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BREVES REFERENCIAS AL CONCEPTO DE PATRIMONIO...M.WAISBERG


Enviado por   •  26 de Abril de 2013  •  6.510 Palabras (27 Páginas)  •  519 Visitas

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BREVES REFERENCIAS AL CONCEPTO DE PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO EN LAS ULTIMAS DÉCADAS

Myriam Waisberg I.* Q.E.P.D.

En el transcurso del siglo XX, los especialistas se reúnen en congresos y formulan recomendaciones para el tratamiento del patrimonio arquitectónico. De esta forma nacen convenciones que se difunden universalmente y que establecen acuerdos que emanan de asambleas constituidas con fuerzas internacional. Inserta en la acepción general de patrimonio, que alude a los bienes culturales creados en el desarrollo de la humanidad, hasta mediados del siglo XX la definición de patrimonio permanece estable, estrechamente ligada a la idea de monumento histórico aislado, y tocando de manera preferente las formas de intervención en cuanto a las medidas de conservación y de restauración. Como un antecedente histórico, cabe recordar que ya la Revolución Francesa formula en el siglo XVIII una declaración de respeto por los monumentos históricos. Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se suceden modificaciones sólo en los criterios de intervención. En un principio, se trata de re-armar el edificio utilizando partes desmembradas; es la época de las excavaciones que permiten la medición y la observación directa de monumentos griegos y romanos. Luego, se exige la “unidad de estilo”, que produce una creación de analogías formales incorporadas para llegar a una congruencia estilística. A continuación, el movimiento romántico que florece en la segunda mitad del siglo XIX, postula un respeto místico acerca del estado del edificio, considerando que no debe ser tocado. Le sigue el movimiento historicista, que reivindica la restauración histórica, de orden erudito, basada en documentos de la erección del monumento. Esta actitud de conservación que desestima los valores estéticos se mantiene hasta los Congresos de Arquitectura Moderna (CIAM) que se desarrollan en las primeras décadas del siglo XX. Entre los años 1943 y 1945, las acciones bélicas de la Segunda Guerra Mundial provocan enormes destrucciones. El deterioro de los centros urbanos y las mutilaciones que afectan a los monumentos históricos arquitectónicos revelan que la idea de conservación resulta inaplicable. Adviene un período de intensa reflexión que examina las relaciones precedentes. Un paso significativo se da en París, en 1957, al convocarse el Primer Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos, cuyos incipientes planteamientos se concretan en 1964 en un Segundo Congreso, en el curso del cual se elaboran la Carta Internacional para la Conservación y la Restauración de los

revista archivum año v nº 6

Monumentos y Sitios, la “Carta de Venecia”, cuyos postulados rigen en esencia las últimas décadas del siglo XX. Un año después, en 1965, con el apoyo de la UNESCO, se funda un Comité Internacional, conocido con la sigla de ICOMOS, constituido por personas e instituciones no gubernamentales, que tiene la finalidad de propender a la aplicación de las normas internacionales y posee filiales en casi todos los países. Una de las responsabilidades de este Comité se refiere a la Convención del Patrimonio Mundial, donde asume la tarea de examinar los expedientes y de designar los expertos que informan los casos de postulación a la nominación de patrimonio de la Humanidad. Precisamente en estos días, entre el 17 y el 23 de octubre, se está desarrollando en México la XII Asamblea General de ICOMOS y el correspondiente Congreso Mundial sobre la especialidad. De interés directo para nuestro país, cabe destacar que el programa de este evento consulta la presentación del libro “Monumentos y Sitios de Chile”, editado con el auspicio de ICOMOS y en el cual Valparaíso tiene un capítulo. Además, este organismo debe designar el especialista que próximamente tendrá a su cargo evaluar la incorporación de Valparaíso a la nomina patrimonial de la UNESCO. La formulación de la “Carta de Venecia” constituye un hito de la mayor importancia cultural, ya que involucra modificaciones substanciales tanto en el concepto de patrimonio como en el tratamiento de las obras a resguardar. En el aspecto de las intervenciones, este documento formula la “teoría crítica”, que se caracteriza porque enlaza con flexibilidad los valores históricos y los valores formales, posiciones que se habían alternado de manera excluyente en las épocas precedentes. Mediante un proceso de crítica y un acto de creación, plantea ahora la valoración de la obra como testimonio documental, a la vez que se introduce un juicio sobre las cualidades formales, permitiendo además la intervención de acuerdo a la arquitectura contemporánea. La revisión introduce así mismo mayor definición de los alcances de la conservación y de la restauración. La conservación alude a un cuidado sistemático basado en el financiamiento de las tareas de limpieza y de preservación de daños, admitiéndose reparaciones menores. La experiencia señala que la conservación se facilita si se mantiene la obra en uso, destinada a una función útil que no atente a su dignidad patrimonial. En tanto la restauración es una labor compleja, que debe emprenderse en casos extremos. Tiene como finalidad revelar los valores históricos y estéticos, a la vez que incorpora el caso al proceso urbano en desarrollo. Se caracteriza por el respeto a las partes antiguas y auténticas, pero cuando estas referencias cesan, admite la creación

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breves referencias al concepto de patrimonio arquitectónico en las últimas décadas

arquitectónica contemporánea, en el marco de una expresión cabal de la obra. La investigación histórico-arquitectónica y el estudio tecnológico del estado de las estructuras, constituyen las bases que deben preceder siempre a la formulación del criterio de la restauración. Esta norma, que asegura la justa valoración de la obra, permite así mismo evaluar intervenciones de épocas pasadas, que deben ser respetadas. Los planteamientos de la “Carta de Venecia” tienden a evitar que la restauración falsifique el mensaje de arte e historia, intención que se concreta en la “puesta en valor”, expresión que los especialistas adoptan de inmediato. El concepto de patrimonio, hasta entonces adherido tan sólo a los edificios aislados, inician igualmente un proceso de apertura cada vez de mayos significación. Los conjuntos urbanos comienzan a ser considerados, en un principio de manera tímida, sólo si poseen algún edificio declarable monumento histórico; luego, por sus propias características pasan a constituir las “zonas de respeto” y las “zonas típicas”. Así, se faculta la preservación de soluciones urbanísticas que se identifican con distintos períodos de la historia de las ciudades. Adviene la consideración de un patrimonio no monumental, que posee un tono modesto, que se expresa en variadas

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