Cómo matar a las vacas
Enviado por VivyHaug • 26 de Septiembre de 2011 • Monografía • 4.199 Palabras (17 Páginas) • 957 Visitas
INDICE
INDICE 2
INTRODUCCIÓN 3
LA HISTORIA DE LA VACA 4
DEFINAMOS LA VACA 10
ALGUNAS DE LAS VACAS MÁS COMUNES 12
LOS ORÍGENES DE LAS VACAS 13
CUANDO NUESTRAS VACAS HAN SIDO REGALOS DE OTRAS PERSONAS 13
CÓMO MATAR NUESTRAS VACAS 14
UNA VIDA LIBRE DE VACAS 15
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 17
Anexos 18
“La Señora Mediocridad y el Señor Conformismo” 18
¡No a la mediocridad!...,¡sí a la excelencia! 21
La historia del perro del granjero 23
INTRODUCCIÓN
Definiciones:
- Mediocre: (Del lat. mediocris). De calidad media, de poco mérito, tirando a malo.
- Conformismo: Práctica de quien fácilmente se adapta a cualquier circunstancia de carácter público o privado.
El hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar.
Es el que hace lo mínimo indispensable y no se esfuerza por alcanzar el máximo de lo que se es capaz. Se conforma con poco, es un ser dócil, maleable, ignorante, y carente de personalidad, contrario a la perfección, vive según sus conveniencias.
La persona conformista tiene falta de una “Felicidad Real”, es una persona aislada de los demás, que le teme al fracaso.
Es una persona “auto-justificada” que nunca piensa en mejorar, o en salir adelante.
Por lo general son personas mediocres, es decir personas que comienzan algo y no lo terminan.
Una persona puede convertirse en conformista cuando está falto de logros, de motivación o con algún fracaso en cualquier ámbito.
LA HISTORIA DE LA VACA
Es una metáfora sobre cómo deshacernos de aquellos hábitos, excusas y creencias que nos mantienen atados al conformismo y la mediocridad. Ilustra los efectos tan devastadores que éste puede tener en nuestra vida y los grandes cambios que pueden ocurrir cuando finalmente decidimos deshacernos de estos.
La historia cuenta que un viejo maestro deseaba enseñar a uno de sus discípulos por qué muchas personas viven atadas a una vida de mediocridad y no logran superar los obstáculos que les impiden triunfar.
No obstante, para el maestro, la lección más importante que el joven discípulo podía aprender era observar lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de aquellas ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero potencial.
Para impartir su lección al joven aprendiz, aquella tarde el maestro había decidido visitar con él algunos de los lugares más pobres y desolados de aquella provincia.
Después de caminar un largo rato encontraron la que consideraron la más humilde de todas las viviendas.
Aquella casucha a medio derrumbarse, que se encontraba en la parte más distante de aquel caserío, debía ser -sin duda- alguna la más pobre de todas. Sus paredes milagrosamente se sostenían en pie, aunque amenazaban con derribarse en cualquier momento; el improvisado techo dejaba filtrar el agua, y la basura y los desperdicios que se acumulaban a su alrededor daban un aspecto decrépito a la vivienda.
Sin embargo, lo más sorprendente de todo era que en aquella casucha de 10 metros cuadrados pudiesen vivir ocho personas. El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para acomodarse en aquel lugar.
Sus viejas vestiduras y sus cuerpos sucios y malolientes eran prueba del estado de profunda miseria reinante.
Curiosamente, en medio de este estado de escasez y pobreza total, esta familia contaba con una posesión poco común en tales circunstancias: una vaca.
Una flacuchenta vaca que con la escasa leche que producía, proveía a aquella familia con el poco alimento de algún valor nutricional. Pero más importante aún, esta vaca era la única posesión material de algún valor con que contaba aquella familia. Era lo único que los separaba de la miseria total.
Y allí, en medio de la basura y el desorden, pasaron la noche el maestro y su novato discípulo. Al día siguiente, muy temprano y sin despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su camino. Salieron de la morada y antes de emprender la marcha, el anciano maestro le dijo a su discípulo: “Es hora de que aprendas la lección que has venido a aprender”.
Sin que el joven pudiese hacer nada para evitarlo, el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y degolló la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda, ante los incrédulos ojos del joven.
Maestro, dijo el joven: “¿Qué has hecho? ¿Qué lección es ésta, que amerita dejar a esta familia en la ruina total? ¿Cómo has podido matar esta pobre vaca, que representaba lo único que poseía esta familia?”
Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el anciano se dispuso a continuar la marcha, y maestro y discípulo partieron sin poder saber que suerte correría aquella familia ante la pérdida de su única posesión.
Durante los siguientes días, una y otra vez, el joven era confrontado por la nefasta idea de que, sin la vaca, aquella familia seguramente moriría de hambre.
Un año más tarde, los dos hombres decidieron regresar nuevamente por aquellos senderos a ver que suerte había corrido aquella familia. Buscaron la humilde posada nuevamente, pero en su lugar encontraron una casa grande.
Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado fuerte para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar aquel lugar y ahora, una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado de aquel lugar y había construido una mejor vivienda.
¿Adónde habrían ido a parar aquel hombre y sus hijos? ¿Qué habría sucedido con ellos? Todo esto pasaba por la mente del joven discípulo mientras que, vacilante, se debatía entre tocar a la puerta y averiguar por la suerte de los antiguos moradores o continuar el viaje y evitar confirmar sus peores sospechas.
Cual sería su sorpresa cuando del interior de aquella casa salió el hombre que un año atrás le diera morada en su vivienda. ¿Cómo es posible? preguntó el joven. Hace un año en nuestro breve paso por aquí, fuimos testigos de la profunda pobreza en que ustedes se encontraban. ¿Qué ocurrió durante este año para que todo esto cambiara?
Ignorante del hecho de que el discípulo y su maestro habían sido los causantes de la muerte de su vaca, el hombre relató como, coincidencialmente, el mismo día de su partida, algún maleante,
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