Comprensión De Lectura, Chincolito Burlón
Enviado por edinson_85 • 24 de Octubre de 2013 • 816 Palabras (4 Páginas) • 358 Visitas
COMPRENSIÓN DE LECTURA
EL CHINCOLITO BURLÓN
En un hermoso bosque vivía Chincolito, un pajarito muy juguetón y travieso. La mamá de Chincolito lo reprendía a diario, porque su alado hijo se burlaba de sus amigos, poniéndoles a cada uno de ellos algún ingenioso, pero molesto sobrenombre.
Su madre, en varias ocasiones, le recomendaba: “Mira, hijo, deja de molestar a tus amigos. Algún día se van a enojar seriamente contigo y te vas a quedar solo.”
Para Chincolito, esta alerta le parecía ya muy aburrido y rutinario de parte de su madre. Pues bien, después de escuchar nuevamente la misma advertencia, salió de su acogedor nido y volando presuroso, muy temprano, descendió en las orillas de un río, dispuesto a jugar con sus amigos, pero llamándolos como siempre lo hacía:
-¡Zorzalito!¡Cara de monito!
-¡Diuca, cara de ruca!, ¡ja,ja,ja.ja!- pero ninguno de los animalitos que reposaban en el lugar le contestaba. Al contrario, escapaban volando hacia la otra orilla del río, alejándose de él.
-¡Picaflor, cara de azúcar flor! - ¡Gorrión, cara de ratón!¡ja,ja,ja,ja!
Y así sucesivamente, Chincolito continuó con los sobre nombre uno tras otro, sin agotar su burlona lengua. Sin embargo, empezó a darse cuenta, de que cada día contaba con menos amigos. Éstos se alejaban cada vez más de él, dejándolo solo, sin que participara en sus reuniones y juegos. Llegó un momento en que Chincolito llegaba a su casa muy amargado, triste y preocupado. La mamá, al verlo llegar, notó algo extraño en su mirada, y le preguntó que le sucedía. Chincolito, sin poder contener sus lágrimas, le contó lo ocurrido: estaba completamente solo, aislado y rechazado por la comunidad. Al escucharlo la mamá lo abrazó con sus alas y con mucho cariño le dijo:
-Querido hijo: yo te comenté que esto iba a suceder. Tus amigos se aburrieron de que te burlaras de ellos y les faltaras el respeto. ¡Te das cuenta, por llamarlos con sobrenombre te has quedado solo!¡Imagino con razón la molestia y rechazo hacia ti de todos ellos! Pero, ya no llores más, luego pensaremos cómo resolver este problema...
Pasó algún tiempo, y estaba muy próxima la ansiada Navidad. Chincolito sentía un gran arrepentimiento. Tenía que acercarse nuevamente a sus amigos. Necesitaba decirles: “¡perdón, mis palabras han herido todos sus sentimientos! ¡Necesito una nueva oportunidad para ganarme la amistad perdida!” Y en medio de tantos pensamientos, se le ocurrió una brillante idea: Acudir muy temprano a la feria del bosque y, con los ahorros que había reunido durante todo el año, comprar muchos regalos y obsequios para quienes él era un pájaro molestoso y burlesco. Una vez hecha la compra, y con la ayuda de su madre, envolvió los regalos y los depositó en una bolsa. Y como un viejo pascuero, en plena noche de Navidad, voló de casa en casa, de nido en nido, dejando obsequios por todo el bosque; muy en secreto, pero sintiendo en su corazón una desbordante alegría al hacerlo.
Al otro día muy de mañana, los pajaritos, con mucha sorpresa, descubrieron en sus verdes nidos los regalos de Chincolito. Una vez que los abrieron, se reunieron a orillas del río y se preguntaban unos a otros: ¿Quién nos quiere tanto para enviarnos estos regalos?
El señor Búho, que durante la noche de Navidad había observado los hechos en secreto desde su nido, arrimado en lo alto de un sauce, les comentó a todos los animalitos que Chincolito era el misterioso personaje generoso. Pasada la primera impresión, unos a otros se transmitieron en silencio una misma respuesta: Chincolito, el pájaro burlón, había aprendido la lección. Y en ese instante, todos de una vez, descubrieron al misterioso “pascuero”. Reunidos cada cual con su regalo, volaron a saludar y agradecer el gesto de Chincolito.
Mientras ocurrían estos sucesos, nuestro generoso amigo, satisfecho de haber dado tanta alegría, descansaba en la copa del árbol más alto del bosque. Desde lejos divisó a sus amigos y moviendo sus alas los abrazó uno a uno, expresando un gran arrepentimiento.
Desde aquel día, no se burlaría ni le faltaría el respeto a ningún pajarito del bosque.
Y así, olvidando los sobrenombres y ahorrando dinero para la próxima navidad, Chincolito en la mañana
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