CONFESIONES A MAR ABIERTO
Enviado por Pierina Macías • 18 de Mayo de 2017 • Biografía • 317 Palabras (2 Páginas) • 93 Visitas
CONFESIONES A MAR ABIERTO
Autora: María Belén Muñoz Menéndez
Publicación: julio del 2012
Editorial: “letra sabia” servicios editoriales (quito-ecuador)
Impresión: soluciones publicitarias “Latin Spirit”
POEMA: “MARIANA”
Levanto el recuerdo a las colinas
Y escucho su voz…
Repercusiones de la mujer amada,
De abrazos infinitos, baúles de sueños tras la alborada.
Única,
De caricias perpetuas,
De caminar consolado ante las vorágines del dolor.
En sus faldas se posaron los niños que jamás crecieron,
Con regaños lejanos de ceremonias,
Sin batallas,
Sin calendarios.
Su esencia, nombre insaciable de bondad,
Afianza la combinación del mar y Ana.
Bíblica mujer entre la compasión y piedad.
Mariana,
Mujer errante de mi mar y de la piedad
Que sólo caería en sus miradas.
Legado al mirar de frente, sin temores,
Savia en la savia que sujeta el árbol del recuerdo;
Las hojas que jamás marchitarán,
Las colinas que la mantendrán intacta,
Perpetúa en la inmortalidad.
Nos debemos besos,
Caricias, abrazos, secretos…
Aún faltaba retoñar en tus brazos,
Aún estoy descalza.
Necesito el beso insaciable,
El llamado eco de tus comprensiones.
Aún me falta ser más hijos
Para valorarte en la ausencia,
Como mi ángel de luz… Mi madre… Mariana.
CONFESIONES A MAR ABIERTO
Autora: María Belén Muñoz Menéndez
Publicación: julio del 2012
Editorial: “letra sabia” servicios editoriales (quito-ecuador)
Impresión: soluciones publicitarias “Latin Spirit”
POEMA: “MARIANA”
Levanto el recuerdo a las colinas
Y escucho su voz…
Repercusiones de la mujer amada,
De abrazos infinitos, baúles de sueños tras la alborada.
Única,
De caricias perpetuas,
De caminar consolado ante las vorágines del dolor.
En sus faldas se posaron los niños que jamás crecieron,
Con regaños lejanos de ceremonias,
Sin batallas,
Sin calendarios.
Su esencia, nombre insaciable de bondad,
Afianza la combinación del mar y Ana.
Bíblica mujer entre la compasión y piedad.
Mariana,
Mujer errante de mi mar y de la piedad
Que sólo caería en sus miradas.
Legado al mirar de frente, sin temores,
Savia en la savia que sujeta el árbol del recuerdo;
Las hojas que jamás marchitarán,
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