Crítica de La Ilíada y la Odisea de Homero

LA ILÍADA: CRÍTICA.

Ambientada en el último año de la toma de Troya, la historia combina lo místico con lo histórico, lo lógico con lo sentimental. Homero comprende en esta historia la justicia de los dioses griegos para con los humanos, por ejemplo cuando Apolo decide mostrarle su apoyo a Crises atacando a los aqueos tras retirarse éste más que impotente por no poder recuperar a su hija, logrando que aquellos fueran forzados a devolver a Criseida a su padre para detener el ataque.

También nos muestra el encaprichamiento infantil que se puede mostrar incluso en la edad adulta, como cuando Agamenón arrebata a Briseida de Aquiles solo por la ausencia de la hija de Crises, y Aquiles muestra una actitud similar al decidir retirar su apoyo en el ataque a Troya.

La venganza también es un elemento muy visible en la obra, cuando Aquiles no piensa en nada más que ir por Héctor tras la muerte de su mejor amigo, Patroclo, en manos de éste. Y la lucha de egos y orgullos, como en toda buena guerra, se hace presente: el mejor militar de los aqueos contra el guerrero troyano más temido. Pero, ya sea la cobardía o un buen sentido común, provocan que Héctor decida huir del enfrentamiento, lo cual solo provocó aun más la furia de Aquiles, quien finalmente lo mata y humilla su cadáver sin quedar incluso así satisfecho.

Pero si algo también es muy notorio en la historia, es la empatía que pueden sentir dos corazones adoloridos por la pérdida de alguien tan amado como lo fue Patroclo por Aquiles y Héctor por su padre, el rey Príamo. Y esta especie de infortunada conexión logra que Aquiles deje descansar en paz a Héctor, formando con su padre una tregua y dándole al cuerpo la ceremonia que merecía.

LA ODISEA: CRÍTICA.

Tan llena de detalles como su hermana La Ilíada, la Odisea tiene un tinte más... humano. No porque ya no intervengan los dioses en la historia, sino por las emociones tan vívidamente reflejadas en cada uno de los personajes, su naturaleza sentimental tan clara y definida.

La lealtad de Penélope hacia su esposo Odiseo, a pesar de no saber ni siquiera si él sigue vivo, es algo que hace creer de nuevo en que el amor todo lo puede. Y se ve también un amor incondicional en Telémaco para con su madre cuando éste quiere "protegerla" de todos los pretendiente que tan insistentemente cortejan a Penélope.

Lamentablemente el amor también nos ciega a las cosas malas que podríamos hacer en su nombre, como el plan de Antinoo de eliminar el único obstáculo hacia el lecho de Penélope: su hijo, o el encarcelamiento del cual fue víctima Odiseo por Calipso, la ninfa del mar.

Zeus y Atenea entienden el tormento por el cual pasa Odiseo y deciden ayudarlo, mostrando de nuevo la bondad que tienen los dioses con los buenos, enviando a Hermes a persuadir a Calipso para que libere a Odiseo.

También es muy emblemático el cofre

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