Analisis De Un Dia En La Vida
Enviado por wales.Orion • 18 de Noviembre de 2014 • 4.296 Palabras (18 Páginas) • 514 Visitas
Filología y Lingüística XXIX (1): 147-155, 2003
RESUMEN
Un día en la vida nos permite observar cómo el proceso de silenciamiento de los grupos sin voz podría
neutralizarse posibilitando que el campesinado salvadoreño tenga acceso a un discurso autorreferido,
que escriba y narre su propia experiencia cotidiana y que esta autorrepresentación le permita
comprender su devenir histórico en una especie de testimonio caleidoscópico.
ABSTRACT
Un día en la vida shows how the process of silencing voiceless groups can be neutralized, making it
possible for the Salvatorian peasantry to have access to a type of discourse that narrates their own
everyday experiences. This self-representation, a kaleidoscopic testimony, might help them understand
their historical transformation.
La producción de Manlio Argueta (n. 1935) se caracteriza por un continuo compromiso
con su país, en una región en donde la literatura denuncia los atropellos y la injusticia social.
De esta manera, sus inclinaciones políticas lo determinan como un escritor que comulga
con los sectores marginados de El Salvador y esto desde su primer texto narrativo El valle de
las hamacas (1968). Esta tendencia de denuncia social se prosigue en textos posteriores como
Caperucita en la zona roja, con el cual gana el premio Casa de las Américas en 1977 y Un día
en la vida, novela que gana también el premio “José Simeón Cañas”. En la década de los 80,
continúa, con Cuzcatlán donde bate la mar del sur (1986), su labor de conciencia crítica ante
una realidad social que demandaba una posición ética de los escritores. Tal responsabilidad
histórica coincide, como recuerda Monique Sarfati-Arnaud, con la emergencia de una nueva
práctica discursiva que concretara las vivencias y los anhelos de una generación de intelectuales
y artistas latinoamericanos y que respondiera a la efervescencia política y al cuestionamiento
de los regímenes militares y dictatoriales (Sarfati-Arnaud 1990: 123). Esta nueva
práctica discursiva es el testimonio bajo multitud de formas genéricas como podrían ser la
autobiografía, la crónica, el relato en verso, la novela o el diario.
Consciente de ello, Manlio Argueta confiesa, en una entrevista con Lorena Argüello
aparecida en el Semanario Universidad de la Universidad de Costa Rica a raíz de la publicación
de Un día en la vida, que “[n]o se puede escribir de mariposas, mientras que la gente
VISIÓN ESTEREOSCÓPICA Y MEMORIA HISTÓRICA
EN UN DÍA EN LA VIDA
Jorge Chen Sham
148 REVISTA DE FILOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA
muere” (6); lo mismo repite en otra entrevista con Nelly Zulma Martínez, cuando apunta que
“la ética va íntimamente vinculada con la estética” (15). De manera que las convicciones políticas
de Manlio Argueta afloran sencillamente para concebir una empresa literaria que redinamice
la historia salvadoreña (y latinoamericana, por supuesto) bajo una modalidad discursiva
que rescata del olvido la voz de los sujetos subalternos y se ofrece como testimonio de
ella. No cabe duda de que esta dimensión del “testimonio” mediatiza los textos literarios de
Argueta, en lo que han coincidido, por ejemplo, Berverly o Safarti-Arnaud (1990) en relación
con la literatura salvadoreña. Sin embargo, mi interés es ensayar otra vía distinta a los textos
de Argueta tomando en cuenta la manera como se construye su producción textual. Para ello,
este estudio se centrará en Un día en la vida.
Señalaba Juan Carlos Flores, en un artículo del Semanario Universidad de la Universidad
de Costa Rica, la importancia no sólo en el cambio de escenario para la narrativa arguetiana
por la atención que se le dedica al campo en Un día en la vida, sino también en la técnica
sencilla y la transparencia con las que el relato se da al lector (6), con las que se produce
una alta carga de efectividad y de identificación, ya que la novela apela a la cotidianeidad campesina
y al rescate del espacio familiar y privado en un mundo convulso cuyo escenario es la
cruenta guerra civil. Este sabor de lo auténtico se logra, creemos, por el sentido que adquiere
la crónica en esta novela, al mismo tiempo sucesión de acontecimientos determinados por la
notación de un día y relato de actualidad (Chen 1993). La intencionalidad política de Un día
en la vida descansa precisamente en esta contemporaneidad de lo narrado y de la posibilidad
de identificación en los lectores; es lo que desea Argueta cuando nos habla del sentido paradigmático
de “ese día” en “la vida” de una familia campesina y de sus vecinos, por lo cual la
ejemplaridad amplifica lo cotidiano y lo saca de su espacio privado para convertirse en historia
de “la vida” salvadoreña y latinoamericana:
El problema de El Salvador es un problema latinoamericano, aún con sus más profundas contradicciones,
el sueño del pueblo es el sueño de los latinoamericanos (Blanco 4).
Este trabajo de la realidad contemporánea de El Salvador transforma la denuncia de
los maltratos y las injusticias hacia el campesinado en un testimonio colectivo; para ello se
vale de un relato en el que se conjugan las voces de Lupe, María Romelia, María Pía y Adolfina,
dentro de la sucesión cronológica. La percepción de lo narrado se hace a partir de una
pluralidad de narradores que nos transmite en primera persona lo que piensan y hacen. Esta
sensación de inmediatez se debe, en efecto, a la relación que se establece entre la historia y
el discurso en términos de Tzvetan Todorov (1974). Se trata de una visión desde adentro, por
lo cual la distancia se aminora y nos acercamos a la conciencia de los personajes. Por esta razón,
Un día en la vida nos sitúa en el terreno de la memoria, haciendo que la conciencia biográfica,
la de cada personaje, trascienda hacia la construcción de una memoria histórica, ya que tiene que
ver con la autorrepresentación de los sujetos y la imagen que ellos tienen en su devenir.
Siguiendo a Lévy-Strauss, Alfonso González Ortega (1986) analiza cómo Occidente ha
creado la ilusión de la Historia como diferencia entre los pueblos “primitivos” y los occidentales,
para los cuales la invención de la Historia sirve para situarse en el tiempo y reflexionar sobre sí
mismos (25). Así, Occidente no sólo crea la ilusión de lo escrito histórico bajo
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