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“Análisis del autor: Actitud e ideas de Eusebio Ruvalcaba”


Enviado por   •  22 de Enero de 2015  •  12.980 Palabras (52 Páginas)  •  661 Visitas

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Sánchez Cobos Edgar Rodrigo RUVALCABA, Eusebio.

613 “Chavos: Fajen, no estudien”.

1ª edición.

Instituto Mexiquense de Cultura.

México.

2003.

“Análisis del autor: Actitud e ideas de Eusebio Ruvalcaba”

Como se ha de conocer en el mundo de la literatura popular, el escritor Eusebio Ruvalcaba se caracterizó por su obra llena de caló juvenil y un fresco y actualizado contenido en sus textos, pero, ¿por qué es que él decide tratar estos temas de la juventud? Extrayendo de un artículo suyo, obtenemos la explicación de su interés por la juventud y sucesos de la pubertad y adolescencia: su idea es la de, mediante textos pícaros, divertidos y atractivos a los jóvenes, explicar el estado intermedio de transición que atraviesa toda persona cuando se transforma de ser un inocente y enclenque niño, a ser un precoz y aventurado adolescente. De esa misma compilación de artículos extraigo estas palabras con las que el autor decidió referirse a la juventud: “Chavos: fajen, no estudien. Porque si no lo hacen ahora, el día de mañana ni tiempo van a tener. Ni ganas. Estudien lo mínimo para pasar, para que sus jefes no la hagan de jamón. Que se vayan con la finta de que están aprovechando el tiempo a lo bestia. Consideren las ventajas: primero que nada, llevarse la fiesta en paz —no hay nada más insensato que tener todos los días broncas con el jefe; porque los weyes son vengativos: empiezan restringiendo el uso de la nave (ya se les olvidó cuando eran chavos), o por bajarle el domingo (si te da, digamos, 200 morlacos, le quita 50 como si nada), o por insinuarte que en la casa hay muchos gastos, que le metes al MB o mejor te vas buscando chamba. (Pero la culpa es tuya porque tienes acostumbrado a tu jefe a que cuando quieres la haces, que nadie te supera, que eres muy piola, sácale punta y te la vienen pérez prado y sus cometas. De cualquier modo para qué te esfuerzas. Si al cabo de los años vas a acabar trabajando en cosas que ni te gustan.)

Siempre que doy una charla en prepa, me asombra que haya tantos chavos. Entonces les digo que les hacen falta huevos, que qué hacen ahí, a la expectativa de escuchar a un —perdónenme la palabra— escritor. Y les digo las cosas como son: que yo a su edad pues en primer lugar nunca iba un escritor —repito, perdón por el terminajo—a dar ninguna charla de nada, porque ni quien pelara a semejantes perdularios (córranle al diccionario). Que si no podrían estar haciendo algo mejor: como quemar en el coche del hijo de papi, o estar fajándose a una chava, o bebiéndose un jale nomás para soportar la melancolía, la decepción de que la vida es tan vacía, o simple y llanamente para quemar con lágrimas y mocos tanta tristeza, miseria y podredumbre que ni se explican. Me oyen los chavos y en los ojos de uno, de otro, de aquél, de pronto descubro el gesto de que este wey tiene razón, pero de aquí no me puedo mover porque la maestra me reprueba. Pobres.” (pág. 128) Sin lugar a dudas, en el parecer mío, él y otros autores ayudaron a la apertura de los jóvenes de finales de siglo a tratar estos temas que, a pesar de parecer penosos para muchos, eran situaciones comunes para los congéneres de su misma edad. Como puede notarse entonces en una gran amplitud dentro de sus textos, incluyendo novela y poesía, las ideas del gran Eusebio eran nada más y nada menos que un intento (exitoso yo podría llamar) por hacer a la juventud dejar de ver hacia atrás, hacia su infancia, y que intenten vivir el presente y disfrutar las etapas de la vida que prosiguen a la niñez, como obviamente lo son la pubertad, la adolescencia y la adultez. Pienso que esta clase de obras, aunque a veces pudieran ser consideradas osadas e incorrectas, son una peculiar e interesante forma de cómo ya dije, no solo abrir la mente de los jóvenes hacia las cosas que les suceden en el día a día, sino atraerlos a la literatura en la parte final de un siglo que se caracterizaría por la extrema decaída en el extremo desinterés por la literatura con el surgimiento de todas las nuevas tecnologías que estaban por venir.

Sánchez Cobos Edgar Rodrigo

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“Trama Principal de la novela: Parte 1”

Como en toda novela de esta nomenclatura, el personaje principal y protagonista de la historia es un chico de tan solo trece años llamado León, que vive el día a día de su plena recién comenzada pubertad descubriendo e interesándose por montones de cosas. Asiste a la secundaria, anda en bicicleta por la Ciudad de México, sale con sus amigos y disfruta, en fin, de todos los placeres tradicionales que puede disfrutar un chaval mexicano en los finales de los 80. El conflicto empieza con su inesperado pero profundo enamoramiento que recae sobre una joven estudiante que asiste a un liceo de monjas llamada Osbelia. El pobre niño se ve a si mismo hechizado por los encantos y los notables avances biológicos en el cuerpo de su amada. La parte del desarrollo del conflicto principal comienza con que esta chica Osbelia partirá de vacaciones a Guadalajara en la época navideña, dejando a el pobre León con las ganas de verla durante todo ese periodo. A esta eventualidad, el joven León no sabe cómo reaccionar, pero la actitud imponente de su padre de hacerlo conseguir un trabajo durante la época vacacional provoca que se le ocurra la nada tonta e inteligente decisión de seguir a Osbelia a Guadalajara. Así pues, busca a un amigo suyo para reclamarle unos ahorros que habían reunido en conjunto y se dirige en metro a la estación de autobuses. En el trayecto dentro del transporte colectivo, se percata de la penetrante y fija mirada de una niña en un asiento en contra esquina al suyo. En una clásica jugarreta suya, el opta por de igual manera mirarla fijamente. Para su sorpresa, al llegar a la estación

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