22 de Junio de 2015  •  2.480 Palabras (10 Páginas)  •  149 Visitas

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Después de la llegada de los españoles se abrió un nuevo escenario donde la religión desempeña una función preponderante. La evangelización representó el punto de partida para el posterior establecimiento de un ordenamiento jurídico político, económico y social benéfico para los dominadores.

En la etapa colonial encontramos, entonces, tres formas de identidad: La del indígena, la del negro y la del europeo, todas diferenciadas entre sí. El grado de desarrollo alcanzado por los españoles les otorgaba suficiente poder para controlar cualquier tipo de eventualidad que se les presentara, mientras que al indígena y al negro aunque quisieran revelarse terminaban subyugados a las ordenes de los primeros.

Era necesario para las autoridades políticas y religiosas controlar este nuevo espacio. Alejandro VI, máximo representante de la Iglesia Católica para el momento, se apoyó en la monarquía y esta última selló un pacto de "reciprocidad" para que el proceso fuese legítimo ante los ojos de los españoles. Cinco bulas, expedidas por este Papa le concedieron a los reyes de Castilla y de León suficiente preeminencia (a ellos y sus herederos) para ejecutar el proyecto español en América.

La primera bulas denominada "Inter Cetera" de fecha 28 de abril de 1493 fue el desarrollo del primer compromiso recíproco entre la monarquía española y el Papa, los reyes de Castilla y De León sometían al "Vicario de Dios" las tierras y sus habitantes. Estos a su vez concedían las tierras conocidas y hasta las desconocidas con su respectiva bendición. Con esta bula[6]comienza a demarcarse el dominio de España sobre América.

La segunda bula, "Piis Fidelium" de fecha 25 de junio de 1493 corresponde a un escrito del Papa donde manifiesta la necesidad de evangelizar a los indios y de enviar personas calificadas con el fin de adoctrinarlos, enseñarles buenas costumbres y hacerlos conversos al cristianismo. Los ejecutores de esta bula abrían de ser postulados por la Iglesia con el visto bueno de la monarquía.

La tercera y cuarta bula "Inter Cetera" y "Eximie Devotionis" vienen siendo una reafirmación de las anteriores. En ellas se especifican los límites de las nuevas posesiones. Allí se "traza una línea del Polo Ártico hasta el Antártico, a cien leguas de las Islas de las Azores y Cabo Verde, hacia Occidente y mediodía..." (Felice, 1959:12).

Con esto se le da a España plena posesión de las tierras e islas que se encuentren en esta línea. La segunda concede a España los mismos privilegios que les fueron otorgados a Portugal en Regiones de África, Guinea y Mina de Oro.

La quinta y última bula alejandrina "Dumdum Siquidem" extiende los dominios españoles sobre las indias dándole suficiente autoridad para que la monarquía llevare las riendas del poder civil y en muchos de los casos la del eclesiástico. Esto se cumplió en gran parte, solo que producto de las injusticias que se cometieron, algunos de los encargados de evangelizar se vieron en serios problemas con los colonizadores, así por ejemplo, Fray Antonio de Montesinos y Fray Bartolomé de Las Casas habrían de ser vistos como traidores de la Corona Española ya que demostraban una conducta subversiva y opositora a los procedimientos de los conquistadores.

Lo cierto del caso fue que se originó un serio debate entre los seguidores de las prácticas colonizadoras y los que profesaban un auténtico cristianismo. Esto dio cabida a constantes polémicas, incluso, se llegó a pensar que los indios no podrían ser considerados seres racionales y por eso debían ser esclavizados. Tanto Montesinos como Bartolomé de Las Casas se convirtieron en una especia de protectores de los indios. Quizá por su constante acercamiento descubrieron grandes cualidades en ellos sobre todo para discernir lo bueno y lo malo, capacidad que ponían en tela de juicio las enseñanzas cristianas frente a las acciones inmisericordes de los conquistadores.

Sin duda alguna Montesinos y Bartolomé de las Casas han de ser considerados precursores del derecho de gentes en América (tesis desarrollada por el padre Francisco Vitoria) ya que buscaron la libertad de los pueblos aborígenes y que estos se respetaran como personas racionales, además de considerar su incorporación a la civilización por medios pacíficos.

Entre la susceptibilidad indígena y el temor hacia el hombre blanco se fue creando un espíritu de resistencia a la imposición. De allí que la identidad del indígena se debate entre dos polos, hacia un lado la propia del blanco, a ser aprendida como suya, del otro lado, la autóctona con resistencia a ser abandonada. Son muchos los factores que entran en juego entre ellos, la enseñanza de una lengua extraña y de unas costumbres totalmente diferentes a la del indígena, de modo tal que pasaron muchos años para poder hablar de una identidad resultante de la fusión de tres las razas. Sin embargo, subyacen los componentes de éstas, conviviendo la aceptación y la negación.

Esta identidad se desarrolló por la injerencia de lo civil y lo religioso estableciendo un sistema lógico, conformando el piso político del proyecto europeo en América. Se presentaron contradicciones en los órdenes político, social y económico, más el papel de gran árbitro y, en mucho de los casos, pacificador estaba en manos de los religiosos. En toda la historia de la colonización y la emancipación, la Iglesia fue llamada a calmar los ánimos, lográndolo por la vía de la persuasión y el temor hacia Dios.

Los sucesos pre-independentistas permiten constatar la participación de la Iglesia en los asuntos de carácter político y civil. Hacia los primeros años del siglo XVIII se produjeron varias sublevaciones entre ellas la de Andrés López del Rosario (Andresote) ocurrida en Yaracuy por causas económicas en contra del monopolio que mantenía la Compañía Gispuzcoana. Para lograr la pacificación fueron comisionados dos capuchinos, Fray Salvador de Cádiz y Fray de Pons "para que con las armas que acostumbra nuestra Santa Madre Iglesia traten de volver la paz y la quietud de esa provincia..." (Felice, 1959:22). Otras sublevaciones dignas de mencionar, y en las cuales la Iglesia también intervino, corresponden a la rebeldía de Juan Francisco de León (1748), sublevación controlada por el Obispo Manuel Machado y la de José Antonio Galán así como también la incursión libertadora de Francisco de Miranda (1806) situación rechaza por el Obispo de Mérida Don Santiago Hernández Milanés el cual amenazaba con excomulgar al que participase de esta aventura.

Como podemos notar, la religión en esta etapa de colonización y emancipación desempeñó un papel importante al convertirse en el elemento socializador y al otorgarle identidad consciente

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