Crónica de la obra “Caballo de Troya”
Enviado por IdalyV • 23 de Noviembre de 2015 • Resumen • 3.977 Palabras (16 Páginas) • 284 Visitas
Crónica de la obra “Caballo de Troya”
Colegio de Bachilleres del estado de Chihuahua
Plantel 5
Idaly G. Calvillo Valdiviezo
Grupo 154
Introducción a las ciencias sociales
Profesor Andrés Torres Medina
La historia comienza con nuestro protagonista tratando de descifrar alguna especie de clave en Washington, para después dar paso a la explicación de cómo es que llego a esa situación.
El investigador español Juan José Benítez vistita la ciudad de México para dar una conferencia acerca del libro que había escrito sobre los descubrimientos de la NASA, en una de sus visitas a una famosa cadena televisiva decide comentar acerca de los horribles y aterradoras torturas que recibió Jesús de Nazaret, por lo cual el equipo de la televisora dio entrada a diversas llamadas con preguntas para el periodista. Fue al llegar al hotel cuando nuestro protagonista recibiría una llamada telefónica muy peculiar, puesto que nuestro misterioso hombre que únicamente se autodenomino el mayor, dijo que había quedado muy sorprendido por su interés en Cristo, dicho hombre también menciono que era un piloto retirado de las fuerzas aéreas norteamericanas y por este motivo no podía decirle nada por teléfono y decidió que si estaba dispuesto podrían reunirse en Tabasco, agrego que podría ser algo muy interesante, ante esta propuesta vacilo un poco puesto que no tenía la certeza si el viaje que tendría que realizar realmente valdría la pena, sin embargo, la verse intrigado por la oportunidad de charlar con un ex miembro de la USAF y que esto a su vez tuviese que ver con su interés con Cristo hizo que tomara la decisión de ir al lugar y fecha pactado con el mayor.
Una vez llegada la fecha del encuentro, se encontraba caminando hacia el Gran Altar Triunfal el lugar acordado, una vez ahí apareció un hombre de cabello blanquecino y le pregunto que si él era J J Benítez a lo que obtuvo por respuesta un sí, dicho esto le dio un sincero agradecimiento por haber asistido a pesar de haber dicho tan poco por teléfono, también agrego que no se arrepentiría de haber ido. Una vez hecha la presentación caminaron a un restaurante para poder charlar cómodamente, donde el mayor, quien por motivos de seguridad no me dijo su nombre y me pidió que lo llamara de esta manera, me aclaro que tendría que tener mucha paciencia y que tendría que demostrarle que realmente tenia firmeza, probar mi sinceridad y que estaba interesado en Cristo para que el me confiara la información que poseía, dicho esto me dio un dirección postal para seguir en contacto cuando regresara a España, también me dijo que cuando conociera la información entendería por qué de todas la precauciones tomadas.
Ya en España se comunicó un par de meses con el mayor, se encontraba un poca desanimado puesto que a pesar de todo no había conseguido nada de la información prometida, hasta que cierto día recibió una carta en la cual el mayor le pedía que viajara con urgencia para verlo, por lo que decidió tomar el vuelo más cercano. Una vez en Yucatán se encontró con Laurencio quien dijo que lo llevaría a su reunió con el mayor, sin embargo, este sospecho y decidió ir por su cuenta. Cuando se reunió nuevamente con el mayor pudo notar que este lucia más viejo y su cuerpo estaba muy demacrado, el mayor dijo que lo que había estado esperando y le entrego una carta, la cual era la primera de dos, añadió que tendría que abrirla en un lugar alejado y que la otra carta la recibiría cuando el muriera.
De regreso a España abrió el sobre, donde solamente encontró una llave, recordó que el mayor le había comentado que esa era la primera parte de la entrega y la otra parte la tendría cuando el muriera, con el tiempo las carta empezaron a llegar cada vez menos, hasta que un día recibió una carta escrita por Laurencio donde le comunicaba que el mayor había fallecido, además adjunto otra carta en la que se le dijo que para poder obtener la información debía de descifrar una serie de claves que se encontraban escritas en otra página, eran cinco en concreto, estaban en inglés y decían lo siguiente:
“El centinela que vela ante la tumba te mostrará el ritual de Arlington”
“Llave y ritual conducen a Benjamín”
“Abre tus ojos ante John Fitzgerald Kennedy”
“El hermano duerme en 44-W. La tarde del níspero lo cubre al atardecer”
“Pasado y futuro son mi legado”
Además se le pedía que hiciera un buen uso de la información que recibiría, el hecho de poder descifrar las pistas se convirtió en un reto personal y paso un mes y parte de otro tratando inútilmente de llegar a algún indicio. Finalmente se dio cuenta que Arlington era un lugar santo donde se encontraban los restos de los norteamericanos caídos en alguna guerra, asimismo en este lugar se encontraba la tumba del presidente Kennedy y la del soldado desconocido, también estaba custodiado por un “centinela”. Ahora tenía claro que si quería descifrar las claves tendría que viajar a Estados Unidos.
Aprovechó la invitación de unos periodistas para realizar el viaje a los Estados Unidos, después decidió visitar el cementerio nacional de Arlington. Fue hasta la tumba del soldado desconocido donde notó que el centinela que montaba la guardia era relevado cada hora, a pesar de esto el corto paseo que daban frente a la tumba no daba ningún indicio. Pensó que para no levantar sospechas repartiría su tiempo entre la tumba de Kennedy y la tumba del soldado desconocido. Sin embargo, por más atención que prestaba no descubrió nada, cansado contó los pasos que daba el centinela. Los cuales dieron como resultado veintiuno.
Luego cronometró el tiempo, el cual sorprendentemente también dio veintiuno. Con su ánimo de vuelta hizo otro descubrimiento, la pausa que daba para girar de posición de igual forma era veintiuno. Cuando un guardia era relevado, el resultado era siempre el mismo, es decir, se movían veintiún pasos en veintiún segundos. Con esto quedaría resuelta la primera frase.
Suspendió sus investigaciones por un tiempo debido a que en ese momento realizaba otra investigación. Durante un vuelo contó se dio cuenta que si contaba el nombre y apellidos del presidente Kennedy daban veintiuno. No cabían dudas de que ese número y la llave lo conducirían hacia algún secreto. Ahora, de vuelta con sus investigaciones, sólo tenía que encontrar la relación entre la llave y Benjamin, pero no fue capaz de encontrar algo que indicara dicha relación.
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