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Aura. Ese fue parte del anuncio en el periódico que Felipe Montero


Enviado por   •  25 de Marzo de 2017  •  Resumen  •  3.818 Palabras (16 Páginas)  •  2.425 Visitas

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-INDICE-

INTRODUCCIÓN…                                                                                           3

RESÚMEN…                                                                                4

CONCLUSIÓN…                                                                                 13 GLOSARIO…                                                                                 14

BIBLIOGRAFÍA…                                                                                             15

-INTRODUCCIÓN-

Personalmente no había tenido la oportunidad de leer un libro del escritor mexicano Carlos Fuentes; tal vez porque no tengo muy forjado el hábito de la lectura y en pocas ocasiones un libro llama mi tención.

Antes de iniciar la lectura de este libro me di a la tarea de leer unas pequeñas reseñas y comentarios acerca de este, con el fin de tener una cierta noción de lo que tenía que interpretar, y mientras investigaba más y más, me di cuenta que las formas de interpretación son muy variadas, cada quien ve lo que quiere ver.

Es por ello que en este texto trato de realizar un trabajo a modo de síntesis en el cual aporto mi cosmovisión o forma de ver y apreciar esta muy prometedora obra; sin el afán de distorsionar o faltar a las líneas que nos comparte el maestro Carlos Fuentes.

AURA

       <>.

Ese fue parte del anuncio en el periódico que Felipe Montero leyó una mañana durante el desayuno, mientras degustaba una taza de té en un cafetín sucio y barato. Era de esperarse que este texto llamara su atención ya que de inmediato Felipe sintió que solo faltaba su nombre para complementar ese texto. Montero cumplía con todos los requisitos, le fascinaba la idea de que le pagaran por hacer algo que siempre había hecho y aún más disfrutaba, pero lo que más su atención llamó fueron esos tres mil pesos al mes.

Felipe Montero era un antiguo becario en la Sorbona, historiador, que trabajaba como profesor auxiliar en escuelas particulares que sobrevivía con novecientos pesos mensuales.

Al día siguiente durante el desayuno en el cafetín de siempre, Felipe se encuentra con el mismo anuncio, pero en esta ocasión en el último renglón decía cuatro mil pesos. Esto hace aún más tentadora la oferta, Felipe memoriza la dirección (Donceles 815) y decide ir en busca de ese llamativo trabajo. Al llegar a la dirección descrita en el anuncio se encuentra con un panorama un poco desalentador, unos viejos edificio de estilo barroco mexicano; uno por uno los fue recorriendo hasta que da con un zaguán despintado enumerado con el 815, antes 69.

Felipe toca a la puerta y una voz a lo lejos le da las indicaciones de entrar y a donde dirigirse, él describe que al parecer pasa a través de un patio ya que percibe los olores a humedad de las plantas, las raíces podridas, y un perfume adormecedor y espeso, aunado a esto la obscuridad cada vez se hace más densa, el inmediatamente busca entre sus bolsillos la cajetilla de cerillos pero la voz aguda y cascada le advierte que no es necesario. Finalmente llega a una habitación que aún es obscura y únicamente se logra ver algo con ayuda de la luz tenue, muy débil de unas cuantas veladoras y el reflejo de estas en algunos objetos de plata. Al fondo una enorme cama y en ella una silueta muy pequeña, era una persona ya de edad de pelo cano con un rostro casi infantil de tan viejo.

Felipe asume que es de quien provenía la voz, así que se presenta; preguntan a Felipe si se siente calificado para el trabajo a lo cual afirma que sí. Unas preguntas más en el idioma francés y es contratado. No sin antes que le expliquen en qué consistía un poco más a detalle su ahora trabajo. Felipe tenía que ordenar, completar y publicar las memorias del General Llorente, esposo de la anciana.

Terminada la explicación del trabajo de entre las penumbras de la habitación, sin aviso alguno, se extiende una mano que estrecha la de la anciana. Ella presenta a Aura una mujer hermosa, vestida de verde y con unos ojos tan profundos y hermosos como el mar; la anciana la llama su compañía, su sobrina. De forma inmediata Felipe queda extasiado de aura, y cumplió con la condicionante del trabajo a la cual tenía planeado oponerse, la cual era vivir con ellas.

Aura le muestra el camino y le hez asignada su habitación al joven Felipe, una habitación que rompía con el esquema y contexto de la casa, y no por el estilo, ya que este era anticuado como lo demás sino por la cantidad de iluminación que un traga luz en el techo hacia posible, esto era idóneo para él, ya que le haría un poco más fácil trabajar en su escritorio.

La hora de cenar llega, Felipe sale de su habitación tratando de recordar el camino hacia el comedor, pero en su cara se dibuja una sonrisa la mirar que al final del pasillo, ese pasillo obscuro como la mayor parte de la casa, se encuentra Aura esperándolo con un candelabro que lo provee de ese mínimo necesario de luz.

Mientras Aura sirve riñones encebollados para cenar pregunta si Felipe se encuentra cómodo, a lo cual él responde que sí, únicamente necesita ir por algunas cosas a su antigua casa. Aura le comenta que no es necesario ya que el criado ya había ido e busca de ellas. Ya durante la cena Felipe pregunta si su tía los acompañaría a cenar, por el momento la anciana Consuelo, porque así la llamo Aura, estaba cansada y no los acompaño a la cena, pero ordeno que terminada la cena Felipe subiera a su habitación. Terminada la cena Aura se retira, Felipe se queda un corto tiempo más en el comedor para fumar un cigarrillo y pensar en esa hermosa mirada de aura; él cada vez se enamoraba más y más de esa hermosa dama.

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