Analisis De La Continuidad De Los Parques
Enviado por zapan • 11 de Septiembre de 2013 • 2.730 Palabras (11 Páginas) • 615 Visitas
Continuidad de los parques
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
A.DATOS EXTERNOS
1. Biografía de Julio Cortázar
La mezcla de precisión realista y continua alteración de los límites temporales y espaciales presente en la obra del argentino Julio Cortázar hizo de éste uno de los grandes renovadores de la narrativa del siglo XX.
Nacido en Bruselas el 26 de agosto de 1914, Cortázar estudió en la Argentina, de donde eran originarios sus padres en la Escuela Normal de Profesores y fue profesor de Lengua y Literatura francesa en varios institutos de la provincia de Buenos Aires, y más tarde en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo. En 1951 consiguió una beca para realizar estudios en París y ya en esta ciudad pasó a ser traductor de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la ciencia y la Cultura), trabajo que desempeñó hasta su jubilación. Mantuvo, a lo largo de su vida, un compromiso político activo, sobre todo en defensa de los derechos humanos. Formó parte del Tribunal Russell II que, en 1973, juzgó en Roma los crímenes llevados a cabo por las dictaduras latinoamericanas.
Gran parte de su obra constituye un retrato, en clave surrealista, del mundo exterior, al que considera como un laberinto fantasmal del que el ser humano ha de intentar escapar. Una de sus primeras obras, Los reyes (1949), es un poema en prosa centrado en la leyenda del Minotauro. El tema del laberinto reaparece en Los premios (1960), una novela que gira alrededor del crucero que gana un grupo de jugadores en un sorteo, y que se va convirtiendo a lo largo del relato en una auténtica pesadilla.
Entre las colecciones de cuentos más conocidas se encuentran Bestiario (1951), Continuidad de los parques es un cuento incluido en la primera parte de su libro Final del juego escrito en 1956. Este cuento, que es un ejemplo del realismo mágico o realismo fantástico, invita al lector a introducirse en él. En 1963, Cortázar escribió la que está considerada su obra maestra, Rayuela, novela experimental y ambientada en París y Buenos Aires.
Transgredir las leyes de la narración era para Julio Cortázar una forma de escritura más que una licencia y, entre sus últimas obras, fue en el Libro de Manuel donde esa transgresión alcanzó sus límites, al tiempo que reflejaba el compromiso político del autor y su ideología de izquierda. Toda su narrativa, de hecho, giró en el deseo de equilibrio entre el reflejo de la realidad cotidiana y las indagaciones metafísicas, lo que se tradujo a menudo en desenlaces abiertos a diversas interpretaciones.
Julio Cortázar murió el 12 de febrero de 1984 en París, tras haber contribuido a la difusión de la literatura latinoamericana en el mundo.
2. Contexto social, político y económico.
El golpe militar que derrocó al Gobierno peronista en septiembre de 1955 contó con el apoyo de amplios sectores de la sociedad: la mayoría miembros de las Fuerzas Armadas, los terratenientes y los Comerciantes exportadores máspoderosos, lospartidos políticos de la oposición y numerosos integrantes de la jerarquía de la Iglesia católica. Todos estos sectores coincidían en caracterizar el régimen peronista como una dictadura totalitaria. Por esta razón se sintieron identificados con el nombre de revolución libertadora. Al mismo tiempo, todos ellos sostenían la necesidad de desperonizar la sociedad argentina y la de cumplir una etapa de reorganización política conducida por las Fuerzas Armadas, antes de la convocatoria a elecciones y el restablecimiento del régimen
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