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Cuerpo náufrago de Ana Clavel. El universo diegético: los símbolos.


Enviado por   •  9 de Agosto de 2016  •  Ensayo  •  7.176 Palabras (29 Páginas)  •  518 Visitas

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Cuerpo náufrago de Ana Clavel.

El universo diegético de Cuerpo náufrago: un universo lleno de símbolos.

-El sueño.

En la literatura los símbolos del sueño[1] son temas que han inquietado a muchos escritores de todas las épocas, así que resulta  casi imposible resumir las obras que los han tratado, por tal razón, en este caso (y al no ser este un estudio de historia literaria) sólo tomaré en cuenta las explicaciones de los símbolos que más relación tengan con lo presentado en la novela Cuerpo náufrago. Antes de desarrollar este apartado considero importante definir en qué sentido se entenderá el tema del “sueño” y  “los símbolos”. Para esto propongo dar breves definiciones de uno y otro para comprender en qué sentido irá este capítulo.

Los símbolos son parte de la base de las culturas y se han estudiado desde diferentes ciencias humanas con distintas perspectivas (como la lingüística, psicología, sociología, antropología, literatura, historia, filosofía, etc.).  Hablar del símbolo no es tan sencillo pues como lo dice I.M Lotman: “La palabra `símbolo´ es una de las más polisémicas  en el sistema de las ciencias semióticas. La expresión significado simbólico es ampliamente utilizada como sinónimo sencillo de lo sígnico”. [2] Sin embargo es importante hacer la distinción entre signo y símbolo, el primero inevitablemente  hace referencia a Ferdinad de Saussure. El signo, según Saussure, es lo que sostiene una información determinada de un objeto o idea.[3] Ahora bien, cuando un signo se convierte en un elemento icónico se transforma en un símbolo, por ejemplo el signo de “libertad” se puede representar mediante un ícono como una paloma o una estatua; así la idea de “libertad” se puede encerrar “simbólicamente”  gracias a la utilización de una imagen u objeto (un ícono).  De este modo, el símbolo puede tener dos funciones: a) representar un contenido y b) puede funcionar como un “puente racional al mundo místico”.[4] También es muy importante recalcar que la decodificación de un símbolo depende del contexto cultural en el que se encuentre, en otras palabras, según lo dice I.M. Lotman: “La representación más habitual sobre el símbolo va unida a la idea de cierto contenido que,  a su turno, sirve de plano de la expresión para otro contenido, con frecuencia de mayor valor cultural”.[5] No obstante, si bien el símbolo depende del contexto, puede desprenderse con facilidad de su contexto semiótico y adquirir uno nuevo de carácter textual; puede decirse que depende de los tiempos pero conserva su memoria.  Es nuevamente Lotman quien puntualmente enfatiza que:

El símbolo ingresará como algo disímil al espacio textual que lo rodea, como mensajero de otras épocas culturales (=otras culturas) como recordación de antiguos (=eternos) fundamentos de la cultura. De otro lado, el símbolo se correlaciona activamente con el contexto cultural, se transforma bajo su influencia, pero también lo somete a transformación. Su esencia invariante se realiza en variantes. Precisamente en los cambios que afectan el sentido “eterno” del símbolo en un contexto cultural dado, en dicho contexto es justamente allí donde más se manifiesta su mutabilidad.[6]

Así que la utilización de símbolos se puede ligar también a la idea de metamorfosis, en el sentido de que no se puede hablar de símbolos que encierran siempre el mismo contenido  para todas las culturas,  “el símbolo puede establecer los más inesperados vínculos, cambiando su esencia y deformando de un modo imprevisible el contexto textual”[7]. Y en Cuerpo náufrago aparecen varios símbolos que van a tomar un sentido semiótico que tiene que develarse según nuestra propia cultura.

El símbolo en sí mismo tiene un significado, pero si a esto le sumamos el nuevo contexto en el que se encuentra y el lector que interpreta el mensaje entonces la creación pasa a ser parte del lector, pues también en el proceso de recepción el símbolo va a adquirir una reinterpretación nueva. Este fenómeno se debe en parte porque no es un signo convencional debido a que tiene una “semejanza entre el plano de la expresión y el plano del contenido”.[8] El espectador del símbolo tiene que develar el contenido expresado; la expresión sólo sugiere el contenido, el espectador o lector lo completa. Considero importante advertir al lector que este capítulo se fundamenta en la interpretación que ya se ha hecho de los símbolos (el apoyo se encuentra en diccionarios de símbolos y en distintas aportaciones teóricas sobre el tema), aunque también reconozco que la interpretación se ha orientado según lo dicta una lectura personal. Sin embargo, se le pide al lector de esta investigación que no  lo considere como única opción pues el universo de símbolos es tan extenso como extensas son sus decodificaciones.

El mismo título de la novela es un gran símbolo. Cuerpo náufrago, ¿acaso todos tienen la certeza total del rumbo de su vida y no se han llegado a sentir como náufragos al enfrentar algunas de las circunstancias que se presentan inesperadamente? Desde que nacemos somos como náufragos, de cada quien dependerá tomar algún motivo de existencia para tener un poco de certeza ante un destino que sólo tiene un fin indudable: la muerte misma. Y mientras esta llega el cuerpo humano se enfrenta a dos mundos que conviven diariamente: el sueño y la vigilia.

La novela inicia con un sueño, así que consideraré a éste el segundo símbolo que aparece dentro de la obra después del título. ¿Por qué un símbolo? Porque funciona como un mediador importante entre la realidad y lo oculto en el personaje principal.  De este modo, Antonia comienza su transformación en Antón. Además, para el lector que esté atento a los símbolos que aparecen dentro del sueño, la metamorfosis se hace más fácil de asimilar.  

En otro aspecto, el sueño siempre ha sido objeto de estudio. Desde la Antigüedad clásica ha sido analizado, incluso existía la anorocrítica: literatura especializada en él. Nicóstrato de Éfeso, Paniasis de Halicarnaso, Apolodoro de Telmeso, Febo de Antioquía, Dionisio de Heliópolis, Alejandro de Mindos, Aristandro de Telmeso, Demetrio de Galera, Artemón de Mileto y Artemidoro son los escritores clásicos especializados en el sueño. De todos ellos, del único que se conserva su obra completa es de Artemidoro  (escribió en el siglo II  después de C.). [9]  En Clave de los sueños, Artemidoro hace énfasis en la importancia que tienen los sueños en la vida de los individuos (incluso se puede pensar en que dio punto de partida a la psicología freudiana). El análisis del mundo onírico era parte de la existencia cotidiana, en los sueños se podían anticipar sucesos del futuro y se consideraba favorable que cada quien los interpretara según su criterio.  En la cultura griega clásica, los dioses podían manifestarse a través de los sueños para aconsejar o incluso proporcionar órdenes.  Sea cual fuere el motivo o fin del sueño se pensaba que era algo positivo tenerlos pues ayudaban a prepararse ante lo que estaba por venir.  “Sinesio traducirá un punto de vista enteramente tradicional cuando recuerde que nuestros sueños constituyen un oráculo que `habita en nosotros´[…] hay que considerar al sueño como un `profeta siempre listo, un consejero infatigable y silencioso´”.[10] 

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