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Características Del Juego En El Nivel Inicial


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2012  •  2.809 Palabras (12 Páginas)  •  998 Visitas

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. CARACTERÍSTICAS DEL JUEGO EN EL NIVEL INICIAL

Antes de precisar las características del juego en el nivel inicial es importante mencionar algunos de

sus rasgos sobresalientes, sintetizando lo que los diversos autores han puntualizado.

Lo esencial del juego, tal vez sobre lo que menos se ha reflexionado, es la intencionalidad: sólo hay

juego cuando los sujetos deciden convertirse en jugadores creando la situación de juego. Sin esta decisión

libre y voluntaria el juego no existe. Este supone siempre riesgo, desafío, desconocimiento del resultado y

de los avatares de su desarrollo, de allí la idea de incertidumbre. La intención de los jugadores es jugar, y

ésta es la única certeza del juego.

Sin embargo, esta aventura abierta y desafiante posee siempre reglas "explícitas o implícitas,

preexistentes o construidas durante el juego" (Brougere, citado en Caride, 1997). Estas reglas o normas

que construyen los participantes o que respetan cuando ya preexisten a ellos, permiten que el juego se

desarrolle. Aun el juego solitario del bebé o el juego en paralelo propio de los niños de dos y tres años, tiene

reglas por supuesto inconscientes para los propios sujetos del juego, pero son estas normas en acción,

implícitas, las que delimitan lo que es pertinente para ese juego.

El juego para los partícipes» transcurre en un tiempo siempre presente, en el aquí y ahora. Los jugadores

crean un mundo paralelo cada vez que juegan, "utilizando los elementos de la realidad al mismo tiempo que

saben que juegan, que lo que hacen no es verdad, que pueden entrar y salir de ese universo de juego en la

medida de sus deseos" (Brougere, citado en Caride, 1997), transformando una acción real en algo lúdico.

Por último, el juego se relaciona con el placer o, como diría Piaget, con una búsqueda de placer. El

juego permite la exteriorización de deseos, afectos y pensamientos.

Toda actividad lúdica precisa de tres condiciones esenciales para desarrollarse: satisfacción, seguridad

y libertad. Satisfacción de necesidades vitales imperiosas, seguridad afectiva, libertad para atreverse.

Como señala Graciela Sheines (1981):

[...] sólo gozando de esta situación doble de protección y libertad, manteniendo este delicado equilibrio entre la

seguridad y la aventura, arriesgándose hasta los límites entre lo cerrado y lo abierto, se anula el "mundo único"

acosado por las necesidades vitales, y se hace posible la actividad lúdica, que en el animal se manifiesta únicamente

en una etapa de su vida [...] y que en el hombre, por el contrario, constituye la conducta que [...] lo acompaña

permanentemente hasta la muerte, como lo más genuinamente humano.

Las características enumeradas están presentes en cualquier situación de juego. Y sobre ellas se

asientan las diferencias que surgen cuando se analiza su acontecer en los diferentes contextos. Así

podemos afirmar que el juego en la institución escolar es diferente del juego fuera de ella. La diferencia

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La investigación se realizó a dos años de la constitución del gobierno democrático, y como diagnóstico previo para la

elaboración del nuevo Diseño Curricular que redefinió las funciones del nivel, enfatizando la importancia de la escuela como

ámbito de socialización y de transmisión y producción de conocimientos, socialmente válidos.

14central estriba en que la escuela tiene una finalidad, dada por su propia razón de ser como institución

educativa.

En la institución escolar el niño comparte obligatoriamente un espacio y un tiempo con otros: pares y

adultos. El ambiente está organizado especialmente para promover diferentes tipos de juegos, de acuerdo

con los objetivos que pretende alcanzar el docente. Tiene establecido un tiempo determinado de

desarrollo. Existen ciertas normas externas a los participantes que delimitan el campo de juego, además de

las reglas internas que crean los jugadores. El adulto está presente observando el juego, aun cuando este

juego sea libre, y en algunos casos interviniendo en él.

Por el contrario, en el ámbito familiar generalmente se puede decidir si se desea o no compartir el juego

con otros. Los otros son, la mayoría de las veces, niños de diferentes edades (hermanos, amigos o vecinos).

El espacio de juego es creado y estructurado adaptando los elementos a su alcance a las necesidades que

surgen, o son los mismos elementos los que lo determinan. El juego solitario o compartido no es,

generalmente, observado por los adultos, quienes sólo ejercen simplemente una función de control

superficial de las situaciones a fin de asegurarse de que no existan peligros físicos.

Estos señalamientos nos obligan nuevamente a reflexionar acerca de si el juego es una actividad de la

infancia o una estrategia del docente. Como vimos en la primera parte del artículo, la didáctica del nivel se

constituyó utilizando el juego como recurso o como estrategia de enseñanza, a fin de provocar

determinados aprendizajes. Esto conlleva un uso inapropiado y excesivo que tergiversa sus características

específicas, ya que las actividades propuestas raramente permiten que emerja el compromiso del "jugador".

Los niños realmente se convierten en verdaderos jugadores durante el juego dramático, el de

construcciones o en los juegos funcionales, es decir cuando se retira la voluntad expresa de los docentes de

transmitir determinados conocimientos, y el juego se desarrolla por la libre decisión de los niños. El resto

del tiempo, que a veces es todo el tiempo, y aunque los maestros nos esforzamos por presentar las

actividades como juego, nuestros alumnos saben que no lo son y difícilmente se dejan engañar por

nuestras afirmaciones.

El replanteo didáctico de los últimos años, con su preocupación en relación con los contenidos como

conocimientos sociales establecidos desde una mirada disciplinar nos obliga a repensar la cuestión del

juego desde otra perspectiva. Corremos un doble riesgo: de excluirlo de las aulas con la pérdida que esta

ausencia implicaría para la formación de los niños (en esta línea vale la pena recordar su función como

fuente del desarrollo; véase Elkonin, 1980) o de continuar con la tradición del nivel de usarlo

indiscriminadamente

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