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Crítica Y Verdad


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2012  •  1.682 Palabras (7 Páginas)  •  302 Visitas

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I

La verdadera “crítica” de las instituciones y de los lenguajes no consiste en “juzgarlos”, sino en distinguirlos, en separarlos, en desdoblarlos.

Para ser subversiva, la crítica no necesita juzgar: le basta hablar del lenguaje, en vez de servirse de él. Lo que hoy reprochan a la nueva crítica no es tanto el ser “nueva”: es el ser plenamente una “crítica”, es el redistribuir los papeles del autor y del comentador y de atentar, mediante ello, al orden de los lenguajes.

Aristóteles ha establecido la técnica de la palabra ficticia basándose en la existencia de cierto verosímil.

Lo verosímil no corresponde fatalmente a lo que ha sido, ni a lo que debe ser, sino sencillamente a lo que el público cree posible y que puede ser en todo diferente de lo real histórico o de lo posible científico.

El verosímil crítico dispone de un público, se mueve en el interior de una lógica intelectual que no permite contradecir lo que proviene dela tradición, de los Sabios, de la opinión corriente.

Reglas de lo verosímil crítico en1965.

OBJETIVIDAD

En materia de crítica literaria limita la extravagancia del crítico.

Nos dice que la obra literaria comporta “evidencias” que es posible deducir apoyándose en “las certidumbres del lenguaje, las implicaciones de la coherencia psicológica, los imperativos de la estructura del género etc.

La primera es irrisoria, fuera de toda pertinencia; la cuestión consiste en saber si tenemos o no el derecho de leer en ese discurso literal otros sentidos que no lo contradigan.

Lo mismo sucede con las otras “evidencias”: son de antemano interpretaciones porque suponen la elección previa de un modelo psicológico o estructural; ese código puede variar; toda la objetividad del crítico dependerá del rigor con el cual aplique a la obra el modelo que haya elegido. Asimismo, en relación a la “estructura del género”: hace cien años que se discute en torno de la palabra “estructura”.

Lo verosímil crítico se emplea para quitarle importancia a todo, condena la vida al silencio y la obra a la insignificancia.

GUSTO

Las reglas de censura y prohibición del verosímil crítico, las denomina “gusto”

Lo habitual determina el gusto de lo verosímil; para éste la crítica no debe ser hecha ni de objetos ( son demasiado prosaicos), ni de ideas (son demasiado abstractas), sino únicamente de valores.

Condena al psicoanálisis, dice con indignación, que hace abusivamente comunicar lo alto-exterior (lo que se puede ver: cabeza, creación artística, apariencia) y lo bajo- interior (lo que no se puede nombrar: sexo, instintos, el “mundo obscuro”; más aún, concede un privilegio exclusivo a lo “bajo”, a lo oculto, que pasa a ser en la nueva crítica, aseguran, el principio “explicativo” de lo “alto” aparente.

La ignorancia de la antigua crítica respecto al psicoanálisis es una disposición, llamada a atravesar imperturbablemente las edades.

CLARIDAD

Otra de las censuras de la crítica verosímil se dirige al lenguaje mismo, ciertos lenguajes le son prohibidos al crítico bajo pretexto de “jergas”. Se le impone un lenguaje único: la “claridad”.

Se trata de escribir cierto idioma sagrado, emparentado con la lengua francesa, erigiéndola en lenguaje universal, y haciendo creer que la lógica del francés era una lógica absoluta.

La “claridad francesa” es una jerga como cualquier otra, no obedece en modo alguno a exigencias precisas de razonamiento, ni se caracteriza por una ausencia ascética de imágenes, como puede serlo el lenguaje formal de la lógica (únicamente en este caso habría derecho de hablar de “claridad”), sino por una comunidad de estereotipos, a veces contorneados y sobrecargados hasta el culteranismo

La claridad no es un atributo de la escritura: es la escritura misma, desde el instante en que está constituida como escritura. Escribir no consiste en establecer una relación fácil con un término medio de todos los lectores posibles; consiste en establecer una relación difícil con nuestro propio lenguaje.

Fuera de la literatura quizá sea posible mantener la ilusión de que somos anteriores al lenguaje y que es un atributo de nuestra persona; pero la literatura es precisamente lo que no lo permite.

ASIMBOLÌA

para tener el derecho de defender

una lectura imanente de la obra, hay que saber

lo que es la lógica, la historia, el psicoanálisis;

en suma, para devolver la obra a la literatura,

es precisamente necesario salir de ella y acudir a

una cultura antropológica. Como puede sospecharse,

la antigua crítica no está preparada para

ello. Para esta crítica, parece, se trata de defender

una especifidad puramente estética: quiere

proteger en la obra un valor absoluto, indemne

a cualquiera de esos “otros lados” despreciables

que son la historia o los bajos fondos de la psiquis:

no quiere una obra constituida, sino una

obra pura a la cual se evita todo compromiso

con el mundo, todo casamiento desigual con el

deseo. El modelo de ese estructuralismo púdico

es lisa y llanamente moral. El antiguo crítico es víctima de una

disposición que conocen bien los analistas del lenguaje

y que llaman la asimbolia58: no puede percibir

o manejar los símbolos, es decir las coexistencias

de sentidos; la función simbólica muy

general que permite a los hombres construir

ideas, imágenes y obras, no bien sobrepasan los

usos estrechamente racionales del lenguaje, esta

función, en el antiguo crítico, se halla turbada,

limitada, o censurada.

desde el momento en que se pretende tratar

la obra en sí misma, según el punto de vista de

su constitución, es imposible no plantear en su

dimensión más grande las exigencias de una lectura

simbólica.

Es lo que ha hecho la nueva crítica, hasta ahora, partir de la naturaleza simbólica.

II

Nada es más esencial para una sociedad que la

clasificación de sus lenguajes.

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