Consenso De Washington De "La Cultura De La Estabilidad Y El Consenso De Washington"
Enviado por kryoeup6 • 18 de Noviembre de 2012 • 1.642 Palabras (7 Páginas) • 773 Visitas
Consenso de Washington
La convergencia en las ideas económicas no se puede caracterizar exclusivamente por la introducción de mecanismos de mercado. Así, en Estados Unidos se detecta desde finales del segundo mandato de Reagan una creciente preocupación con sus sistemas educativo, sanitario y de provisión de seguridad ciudadana. La mayoría de la población está de acuerdo en que hay que reformar un sistema sanitario que consume el doble de recursos en términos de PIB que los sistemas europeos y que, además, deja fuera de su cobertura a 36 millones de ciudadanos. También empieza a poner en cuestión que la libertad casi total de compra de armas por parte de los ciudadanos sea un sistema eficiente de protección frente al crimen. Por último cabe destacar cómo la sanidad, la educación, la lucha contra la pobreza y la defensa del medio ambiente han ido convirtiéndose en el centro de atención del Banco Mundial.
El modelo de consenso al que se converge es un modelo complejo que contiene ingredientes de mercado pero que también da una gran importancia a determinadas políticas sociales que antes se situaban fuera de la política económica, y que ahora se consideran como instrumentos esenciales para aumentar la eficiencia. Algunos han llamado a esta convergencia en las ideas como el “consenso de Washington” porque se corresponde con la filosofía que profesan actualmente las dos organizaciones internacionales –el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional– que tienen su sede en la capital americana.
Los elementos fundamentales de este modelo de consenso son:
En primer lugar, la estabilidad macroeconómica. Se admite que el crecimiento es más duradero si las políticas fiscales y monetarias están enfocadas hacia la estabilidad macroeconómica. Se piensa que con ello se crea un clima favorable al ahorro y a la inversión. Se piensa que las políticas que favorecen el déficit público o la inflación son negativas tanto para el crecimiento como para el bienestar de los más pobres.
En segundo lugar, parece esencial que las empresas funcionen en un marco de competencia tanto interna como externa. Esto quiere decir que los mercados deben establecerse fundamentalmente sobre las reglas de la competencia y esto se aplica tanto al comercio internacional como al sistema financiero, al mercado de trabajo, los mercados de servicios, etc.
En tercer lugar, se piensa que el Estado debe preocuparse no sólo de sus funciones tradicionales (seguridad, justicia, infraestructuras, etc.), sino de todo lo referente al capital humano y fundamentalmente de la sanidad y la educación. Por el contrario, el Estado debe abandonar todo aquello que pueda hacer la iniciativa privada. En cuanto a las intervenciones estatales, si se consideran necesarias, deben ser siempre amigables con el mercado («market friendly») y nunca deben ir contra el mercado.
En cuarto lugar, casi todo el mundo está de acuerdo en que ninguno de los elementos anteriores basta por sí mismo. No es suficiente contar con un marco estable macroeconómico, ni con un adecuado marco de competencia, ni con un Estado que se configure en la forma descrita, sino que es necesario aplicar conjuntamente todos los elementos del modelo.
La economía, como todas las ciencias sociales, está sujeta a una evolución que se puede caracterizar por la alternancia de períodos de multiplicidad de paradigmas explicativos con otras fases de un mayor consenso sobre la naturaleza de los problemas económicos que afectan a la sociedad y las políticas económicas que pueden y deben considerarse más eficaces para hacer frente a aquellos problemas.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se vivió en un período caracterizado por el enfrentamiento de dos paradigmas: el del estatismo y la planificación central por una parte y el de la economía de mercado por otra, por no mencionar las terceras vías que pretendían encontrar un punto medio entre ambos planteamientos. El derrumbamiento del sistema político que daba vida al paradigma estatista y planificador ha significado mucho para la ciencia económica y mucho más para el sistema político internacional.
El consenso de Washington debe mucho al triunfo del sistema neoliberal frente al antagonismo de otras propuestas. Y, al mismo tiempo, significa el comienzo de un período más interesante para encontrar soluciones útiles. Miguel Ángel Fernández Ordóñez resume este aspecto del consenso de forma muy expresiva en su trabajo cuando indica que “el final de esas ideologías no significa el final sino el principio de las discusiones útiles”.
Pero el consenso de Washington también responde a otras causas. Por una parte, a la necesidad de fomentar el acuerdo sobre aspectos fundamentales de la evolución del pensamiento económico. Entre ellos cabe mencionar el fracaso percibido del Estado como titular de muchas excesivas actividades y responsabilidades de política económica. Este concepto de las atribuciones del Estado se conjuga con el creciente papel de los mercados financieros internacionales. Fue preciso buscar una nueva coexistencia entre los Estados y los mercados aprovechando lo que unos y otros pueden hacer mejor. Los parámetros de esta nueva coexistencia son en realidad los ingredientes básicos del consenso de Washington. Sería limitar mucho su alcance si viéramos este consenso sólo como una reacción a la realidad económica que se ha desarrollado, sobre todo a partir del comienzo de los años setenta. Vocacionalmente tiene otra aspiración muy clara: constituir un ancla de estabilidad
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