A Lo Hecho

Entonces podemos preguntarnos: ¿cómo se da, pues, dicha transformación? Una de las maneras en que veo logrado eso es a través de la selección de los verbos: al principio dice: “con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo,” (Cortázar, 2000: 11 ). Al decir que el suelo se pliega (y no que a veces el suelo tiene, que en él hay, que él incluye, etc.), nos da la sensación de que se está hablando de algo que rompe con lo llano, simple, esperado, fluido, una irregularidad, quizá, pero a pesar de todo se tratará de una propiedad del suelo.

Otro ejemplo puede ser la parte que, después de explicar la forma de una escalera, dice: “Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón”. ¿Qué necesidad habría ya de sugerir una acción tan inusual que al mismo tiempo suena a invitación a través de la presentación de una imagen donde el lector puede imaginarse apropiándose de un escalón ¿y qué fuerza tiene esa imagen? se está pasando rápidamente de la expectación (“nadie habrá dejado de observar…”) a la acción; de algo imaginario que implica una gran proyección por parte del lector, pues recordemos que se trata de instrucciones, es decir, de una preparación para acciones futuras.

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